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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Sentido, expresividad y talento - por José Antonio Cantón

Alicante - 12/04/2025

Varios motivos hacían que la cuarta presencia de la Orquesta Filarmónica de Londres (LPO) en el escenario del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) generara gran expectación entre los asiduos melómanos a su cada vez más atractiva temporada sinfónica. En primer lugar la vuelta del maestro moscovita Vladimir Jurowski con los que han sido sus pupilos durante más de una década hasta que accedió al cargo de Director General de la Ópera Estatal de Múnich, que actualmente detenta; en segundo la actuación de la joven violinista noruega Vilde Frang, uno de los grandes valores de su generación, constituyendo el tercer motivo de atención el contenido del programa; dos obras emblemáticas del mejor repertorio orquestal beethoveniano, la Obertura Coriolano en Do menor, Op. 62 y la universal Quinta Sinfonía en Do menor, Op. 67, completadas con el poco frecuentemente interpretado Concierto para violín y orquesta en Re menor, WoO.23 de Robert Schumann, obra tardía del gran músico sajón (su última gran composición para orquesta), que nació marcada por una controvertida aceptación por parte del admirado violista contemporáneo Joseph Joachim, para quien estaba destinada.

Tanto el maestro Jurowski como la solista afrontaron la interpretación de esta pieza concertante con la inteligencia que requiere siempre un análisis sereno llevado a un alto nivel expresivo interpretativo, consecuencia de una habilidad y destreza en la comprensión de la obra desde parámetros estrictamente musicales sin ningún tipo de influencia exterior al impulso interior de su creador. Es así que tal planteamiento se ha constituido en uno de los elementos más relevantes del concierto en esa dimensión en la que una obra que se encontró denostada durante largo tiempo adquiría con estos intérpretes una dignidad estética muy significativa acorde con la indiscutible trascendencia creativa de Robert Schumann.

Vladimir Jurowski mantuvo ese protagonismo de saber manejar el instrumento orquestal al servicio de la obra quedando, en apariencia, en un segundo plano ante la relevancia de la solista oslense que, situada a un alto nivel de concentración, se dispuso a la lectura del primer movimiento indicado A un ritmo fuerte, no demasiado rápido que aumentaba en el oyente la sensación de control que ejercía la violinista en cada matiz dinámico y en todo el proceso expositivo, desarrollado siempre con esa claridad de articulación y determinación de fraseo que distingue a los grandes virtuosos. Vilde Frang ha sabido integrar el prodigioso sonido de su instrumento, que llevaba a recordar al de la mejor escuela violera de Cremona, dentro de la orquesta, especialmente en la sección de violines, con una complacencia ante el equilibrio y conjunción tímbrica que se reflejaba en el rostro de la solista de manera destacada en el punto culminante de la recapitulación, al regresar al tema secundario del primer movimiento que incluye su propio acompañamiento de semicorcheas continuas, pasaje que expuso con enorme musicalidad. En el breve segundo movimiento, un Lento de especial candor, la violinista quiso demostrar por qué el violín es de los instrumentos que mejor transmiten sensaciones, emociones y sentimientos a través de su tesitura aguda, dejando de manifiesto su alto sentido cuando en su recapitulación aumentó de intensidad dinámica aprovechando el cambio de tono. En el aire Animado, pero no rápido del último tiempo, el más débil de la obra, se pudo apreciar cómo los tres elementos intervinientes, solista, director y orquesta, afrontaron dicho hándicap con un solvencia profesional y artística realmente admirable, dejando el pabellón del autor en el lugar que le corresponde al saber conectar y por tanto llevar a recordar la línea melódica con la que se abre el movimiento lento, generando así esa unificación que persigue el compositor en el particular e insistente aire danzante polonés que caracteriza la parte final de esta obra.

Ante el unánime reconocimiento del público, Vilde Frang ofreció un bis de especial fuste; el último movimiento de la Sonata para violín y continuo en Re menor (Giga senza basso) del violinista y compositor barroco nacido en Módena en el otoño del año 1676, Antonio Maria Montanari, que generó admiración por la vitalidad y limpieza que imprimió a su ejecución.

En cuanto al Beethoven de Jurowski y los filarmónicos londinenses sólo cabe seguir admirándolos por la lección que supuso el dramatismo de su versión del Op. 62, generando la inevitable contraposición temática que lo caracteriza con una hondura y una intensidad realmente admirables, llegando a la esencia de ese pathos inigualable que define la bondad, verdad y belleza que dominaba el compositor en el último tercio de su vida, superando ampliamente así el destino de música incidental para el que fue compuesta esta obertura.

Otro tanto se puede valorar la versión de la Quinta Sinfonía, por antonomasia, con la que se pudo disfrutar del entendimiento absoluto entre maestro y orquesta llevado a un grado de automatismos, resortes, anticipación y respuesta que sólo han sido posibles cuando la capacidad artística se ha dado al máximo nivel técnico y artístico, haciendo difícil cualquier tipo de comparación. Ya tuve ese pálpito cuando escuché por vez primera a este director con esta misma orquesta (LPO) hace diecisiete años en una soberbia interpretación de la Patética de Tchaikovsky en Murcia, que nos acaparó el sentido y la sesibilidad a los que tuvimos la suerte de estar presentes en aquella velada. La riqueza estética que allí se pudo admirar no ha hecho sino consolidarse con el paso del tiempo hasta tal punto que se le puede valorar como una de las grandes batutas del momento en el panorama internacional. Su autoridad, maestría y talento en el pódium han quedado también refrendados en esta ocasión, llevándole a protagonizar uno de los conciertos más atractivos de la presente temporada del Auditorio de la Diputación de Alicante.

José Antonio Cantón

 

London Philharmonic Orchestra (LPO)

Solista: Vilde Frang (violín)

Director: Vladimir Jurowski

Obas de Beethoven y Schumann

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 07-IV-2025

 

Foto © Simon Jay Price

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