El Festival Internacional de Santander arrancó su septuagésimo primera edición con una sensacional velada barroca protagonizada por el Coro Monteverdi, los English Baroque Soloists con su ínclito fundador John Eliot Gardiner al frente y un programa de tres obras señeras titulado “Sacrificio”. No es para menos, teniendo en cuenta que en él se recrean el de la hija de Jephte en el oratorio homónimo de Giacomo Carissimi, el de Jesucristo en el Stabat Mater de Domenico Scarlatti y el implícito en la misa de réquiem por la muerte del príncipe Enrique II de Reuss-Gera con que comienzan las Musikalische Exequien de Heinrich Schütz.
Todo aquello que suena a “sacrificio” goza de mala reputación en nuestro tiempo; el porqué se comprende fácilmente cuando uno repasa las siete acepciones que el Diccionario de la Real Academia Española recoge para este término y lee palabras como “matanza”, “guerra”, “peligro”, “repugnancia” o “cruenta”. Pero lo que el DRAE calla es que esa negación de uno mismo que conlleva el concepto de sacrificio ha sido y sigue siendo el motor de los actos más nobles del ser humano.
Nobleza, elevación, ofrenda, trascendencia son ideas que vienen una y otra vez a nuestra mente cuando escuchamos esas tres magníficas obras. Pero para que esas ideas se conviertan en emoción y la música logre su misión última de conmovernos, hace falta unos intérpretes excepcionales y Gardiner y los suyos lo son, tanto los veinte integrantes del coro como los cinco instrumentistas: Kinga Gáborjáni (viola da gamba), Elisa La Marca (laúd), Gwyneth Wentink (arpa), James Johnston (clave y órgano) y el español Miguel Pliego García (contrabajo).
Así que pasó lo que tenía que pasar: que la pureza de las voces, su perfecto empaste y afinación, el fraseo exquisito, el juego de armonías imposibles y el quintaesenciado acompañamiento instrumental deslumbraron a un auditorio sobrecogido que mereció una propina monteverdiana marca de la casa.
El Festival Internacional de Santander se ha apuntado un tanto indiscutible con el regreso de Gardiner. El pasado 20 de julio, el director inglés ofreció este mismo programa en el Festival de Salzburgo y, ante un inexplicable afán de subrayar una singularidad que su prestigio ya le procura, el crítico del New York Times se apresuró a decir que se trataba de una oportunidad única, ya que no podría escucharse en ningún otro lugar. Alguien debería decirle que Santander, como Teruel, también existe.
Darío Fernández Ruiz
The Monteverdi Choir y the English Baroque Soloists.
John Eliot Gardiner, director.
Festival Internacional de Santander
Foto © Pedro Puente