La Scala había vuelto con fuerza luego del cierre de enero, con conciertos sinfónicos y de óperas completas. Yo debería haber visto en esa forma Aida incluso con la presencia de Jonas Kaufmann por la dichosa enfermedad que golpeó a Francesco Meli, pero luego alguien más cayó enfermo y se cambió por un concierto con algunos de los que iban a cantar (y ya no cantarán) La Bohème (que iba a ser en forma escénica) y Kaufmann.
Así las cosas hubo dos conciertos ‘inesperados’. Uno, este que comento, y el otro, que seguirá, por quienes son considerados mayoritariamente los divos más relevantes de sus cuerdas. En el caso de Netrebko también forma parte de un proyecto de cd con arias de óperas italianas y alemanas (este último capítulo esta-ba- programado para más adelante. Veremos).
Se trataba de la primera presentación oficial de Anna Netrenko luego de su paréntesis forzado por el virus (no soy de los que siguen las redes sociales, pero sé que ha estado inundada de mensajes y vídeos de la cantante).
Se mostró en gran forma aunque, como siempre, cuanto más interpreta un personaje mejor lo canta, y, personalmente, la prefiero en Verdi, de quien interpretó la primera aria de Aida (mejor que en el Met) y una reina de Don Carlo con su gran aria (mejor que en Barcelona). Su Adriana Lecouvreur (segunda aria) fue mejor que cuando la vi en Viena, y probablemente lo mejor de la noche haya sido la despedida de la vida de Manon Lescaut (que nunca le vi ni oí antes). Por el contrario ni la decisión de morir de La Gioconda ni, sobre todo, ‘el’ aria de Butterfly me terminaron de convencer, en especial en la segunda por un registro grave exagerado y fuera de lugar, que en la primera se antojó inventado si no opaco.
La orquesta estuvo estupenda y Riccardo Chailly inspirado, en especial en los intermedios de la obra de Cilèa y la Manon pucciniana. La ‘danza de las horas’ de Ponchielli estuvo muy bien, pero muy marcial y rítmicamente encorsetada en especial en la primera parte. Abría el programa la obertura de Aida, que Verdi escribió para el estreno en la Scala y antes de la primera función retiró: fue interesante sobre todo comprobar la capacidad analítica de Verdi ya que de haber quedado la obertura habríamos asistido a algo demasiado largo y no muy afortunado luego de la primera sección (el preludio actual). Localidades agotadas (dentro del aforo permitido) y grandes ovaciones.
Jorge Binaghi
Anna Netrebko, soprano, y Orquesta del Teatro. Director: Riccardo Chailly.
Arias y fragmentos sinfónicos de óperas italianas.
Teatro alla Scala, Milán.
PARTE II - KAUFMANN
Lo que hasta el momento ha sido el último momento ‘vocal’ en la Scala fue esta ‘Liederabend’ que logró buena presencia y acogida gracias a la presencia del divo, ya que se sabe que en la Scala (y en Italia) no es que el canto de cámara despierte pasiones.
Luego de su precipitado concierto operístico en lugar de Aida, acompañado por Hartig, Garifulina y Olivieri con la dirección de Luisi, presentó el nuevo cd que grabó durante el confinamiento (el primero), con su profesor, amigo y acompañante preferido, Deutsch, quien dio otra de sus lecciones en su territorio de elección. De común acuerdo decidieron suspender la pausa para evitar problemas con el toque de queda que justamente entraba en vigor.
Aunque a no pocos críticos y conocidos les resultó un programa monótono y encontraron también pegas a su modo de cantar (especialmente en las notas filadas) que no le suelen encontrar, o pasan por alto, en sus interpretaciones operísticas, debo decir que a mi entender es en este repertorio donde aflora lo mejor del tenor y donde más comprensibles son esos ‘manierismos’ que a mí me molestan más en sus personajes operísticos, en particular italianos. La voz está más oscura (naturalmente, no como antes) y con una cierta aspereza que no le quita belleza ni interés y llega con comodidad y sin esfuerzos.
El artista, que se comunicó en un buen italiano más de una vez con el público, afirmó que el programa podía resumirse en tres palabras: “dulzura, amor, soledad’. No me parece a mí que esto sea monótono o inapropiado para el momento que vivimos. Desfilaron, sin guardar un orden de autoría ni temático o cronológico, páginas muy conocidas –otras menos- de Schubert, Beethoven (buena ‘Adelaide’), Mozart, Silcher, Mendelssohn (un fantástico ‘Gruss’), Schumann (en el que Deutsch resultó memorable, en particular en ‘Mondnacht’, un Liszt genial (Es muss ein Wunderbares sein’), Grieg, Bohm, Zemlinsky, Strauss (excelente ‘Zueignung’, pero mejor ‘Allerseelen’, bastantes distanciadas la una de la otra), Brahms (un buen ‘Wiegenlied’, particularmente difícil para una voz masculina y oscura), Dvorak (tal vez la celebérrima ‘Als die alte Mutter’ fue la que más aplausos cosechó, aunque la cantó, como algunas otras, en la traducción alemana y no en la lengua original), Chopin, Chaicovsky, Wolf y Mahler (un notable ‘Ich bin der Welt abhanden gekommen’).
Luego de dos bises también de canción alemana, cantó una romanza de Refice (‘Ombra di nube’)y sobre todo una muy expresiva (tal vez un punto enfática y gesticulante) ‘Core ‘ngrato’ que hizo las delicias del público.
Jorge Binaghi
Jonas Kaufman, tenor, y Helmut Deutsch, piano.
Concierto de lied.
Teatro alla Scala, Milán.
Foto: Recital de Anna Netrebko con Riccardo Chailly en el Teatro alla Scala, Milán / © Brescia e Amisano - Teatro alla Scala