El reciente fallecimiento de Mariss Jansons impidió su actuación programada junto a la Sinfónica de la Radio de Baviera, siendo sustituidos ambos -director y orquesta- por la Filarmónica de San Petersburgo con su titular a la cabeza.
La primera parte nos ofreció un Primero de Beethoven old fashioned, un Beethoven a la vieja usanza correctísimo en su ejecución pero con un olor a naftalina que hoy día queda fuera de los usos incluso para los conjuntos sinfónicos no historicistas. Todo estuvo en su lugar, sin lugar a duda, pero el gigantismo de la plantilla, su omnipresente vibrato, el infinito legato del fraseo en la cuerda y la excesiva homogeneidad articulatoria de cada pentagrama, acabó por empaquetarnos una de tantas versiones de tonos grisáceos y olvidables.
Se esforzó desde el piano el joven Abduraimov por contagiar entusiasmo a unos atriles poco propensos a la empatía, tan milimétricos como hieráticos, que asistieron impasibles al derroche gesticulatorio desplegado por el solista. Éste, con un cantabile bien definido acabó por resultar, compás a compás, tan previsible como cualquier alumno aventajado con la lección bien aprendida.
Tras el descanso, el lentísimo enfoque de la fanfarria inicial de la Cuarta nos permitió augurar algo novedoso. Sin embargo, pasado ese poco usual comienzo todo volvió a la senda de la rutina. Evidentemente, calificar un Chaikovski de los petersburgueses de rutinario es referirnos a una ejecución cuasi inmaculada -a excepción de unas maderas sin brillo-; lo que ocurre es que si al melodismo edulcorado de esta obra se le despoja de sus dosis de dramatismo -Andante sostenuto inicial- y de gracia -Andantino- el resultado se queda en un monumento paquidérmico que, a juzgar por la efusiva entrega del público, no resultó del todo mal recibido.
El venerable Temirkanov, pétreo, parco desde su salida al podio hasta su último saludo, dirigió con la misma frialdad con la que tocaron sus filarmónicos, funcionarialmente irreprochables pero sin el menor destello de emoción.
Juan García-Rico
Behzod Abduraimov, piano. Filarmónica de San Petersburgo. Yuri Temirkanov, director.
Obras de Beethoven y Chaikovski.Ibermúsica.
Auditorio Nacional, Madrid. 2020-ene-23.
Foto © Rafa Martín / Ibermúsica