Hace unos pocos meses este crítico la escuchaba y disfrutaba presencialmente en el Metropolitan neoyorquino en una memorable interpretación de “Tosca” de Puccini dirigida por Nézet-Seguin, el actual director musical del “Met”, en la que fuera su reaparición tras la pandemia en su país... Nos referimos a la afamada soprano estadounidense Sondra Radvanovsky. Y por tanto la expectativa de su debut en Buenos Aires en el marco de los intérpretes internacionales de este año.
Sondra Radvanovsky, nacida en Berwyn, en el Estado de Illinois, hace cincuenta y tres años, lleva una carrera en ascenso que inclusive, en la paulatina reapertura de teatros en esta pandemia fue agigantando. Y cuando hizo su aparición en el escenario del Colón junto a su pianista acompañante desde hace varias décadas Anthony Manoli, recibió la esperada ovación que reciben los grandes.
Simpática en su desempeño, comenzó haciendo una referencia a su tablet en el atril, con alusiones breves en inglés, y cada tanto, ante una nueva pieza dijo brevísimas palabras, y también con la sinceridad de confesar sus momentos personales, la reciente muerte de su madre, que dio lugar al aria “La mamma morta” de “Andrea Chenier” de Giordano, y otros matices. Se reveló pues, como en casa, acompañada.
Comenzó su repertorio con el clásico “Amarilli, mia bella” de Giulio Caccini integrando esa parte inicial con Gluck (”O del mio dolce ardor” de “Paris y Helena”) una curiosa “Danza, fanciulla gentile” de Francesco Durante y el aria “Piangeró la sorte mia “de “Giulio Cesare” de Haendel.
Todavía el recital iba entrando en calor, hasta pasar al repertorio belliniano con un par de canciones del catanés y la eterna “Casta Diva” de “Norma”, para cerrar con Verdi esta primera parte del concierto con “Tacea la notte placida” de “Il trovatore” y una versión magistral de “Pace, pace, mio Dio” de “La forza del destino”.
Ya allí podíamos deducir una voz de soprano “spinto” emitida con impecable técnica, elástica y extensa en tesitura, con deslumbrantes agudos y filados de belleza notable en ese manejo técnico que le permitieron desarrollar maestras como Ruth Falcon, que le proporcionó los consejos sobre respiración y soporte del sonido y con ella ensayó el “sul fiato”. Incuestionablemente su técnica vocal subiendo del “pasaggio” al agudo impactante, que se impone en sus intervenciones, ha ido puliéndose y reconociéndola como especialista verdiana y belcantista.
Al comenzar la Radvanovsky su segunda parte, y siempre con viva empatía con su pianista Manoli, que hace años la acompaña compartiendo recitales, incursionaron en Giacomo Puccini con la canción, “Sole e amore”, para seguir con “E l’luccellino”, canción de cuna, y desembocaron en el aria “Sola, perduta, abbandonata” perteneciente a “Manon Lescaut”, apuntando a las vivencias sicológicas del personaje.
En tanto, Giuseppe Verdi volvía con sus romanzas, entre las cuales “In solitaria stanza” descubre analogías con “Tacea la notte…” de “Il trovatore”, interpretada antes. Fue cerrando este recital con los veristas Francesco Cilea, con la célebre “Io son l’umile ancella” de “Adriana Lecouvreur” y con la antes mencionada “La mamma morta”, aria de Maddalena de “Andrea Chénier” de Giordano en recuerdo emotivo de su madre falllecida...
Y llegaron los agregados de un público que no cesaba de aplaudir con un tema que confesó que siempre ha interpretado con pasión que es la “Canción a la Luna” de “Rusalka” de Dvorak, para luego brindar su “Vissi d’arte” de “Tosca”, adelantada en la valiosa experiencia comentada en el Met, y que le dio tanto éxito también el año pasado en el Teatro Real madrileño.
Completó con “O mio babbino caro” del “Gianni Schicchi” pucciniano y la popular “Somewhere over the rainbow” de la difundida película “El mago de Oz”.
Tras esta deslumbrante muestra vocal e interpretativa, con el deleite de los “pianissimi”, con su voz potente, abarcativa de un amplio espectro vocal, la despedida de Sondra fue triunfal y el recital como se advierte, fue creciendo del comienzo a un final impactante y demostrativo de su empinada situación en el universo lirico actual
Néstor Echevarría
Recital de Sondra Radvanovsky (soprano) y Anthony Manoli (piano)
Programa integrado con obras de Caccini, Gluck, Durante, Haendel, Bellini, Verdi, Cilea y Giordano
Teatro Colón, Buenos Aires
Foto © Prensa Teatro Colón / Arnaldo Colombaroli