La inauguración de la temporada 2021-2022 de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria tuvo un cierto sabor a deja vu, al recuperar la propuesta con la que se pretendía inaugurar la temporada pasada 2020-2021 y que la Covid19 impidió: La Novena Sinfonía de Beethoven. En este momento las restricciones se han suavizado lo suficiente para permitir interpretar la magna obra beethoveniana, aunque con limitaciones de aforo, distancia de seguridad y mascarillas, tanto entre el público como entre músicos y coro.
La novena de Karel Mark Chichon siguió la senda historicista de las otras sinfonías bethovenianas ofrecidas por nuestro director artístico, aunque en esta ocasión el resultado fue más problemático, ante unos planteamientos escasamente flexibles, especialmente en los tempi, muy ágiles en todo momento, lo que redundó en una lectura excesivamente agitada.
El primer movimiento tuvo una lectura arrebatada, con un timbal situado en primer plano, aspecto que se repitió durante toda la obra, de una fiereza impactante, pero que terminaba por saturar al oyente al no estar lo suficientemente contrastada con los momentos más sosegados, que la batuta no recreó suficientemente. Faltó equilibrio entre las diferentes voces, con unos primeros violines al límite de su capacidad articulatoria, superados en volumen por las maderas en diferentes ocasiones.
El scherzo fue igualmente resolutivo, aunque aquí la parte central estuvo algo más destacada, con un juego entre cuerdas y maderas más nítido. El mágico adagio central fue el movimiento que más se resintió de los planteamientos de la batuta. La celeridad de los tempi y el sonido seco de las cuerdas restringieron cualquier asomo de lirismo, con un fraseo que no terminaba de despegar.
Afortunadamente con el último movimiento y su conjunción de solistas, coro y orquesta surgió el gran director operístico que atesora Chichon. Además los tempi se relajaron, lo que propició un fraseo más relajado y una plasmación más diáfana y variada de las diferentes secciones. Notable el cuarteto solista, del que destacaron el vigor de Edelmann en el recitativo de apertura, el hermoso timbre de tenor lírico de Airam Hernández y la suficiencia con que Urbieta superó una parte de soprano especialmente ardua.
El Coro de la Filarmónica de Gran Canaria tuvo una noche afortunada. Conjuntado, seguro en la afinación, con un sonido redondo en todas las tesituras, sin forzar en los grandes tutti, superó el hándicap de su reducido número, 40 componentes, y el hecho de cantar con mascarilla. Chichon consiguió una adecuada y variada plasmación de las dinámicas con pasajes en piano y crescendos bien perfilados.
La velada concluyó entre el entusiasmo general del público asistente.
Juan Francisco Román Rodríguez
Miren Urbieta-Vega, soprano. Anna Alás i Jové, mezzo. Airam Hernández, tenor. Paul-Armin Edelmann, baritono.
Coro OFGC / Luis García Santana, director.
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Karel Mark Chichon.
Obras de Beethoven.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.