Con el Concerto Grosso para orquesta de cuerda de Ralph Vaughan-Williams arrancó el concierto de una (especialmente, por cierto) Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid bajo la dirección de Rubén Gimeno en el Auditorio Nacional de Música: la JORCAM.
Un concierto sito en plenas fechas navideñas para empezar con buen pie, mejor ánimo y desbordante fantasía, el nuevo año 2024.
Abierta y prometedora juventud, pues, sobre las tablas, con una nutrida orquesta de cuerda que realizó una versión del Vaughan-Williams citado, bien propuesta y dispuesta desde el podio. Una obra de entidad tanto estética como técnica, en uno de los odres más complejos por su unidad tímbrica, afinación y contraste dinámico del tutti con el grupo solista.
Sólido y meritorio prólogo (o mucho más que eso a la postre) para otra página más ambiciosa y ciertamente popular que trataba de sumarse al espíritu navideño circundante: Peer Gynt de Grieg (selección).
Partiendo de la idea original de servir de música incidental con la que nació esta partitura, la cantante Alexandra Tarniceru (en el himno inicial, más ajustado, y en la célebre Canción de Solveig al otro extremo) junto a la recitación de Anne Igartiburu, fueron relatando las peripecias de un Peer Gynt de fábula, contadas en la voz de su madre amantísima.
Control y precisión, disciplina en una limpia y destacada lectura, con la sana pretensión de acercar esta música privilegiada, inspirada hasta el infinito y más allá, de un universal y, sin embargo, enraizado en su tierra y pueblo, Edward Grieg.
Una frase lapidaria, redentora y romántica donde las haya, pura utopía, escuchamos para terminar el relato y reproducimos aquí (no sin cierto sonrojo…): “¡Ni riquezas ni poder, sólo el amor nos salva!”.
Luis Mazorra Incera
Alexandra Tarniceru, soprano, y Anne Igartiburu, recitado.
Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid / Rubén Gimeno.
Obras de Grieg y Vaughan-Williams.
JORCAM. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto: Rubén Gimeno.