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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Solidez técnica para una depurada estilística - por José Antonio Cantón

Alicante - 16/02/2025

La Sociedad de Conciertos Alicante, después del éxito obtenido en la anteriores visitas en los años 2015 y 2022, ha vuelto a contar con la presencia del pianista Yefim Bronfman, uno de los herederos del mejor pianismo ruso del siglo XX que es como decir de las mejores escuelas habidas nunca sobre el instrumento romántico por antonomasia; lo hacía con un programa de variada autoría en el que se pudo disfrutar de su capacidad estilística en toda su magnitud empezando con el exquisito Mozart que se concentra en su Sonata en Fa, K 332 con la que el genio de Salzburgo se expresa con toda su grandeza. Como si hubiera querido trascender la aparente sencillez formal de esta obra, que es la complejidad de la vida humana hecha música, el pianista uzbeko (Taskent, 1958) se adentró en el Allegro inicial mostrando el esencial canto que proponen sus tema principales que definen el carácter lírico dramático del compositor como ocurre en los mejores pasajes de su obra para teclado. Su cuidada pulsación fue el factor determinante en la interpretación del Adagio central, momento clave de introspección en el que aflora la esencial personalidad del autor y en este caso la enorme musicalidad del intérprete, que le sirvió para demostrar su arte de ornamentación mostrando una exquisita dulzura de toque. Su controlado poderío técnico quedó sobradamente expuesto en el Allegro assai final adoptando ese aire de rondó brillante que caracteriza a este tiempo y que el pianista reforzó en el ritornello, momento en el que quedaba reafirmada la genialidad de esta sonata.

De esencial romanticismo habría que valorar la extraordinaria recreación que hizo Bronfman de la Arabeske en Do, Op. 18 de Robert Schumann. Con una sonoridad seductora, dio vida a esta sustancial página del mejor piano en el que el autor refleja su más auténtica personalidad artística. Desarrollando un control exhaustivo de las dinámicas que alcanzaron su mayor expansión en el segundo intermedio, su factura estuvo plena en exquisita moderación lo que permitía que el auditorio disfrutara de profundas, anhelantes y apasionadas emociones. La lectura de los dieciséis últimos compases de la obra se convirtió, por la perfecta fusión de mecanismo y musicalidad, en el primer momento sublime del recital.

Éste adquiría una diferente impronta con el Segundo Libro de Imágenes de Claude Debussy que cerraba su primera parte. La brillante, rica y detallada interpretación de las tres piezas que integran esta segunda colección significaron una lección en individualización de planos sonoros, tímbrica, medida y dinámica. Así precisó desde su variado ataque la alquímica armonía que encierra la primera, Cloches à travers les feuilles, destacando con diáfana claridad expresiva los dos campos donde se manifiesta su estructura musical. Siguió en la misma línea diferenciando la sugestiva multiplicidad motívica de Et la lune descendre sur le temple qui fut favoreciendo la fascinante espacialidad que producen en el oyente los encadenados acordes de su discurso. El elevado virtuosismo que requiere la tercera pieza, Poissons d’or, parecía fácil en la manos de Yefim Bronfman, al transmitir ese extraño aire scherzante que contiene como si fuese una elegante fantasía con la que describía el zigzagueante nado de peces que llevaban al oyente a imaginarlos dotados de tropical belleza. Sin duda fue el otro momento cumbre de la actuación a tenor de la esplendorosa música y la no menor sublime recreación de sus compases.

La segunda parte de la velada fue dedicada íntegramente a la Segunda Sonata en Sol, Op. 37, “Gran Sonata” de Piotr Ilych Tchaikovsky, obra poco frecuente de escuchar en directo. Con un espíritu de superación en el sentido de elevar la categoría de esta obra de la que nunca se sintió plenamente satisfecho el compositor, se adentró en la enorme progresión en escala del Moderato risoluto que la abre, dejando una sensación de contrastado e improvisado anhelo antes de avanzar en su desarrollo después de exponer el primer tema y presentar la reexposición afianzándose hacia su coda. En el Scherzo Bronfman llegó a ese grado excelso de musicalidad que caracteriza a los grandes intérpretes logrando un dinámico aliento cuasi clavecinístico de delicado planteamiento expositivo que surgía de sus manos con espontánea naturalidad, implementado por un magistral tratamiento del pedal. El Allegro vivace final lo trató como un resumen de toda la sonata, queriendo hacer un proceso de inversión emocional en su deseo de justificar la obra más allá de los logros alcanzados en ella por el compositor, sin duda, un ejemplo de cómo puede enriquecer un intérprete el pensamiento estético que, con mayor o menor acierto, tiene toda creación artística.

Tres bises completaron la excelente actuación de este maestro del piano; siguiendo con Tchaikovsky, Canto de otoño, que determina el melancólico sonido del mes de octubre registrado en esta contrapuntística pieza; el Preludio, Op. 23-5 de Sergei Rachmaninov haciendo de su aire Alla marcia una progresión dinámica en el retorno a su inicio antes de contrastar con su abrupto y lacónico final y, finalmente, el Estudio Op. 10 núm.12 de Federico Chopin en el que expuso con curiosa contención los desgarradores sentimientos que transitan por esta famosa pieza del gran compositor polaco. Se terminaba así uno de los recitales más esperados de la selecta programación organizada por la Sociedad de Conciertos Alicante para la presente temporada en su constante aspiración de crecimiento manteniéndose como uno de los más importantes referentes culturales de la ciudad.

José Antonio Cantón

 

Sociedad de Conciertos Alicante

Recital de piano de Yefim Bronfman

Obras de Debussy, Mozart, Schumann y Tchaikovsky

Teatro Principal de Alicante, 10-II-2025

 

Foto © Angel Yuste

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