La armenia Sofya Melikyan se plegó al exótico Concierto para piano (Egipcio) nº 5 Op. 103, de Camille Saint Saëns en un programa con la Real Filharmonía de Galicia dirigida por Jaume Santonja, que añadía la Sinfonía nº 9, en Si m. Op 43, de Louis Spohr, modelo de paisajismos estacionales de pinceladas autobiográficas. Saint-Saëns, con el Concierto en Fa M. nº 5 op. 103, recibirá el curioso nombre de El Egipcio, por personales afinidades del autor con exotismos sui generis, en tiempos en los que todavía, los argumentos llamados filológicos no tenían fundamentos reconocibles. Una sencilla estancia en Luxor, fue razón de más para decidirse por esta curiosa aventura musical. Un destilado pues de imaginarios exotismos de vaguedades arabizantes en boga y a libre vuelo sin exigencias mayores. Un concierto bien tramado por la solista quien tendría como detalle un bis con Almería, de la Suite Iberia de Albéniz.
En resumen, un concierto dentro de los parámetros clásicos en tres movimientos, partiendo el inicial sobre un acorde en Fa M., en el que el piano trazará la pauta a seguir, siempre dentro de un lirismo que se confirmará en el conjunto de la obra y que en el segundo movimiento mostrará pinceladas de un estimulante cromatismo- con seguridad el más apetecible entre la solista y el director-, en el que no será difícil encontrar similitudes estéticas con la que será su gran obra escénica, la ópera Samson et Dalila, concretamente en el aria Mon coeur s´ouvre a ta voix. Destaca igualmente el pasaje en Sol que resulta en lo imaginario un canto de amor nubio que según el autor, había escuchado cantar a los remeros del Nilo. El talante rapsódico, resultaba evidente por sí mismo y que se resume en un ejercicio de libre fantasía, en la que para mayores resultados, entrarán en juego el gamelán y las resonancias en quintas aportadas por el propio piano y la utilización de cadencias imperfectas.
Alfred Cortot, insigne pianista y maestro no quiso quedarse al margen en cuanto a la valoración de obra tan curiosa: Saint Saëns nos impone una visión de Oriente, pero de un Oriente visto con unos ojos demasiado occidentalizados, nos parece como para que de él se desprenda otra cosa que una noción superficial de aspectos inmediatos. ¿Es preciso el Final eminentemente virtuoso? Para completar con forma sonata, tiene dos temas surtidos de numerosas variantes pianísticas pero sin personalidad a pesar de los episodios efervescentes y excitantes y una orquestación que destaca por una elegancia buscada para la resolución de un exotismo diletante. Seguirá pues el maestro Alfred Cortot, con su tajante apreciación, sentenciado: Un torbellino de estrellas chispeantes. Pero nada puede sustituir la ausencia de ideas musicales dignas de interés, la ausencia de encanto oriental propiamente dicho.
Spohr en la Sinfonía nº 9, en Si m. Op. 43 (Las Estaciones) sobre dos grandes secciones de dos movimientos cada una hilvanadas a través de elementos de transición. En lo previsible, un Allegro maestoso invernal dominado por poderosos acordes y una coda de talante dramático, que se diluyen en un Moderato que evoca un mundo de aves primaverales, consustancial a otras obras típicas de la época y que un estudiado tempo Largo, realza en amplitud un pasaje lánguido y apacible, en el que la sección viento-madera, nos transportan a una ambientación de distantes climax tormentosos que dejan un tratamiento orquestal propicio para el canónico Allegro vivace en el que las trompas acaparan la última palabra en una transición otoñal en L´istesso tempo, con licencias festiva de vendimiadores en plena faena que reafirma una especie de himno colectivo. Una orquestación de un trabajo que se pretende perfectamente testimonial y cuyas afinidades, no será difícil de descubrir para el común de los aficionados. Obra previsible en su planteamiento, de la que el director saldría airoso ateniéndose a lo limitado de sus pretensiones.
Ramón García Balado
Sofya Melikyan
Real Filharmonía de Galicia / Jaume Santonja.
Obras de C. Saint Saëns y Louis Spohr
Teatro Afundación Vigo
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
Foto © Xaime Cortizo