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Crítica / Schubertiada madrileña - por Juan Gómez Espinosa

Madrid - 04/02/2023

Que Elisabeth Leonskaja es una de las grandes no lo duda nadie. Su dominio del teclado está lleno de sabiduría y ha dado prueba de ello en infinidad de conciertos y grabaciones. Que programe una velada en forma de schubertiada cuando tantas veces ha demostrado su conocimiento del vienés promete la mejor de las experiencias.

El pasado jueves en Madrid, Leonskaja llegó acompañada para homenajear a Franz. El resultado, un paso por delante de lo agradable, pero no excepcional. La Sonata para violín no es de lo mejor que compuso Schubert (tienen más gracia sus sonatinas, por ejemplo, aunque sean de formato más pequeño), pero el problema no fue ése, sino los intérpretes.

Leonskaja se mantuvo en un segundo plano en el que, salvo en unos pocos momentos brillantes, no demostró ni torrente ni lirismo. A su lado (o, mejor dicho, por encima), Spadano se convirtió en una presencia excesiva. El violinista es un músico dinámico y tiene un magnífico sentido del ritmo, pero su sonido ni es bello ni interesante ni imaginativo ni está cuidado; los matices desde mezzo piano hacia abajo, las pocas veces que los hubo, resultaron pobres, casi renqueantes, y los agudos en forte olvidaron eso llamado afinar.

Por suerte, a continuación le tocó el turno a esa Fantasía que es un monumento para el teclado compartido. Mientras que la Sonata es una composición de primera juventud, llena de ingenuidad y casticismo vienés (sí, eso existe; y da grima tanto terciopelo), la Fantasía pertenece a la última juventud (Franz siempre fue joven), cuando san Pedro ya movía las llaves sifilíticas.

El contraste entre ambas obras resultó obvio, pero no solo por las esencias de cada una, sino por la ejecución. Leonskaja por fin dio un paso al frente y pudo apreciarse toda su técnica, sólida, inteligente y capaz de tanta fuerza como delicadeza. La técnica de una maestra. Junto a ella (sí, esta vez sí junto a ella), otra pianista fabulosa, Alba Ventura. La fusión entre ambas fue perfecta. Articulaciones, dinámicas y expresividad se apreciaron como nacidas de una sola instrumentista (de cuatro manos). Quizá se echara de menos algo más de introspección en ese tema principal que es un vaivén emocional, pero esto ya es una cuestión subjetiva. La interpretación resultó espectacular sin caer nunca en el circo.

La segunda parte del concierto se dedicó a ese monstruo maravilloso y complejo que es el Quinteto. No posee ni la ligereza de la Sonata ni el desasosiego de la Fantasía, pero sí todo el saber creativo de Schubert. Una obra maestra. El primer movimiento encendió la señal de alarma: de nuevo, la presencia del violinista resultaba excesiva, y la calidad del resto de la plantilla, empezando por la precisa viola de Kang, no lucía. La pianista volvía a replegarse. Todo se arregló en el segundo movimiento, un Andante en el que cada instrumento intensificó su papel hasta que todo quedó compensado, empezando por Leonskaja y siguiendo por Balan y Moro, disfrutando y jugando juntos en sus registros graves.

El resultado fue una lectura brillante, dinámica y coordinada perfectamente pero con naturalidad, algo que un genio de la polifonía como Schubert, luminoso y oscuro, siempre requiere. Una lectura, además, llena de fuerza. Esto último es reseñable por una razón de peso: hasta no hace tanto, en libros y bocas de especialistas se definía a Schubert como un "Beethoven femenino". Nunca he sabido muy bien qué es eso de lo femenino y lo masculino en esencia, pero resulta evidente que esos libros y bocas se conducían por una visión tan rancia como reducida (de neuronas); la misma que llamaba masculinos a los finales que coincidían con el acento principal de un compás y femeninos a los que caían en parte débil; la misma que considera que una pianista no puede alcanzar la fuerza de un pianista.

En fin, esa visión no ha escuchado el Adagio del Emperador del macho-alfa Beethoven, ni ninguna partitura de Schubert, ni, por supuesto, a Martha Argerich o Elisabeth Leonskaja.

Juan Gómez Espinosa

 

"Una Schubertiada con Elisabeth Leonskaja".

CNDM. Liceo de Cámara XXI. Temporada 2022/2023.

Obras de: Franz Schubert (Sonata para violín y piano en la mayor ‘Gran dúo’, D 574; Fantasía en fa menor, para piano a cuatro manos, D 940; Quinteto para piano y cuerdas en la mayor ‘La trucha’, D667)

Intérpretes: Elisabeth Leonskaja (piano), Alba Ventura (piano), Massimo Spadano (violín), Wenting Kang (viola), Dragos Balan (violonchelo), Rodrigo Moro (contrabajo).

Fecha y lugar: 1 de febrero de 2023, Auditorio Nacional de Música (Sala de Cámara).

 

Foto © Elvira Megías

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