Madama Buttefly tuvo el discutible honor de acaparar las dos únicas representaciones operísticas previstas en Santander para todo el año 2024 en lo que ha sido y parece que será el parco homenaje que la capital cántabra rinda a Giacomo Puccini en el centenario de su fallecimiento. No corren vientos de prosperidad, así que se hace lo que buenamente se puede y, en este sentido, el acuerdo entre el Gobierno de Cantabria y la Fundación Òpera a Catalunya de programar una ópera al año (primero, fue Rigoletto y el año pasado, Don Giovanni) en el Palacio de Festivales es una solución digna y sostenible para que el público santanderino siga disfrutando del género lírico y, a veces, más que eso.
La puesta en escena concebida por Carles Ortiz, sin ir más lejos, ofreció una admirable combinación de inteligencia, oficio e instinto teatral. Un gesto o una postura -como la de Pinkerton, de espaldas al público, con una mano en el bolsillo del pantalón y la otra sosteniendo un cigarro que apura con una despreocupada suficiencia- bastan para caracterizar a un personaje. Y un sencillo juego de luces, para crear un ambiente cargado de contenido poético que la música hará inolvidable. En este sentido, ojalá la correcta Orquesta Sinfónica del Vallès y la dirección de Daniel Gil de Tejada hubieran ido un poco más allá al contarnos el drama y resaltar la riqueza tímbrica y el exotismo de la partitura, pero el resultado fue más que suficiente.
Si el decorado resultó algo pequeño para el escenario de la Sala Argenta, algo parecido ocurrió con el Pinkerton de Vicenç Esteve, justo de volumen y extensión. A su lado, el Sharpless de Carlos Daza lució empaque vocal y un timbre interesante, aunque le faltó un punto de desenvoltura escénica; de eso, anduvo sobrada, por el contrario, la Cio-Cio-San de Carmen Solís, que compuso una conmovedora geisha gracias a una voz lírica de buen volumen y proyección. Bien cantada y mejor actuada, fue justamente aplaudida tras el siempre esperado Un bel dì vedremo y el dúo con la buena Suzuki de Anna Tobella.
Tanto el coro como el resto del reparto se desempeñaron con corrección y catalana eficiencia.
Darío Fernández Ruiz
Madama Butterfly.
Carmen Solís, Vicenç Esteve, Carlos Daza, Anna Tobella.
Orquesta Sinfónica del Vallès y Coro de Amigos de la Ópera de Sabadell. Daniel Gil de Tejada (director)
Sala Argenta del Palacio de Festivales de Santander
Foto © Miguel de Arriba