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Crítica / Seong-Jin Cho confirma la alternativa en Grandes Intérpretes - por Juan Berberana

Madrid - 04/06/2023

Dos años después de su primera, y espectacular, presentación en el ciclo Grandes Intérpretes, el pianista coreano Seong-Jin Cho repite, con un éxito mayor, si cabe (probablemente los aplausos más intensos de este año, y un Auditorio Nacional en máximos de ocupación desde el recital de Sokolov en marzo). Alejado ya de la “obligación” de incorporar en sus programas obras de Chopin (ganó el concurso de Varsovia en 2015), este año pareció centrarse en el repertorio que realmente le cautiva, repitiendo entre los autores solamente a Ravel.

Abrió con Brahms, en una selección de cuatro de las piezas opus 76 (las 1,2,4 y 5). Un Brahms sobrio, de pulsación contenida. Soberbio. Intentando transmitir que su piano no solo es técnica y virtuosismo. Nos quedó muy claro. Y, curiosamente, es donde el público se mostró más distante. Extraño. El grueso de la primera parte se centró en las cinco piezas que conforman Miroirs (Espejos), de Ravel. Nuevamente Ravel. Es evidente que el coreano siente especial atracción por el piano impresionista, donde parece consolidarse como uno de sus mejores recreadores de la actualidad (ya en 2017 grabó uno de sus primeros discos, con una selección de obras de Debussy, para Deutsche Grammophone).

Miroirs es un corpus complejo. Surgido del instinto un tanto “gamberro” de Ravel, a principios de siglo XX, cuando él, y sus amigos, se tenían por auténticos paladines de la música de su tiempo. Cada pieza está dedicada a uno de ellos (incluido Ricardo Viñes, que estrenó la obra en 1906), lo que hace que el espíritu de cada una difiera del resto. El coreano bordó todos los sentimientos y semblanzas, una a una. Desde la pajarería de Oiseaux tristes, pasando por los aires españoles de la Alborada del gracioso, hasta el cromatismo místico de La vallée des cloches. Brillante y sincero al mismo tiempo. Espectacular. Un Ravel para recordar.

En la segunda parte Cho se dejó llevar por el romanticismo más “animal” de Schumann, sus Estudios Sinfónicos, opus 13. Donde el coreano reunió en una obra todas sus virtudes como pianista. Con una ejecución técnicamente inmaculada, infalible deja, a su vez, que el romanticismo de Schumann se desborde de una manera casi pasional, en este conjunto de piezas cortas más próximas a la variación que realmente a los estudios. Y es lo que el público entendió y supo agradecer, con los aplausos más calurosos. Brillante como pocos en Schumann, como lo es en Chopin, donde labró su fama hace apenas unos años. Nuestro pianista dejó muy claro que todos los estilos a los que se enfrente los domina, con una madurez impropia de su edad. Un prodigio.

Grandes Intérpretes aprovechó la cita para anunciar el ciclo 23/24, que pasa a iniciarse en año escolar (el próximo septiembre), en lugar de año natural. Diez conciertos, con la novedad de Josu de Solaun o del asturiano Martín García, que en la edición 2021 alcanzó el tercer premio del Concurso Chopin, siendo así el primer español en la historia del certamen en subirse al podio. Un auténtico hito, que podremos entender en marzo de 2024.

Juan Berberana

 

Seong-Jin Cho, piano

Obras de Brahms, Ravel y Schumann

Auditorio Nacional, Madrid

 

Foto © Harald Hoffmann

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