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Crítica / Sondra Radvanovsky: Benedetto sia'l giorno - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 21/08/2023

Sondra Radvanovsky pasó con voz poderosa y paso firme de un sentido Henry Purcell o la autoridad de Georg Friedrich Händel​, al mundo expresivo más esquivo de Serguei Rachmaninov (cientocincuenta aniversario…) o de un Richard Strauss circunspecto en una primera parte de concierto subdividida en dos secciones: barroca y post-romántica, ambas con su subdivisión binaria.

Fue el arranque del recital de esta cantante norteamericana en el Festival Internacional de Verano de El Escorial, tercera cita de este edición titulada, con simpatía y relativo tirón mediático: From Loss to Love.

Un recital que gozó, además, de un pianista de excepción, Anthony Manoli, tanto por el ajuste agógico y, sobre todo, dinámico con la soprano, como por la riqueza de matices que sacara a un piano con todo el sabor romántico de tímbrica evocadora de otras atmósferas instrumentales implícitas. Una cualidad que se expresó con excelencia, tanto en el repertorio propio del instrumento con (nada hemos que) Liszt, Rachmaninov o Strauss, como en los arreglos de barroco citados, ya en propina, de ópera o, sin ir más lejos, la leve rúbrica hollywoodiense del acto.

Una estética de inicio barroca, Purcell y Händel​, que no abandonó las necesidades, más bien, las exigencias de proyección vocal de estos amplios auditorios, donde Radvanovsky se mueve con seguridad y gestión eficaz de los medios a su alcance, en sólidas versiones fundamentadas en sus destacadas cualidades de base.

El sesquicentenario-Rachmaninov estuvo dedicado explícitamente a su padre, amante de su música, en una de las breves presentaciones a cada uno de estos números del programa.

Un momento, tríptico de canciones, donde escuchamos un concienzudo Lied con imponentes agudos: Ne poy Krasavitsa, pri mne (Belleza no cantes).

Más lírica y breve, Zdes' khoroso (¡Qué bien se está aquí!) incluyó un momento especialmente intenso donde su voz sutil, cambiaba, en alarde de fiato, desde el velo interno a la poderosa proyección de la que esta cantante hace gala.

Su tercer episodio final, también de relativa brevedad, I wait for thee (Os espero), unió aquellos estadios "del alma" de Rachmaninov con resonancias veristas, para acometer, con premura, un exaltado romanticismo cadencial firma de la casa.

Richard Strauss mantuvo aquellas características "post"-románticas en una relectura, siempre… trascendente.

El lirismo de su imperecedero Morgen (Mañana) se destacó ya desde un elocuente preludio y, después, etéreo postludio cadencial del piano. Sin dejar casi aplaudirlo, el torbellino final de este momento-Strauss, Heimliche Aufforderung (Secreta invitación), cerraría esta primera parte.

La segunda se centró en un romanticismo más genuino con los Sonetos del Petrarca de Franz Liszt. Y genuina también, su versión, la de ambos no olvidemos, soprano y piano.

Radvanovsky, siempre en la valiosa compañía de Manoli, mostró su solidez, sin los filtros expresivos y rarificaciones varias de los movimientos estéticos previos en programa.

Recursos vocales necesarios y suficientes para un repertorio, a su vez, genuino como dije.

Si hemos de destacar alguno de estos Sonetos: Benedetto sia'l giorno (Bendito sea el día) mantuvo el testigo del primero y lo entregó a un nivel más elevado, al último. Un I' vidi in terra angelici costumi (Vi en la tierra, hábitos angelicales) cuyos últimos suspiros, sabiamente ensayados, remataron con convicción un sólido tríptico que sustanció esta segunda parte, y si me apuran, configuraron la médula misma de este concierto.

If I had known… (Si lo hubiera sabido...) de Jake Heggis abundó en un lenguaje dramático de lucimiento vocal, para abocar en La mamma morta de Andrea Chénier de Umberto Giordano, y rematar así, en agudo y justa ovación, el recital programado.

Riesgo vocal musicalmente gestionado, amplios reguladores de respiración y colocación de la voz, y poderoso dramatismo que se continuara en las propinas, donde los esmerados finales volvieron sobre aquellos alardes de fiato con espléndidos dobles reguladores, antes de afrontar el aria de Leonora Pace, pace mio Dio de La forza del Destino de Verdi.

Resonancias románticas hispanas, como ella indicó, que enlazaron con el fílmico Hollywood del Mago de Oz, más relajado. La oscarizada canción de Harold Arlen: Over the Rainbow…

Luis Mazorra Incera

 

Sondra Radvanovsky, soprano, y Anthony Manoli, piano.

Obras de Arlen, Giordano, Händel​, Heggis, Liszt, Purcell, Rachmaninov, Richard Strauss y Verdi.

FIVE-23. Festival Internacional de Verano de El Escorial. Madrid.

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