Hace ya 10 años que el pianista británico Stephen Hough hizo su presentación en el ciclo de Grandes Intérpretes. Y ya entonces nos llamó la atención su personalidad extrovertida, inquieta (nos encontramos ante un auténtico intelectual) y el optimismo con el que se entrega, magistralmente, a su oficio de músico. No solamente de intérprete. La inquietud musical se reflejó en el programa elegido para esta ocasión, que combinaba la presencia de autoras poco frecuentes (aunque cada vez menos) como Cécile Chaminade o, nuevamente, la de obras propias (impagable las Variaciones sobre el tema de Mary Poppins, que nos regaló entre las propinas), con el repertorio más tradicional.
Con leves cambios sobre el programa anunciado, la primera parte la dedicó a la mencionada compositora francesa, Cécile Chaminade (1857-1944), y a la Sonata en Si de Liszt. Con ello, nuestro pianista, nos traslada al más puro romanticismo, periodo sobre el que ha mostrado especial interés durante los últimos años. Hough ha incorporado varias obras (en general breves misceláneas románticas) de la francesa en sus últimos discos, como también ha ocurrido con la Sonata de Liszt, grabada en Hyperion (desde 2023, filial de Universal Records) en el año 2000. Bravo por la interesante recuperación de estas 3 piezas de Chaminade, una compositora infinitamente más interesante que la presencia en nuestras salas de concierto demuestra. Ya conocíamos, por tanto, el Liszt de Hough, Como luego ocurrió con su Chopin (también llevado al disco en 2010, en Hyperion), nos enfrentamos a un piano puramente objetivo. Totalmente ajeno a envolturas falsas de romanticismo exacerbado, desde cualquier punto de vista. Técnicamente preciso. Sin abusar del pedal en ningún momento (lo que no quiere decir que no acudiera al mismo, como toca, en el final de la obra de Liszt), pero apoyado, sobre todo, en la soberbia consistencia de su mano izquierda. Su interpretación no contó con ninguna señal de discontinuidad o cansancio. Se nota que ya son muchos años, entre sus programas de concierto. Nunca elegiríamos su interpretación entre las dos o tres que más nos cautivan, pero tampoco somos capaces de reseñar reparo alguno en la misma.
Algo parecido nos pasó con la Sonata num. 3 de Chopin. Esta segunda parte estuvo precedida por una breve pieza del propio Hough, que creímos entender bautizó como Nostalgia. Una pieza profundamente íntima pero resplandeciente, al mismo tiempo. Hough nos dio una explicación, de la misma, que nos permitió entender su génesis y desarrollo (basado en vivencias personales) de una manera realmente ilustrativa. ¿Es importante que un intérprete sepa dirigirse al público? En mi opinión, claramente sí. Estamos en una realidad musical (muy evidente entre las nuevas generaciones) en la que todos tenemos que intentar ensanchar el mundo de la interpretación, con el objetivo de involucrar nuevos públicos. Es casi una razón de supervivencia (pero esa es otra historia). Hough simboliza, en ese sentido, lo que debe ser un intérprete correctamente adaptado a nuestros días. Terminó esta segunda parte con la mencionada Sonata de Chopin. Bellísima. Igualmente, ajena a cualquier falso sentimiento. Sin apenas abusar del rubato. Como también lo fue la del Nocturno de su primera propina. En conjunto, resulta curioso e incluso estimulante ver cómo se construye un programa de fuerte inspiración romántica, sin tener que acudir a las “muletillas” frecuentes de dicho repertorio. Al margen de las propinas propias y de Chopin, también nos regaló una pieza de Mompou, otro autor muy recurrente en su repertorio.
Excelente reinicio de temporada (aunque seguimos con no más de media entrada), a la espera del recital de Grigory Sokolov el próximo febrero, del que extrañamente no se ha anunciado todavía el programa.
Juan Berberana
Stephen Hough, piano
Obras de Chaminade, Liszt, Hough y Chopin
Ciclo Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo)
Auditorio Nacional, Madrid
Foto © Sim Canetty Clarke