En nuestra anterior crónica sobre la integral que el Círculo de Cámara del Círculo de Bellas Artes madrileño está dedicando a los cuartetos de D. Shostakovich a cargo del Cuarteto Mandelring, nos despedíamos ‘esperando que las circunstancias permitan al Mandelring mantener sus siguientes compromisos con la integral de Shostakovich, aunque tengan que atravesar el continente en coche una vez más’.
Por suerte, en su última visita el cuarteto alemán acudió puntual a la cita, y pudimos saber que en esta ocasión lo habían podido hacer en avión, aunque nos tememos que esta circunstancia no es indicativa de ninguna normalización en la vida cultural europea, ya que el cellista del grupo explicó al público en un casi perfecto español, que desde su anterior cita con el público madrileño y con Shostakovich no habían tenido ningún concierto en Alemania.
En esta nueva entrega pudimos escuchar los cuartetos ns. 5, 6, 7, y 8, en el escrupuloso orden de catálogo que se está siguiendo, un acercamiento a la música de Shostakovich de manera cronológica, lo que permite entender algunos aspectos de su labor creativa, resaltando en esta ocasión principalmente el carácter sumamente personal e íntimo de sus cuartetos. Estos cuatro están escritos entre 1952 y 1960.
Indudablemente, el más conocido de ellos es el nº 8, "Dedicado a la memoria de las víctimas del fascismo y de la guerra". Dedicatoria que podría parecer fuera de lugar para una pieza que, junto a los demás cuartetos, reafirma en cada nota el carácter íntimo de su escritura. Porque comienza con el monograma Re-Mi bemol-Do-Si, es decir, las notas correspondientes a las iniciales D.Sch. ¿Se identificaba Shostakovich como una víctima más? ¿O es fruto de la honda impresión que le produjo ver las ruinas de Dresde y decidió escribirlo desde su yo más profundo? ¿Pensaba, quizá, que ya no escribiría más?
Cuando escucho ciertos fragmentos de Shostakovich me vienen a la mente imágenes de esculturas de Chillida, Baltasar Lobo, de H. Moore… Pesadas piezas de hierro que buscan escapar de lo textual para entrar en lo metafórico, que juegan con el espacio y la materia como lo hace Shostakovich con la intensidad y los pianissimi, con las reiteraciones y las danzas. Es entonces cuando también recuerdo obras de Chirino y algunas grandes pero livianas esculturas de Calder… Y el hierro y la música se transforman mutuamente en poesía.
La música de Shostakovich casi nunca te alegra el día, es innegable, pero te hace reflexionar, y eso es tan satisfactorio o más que el mero entretenimiento.
En cuanto a la reseña del concierto que nos ocupa, prácticamente se escribe sola, ya que la calidad del cuarteto Mandelring es tal que su sonido y su interpretación carece de fisuras, su línea interpretativa se mantiene inalterable y su personalidad resulta tan homogénea que no importa si vienen de realizar una gira internacional extenuante o han pasado meses sin tocar en público, como es el caso en esta ocasión.
El conjunto posee un sonido afilado, un sentido del ritmo, una musicalidad en cierto modo seca, más germana que rusa, si asociamos lo ruso a cierto sentimentalismo ¿Pero son estereotipos, tan acostumbrados estamos a asociar ciertas características a las escuelas artísticas de cada país? En cualquier caso, esas características están ahí, y definen bastante bien el carácter de este cuarteto, que nos brindó otro superlativo concierto, a la espera de que llegue el tercero de los recitales de esta integral.
Blanca Gutiérrez
Círculo de Cámara del Círculo de Bellas Artes
Cuartetos de D. Shostakovich
Cuarteto Mandelring
Foto: El Cuarteto Mandelring durante su interpretación en el CBA de Madrid.