Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Roussel y Debussy se rinden ante Gubaidulina

Santiago de Compostela / Ferrol - 16/11/2020

Una rareza de Debussy, la Sinfonía en Si m., composición de juventud por la que no sentía aprecio alguno. Perdida y postergada, sobrevivió en el tratamiento para dos pianos, llevado al disco, pero lo que recibíamos, era el planteamiento orquestal que de ella realizó Tonny Finno, arreglista ocasional y que recibió asesoramientos de Rudolf Schramann, en Nueva York y de Frederick Werle. Uno de esos profesionales bregados en las llamadas músicas incidentales, en especial centrada en los media, desde la tv a los géneros de entretenimiento e incluso la publicidad en un abanico considerable. Debussy en sus apuntes para un trabajo de entretenimiento  con los von Meck: Pizcas de un romanticismo a la baja y eslavismos de refilón en un formato que al francés no parecía apetecerle. En fin, una obra que sin mayores comparativas, pertenece a Tonny Finno, casi mejor olvidarse de Debussy.

Sofía Gubaidulina, otro percal muy diferente con Impromptu, que defendieron Laurent Blaiteau y James Dahlgren, y que con la directora Marcena Diakun con la Real Filharmonía de Galicia, se movieron a sus anchas, en una propuesta con sugerentes reminiscencias bachianas. Los solistas, coincidieron en el programa del 20 Aniversario de la RFG , interpretando obras de J.S.Bach, dirigidas por Helmuth Rilling.  Gubaidlina,  recibió el premio Fronteras del Conocimiento BBVA, de 2017, por su trayectoria creadora, y su relación indirecta con nosotros, podía ser el registro de la Passion und Auferstehung Jesu Christi nach Johannes, realizada por Helmuth Rilling, con la Radio Sinfonienorchester Stuttgart des SWR, con los Gächinger Kantorei Stutttgart. Estas aventuras de Gubaidulina, han calado hondo por las inquietantes actitudes a las que nos aproxima. Schubert había sido causa y motivo de la obra y la abundancia de contrastes manejados por el orgánico instrumental, casi demandaría una mayor amplitud.

A partir de 1963, sus obras comenzarán a gozar de una aceptación general, con proyectos como las cantatas Noche en Menfis, sobre textos funerarios del antiguo Egipto, traducidos por Anna Akhmatova; Rubayat, inspirada en antiguos poetas persas (entre ellos Omar Khayam); Cuento de hadas, que dio a conocer Maxim Shostakovich, en 1971; Rumor y silencio, para percusión, clave o celesta;  Puntos y líneas en zigzag o La hora del alma, sobre poema de Marina Tsvetaieva, que someterá a revisiones, en un momento de profundas evoluciones en su carrera.  Será Offertorium otra obra primordial de 1977, la que resulte un asentamiento definitivo en sus planteamientos espirituales.

Albert Roussel y El festín de la araña, en la forma habitual de suite orquestal, procedente du un ballet-pantomima, de 1912, y estrenado en el Teatro de las Artes parisino, al año siguiente, con un éxito absoluto, elaborado sobre un cuento del conde Gilbert de Voisins; una historieta sobre una pérfida araña con su trampa-tela, que acabará siendo devorada por una mantis religiosa. Bien parada sale la suite como pieza de concierto, partiendo de un Preludio, que nos pinta un jardín colorido, cincelado por un solo de flauta, antes de La llegada de las hormigas, de paso marcial y alegre temperamento, redondeada por la Eclosión, la Danza y los Funerales de la efímera, no menos resolutiva en su desenvoltura, en la que se confabulan los detalles de la celesta, el arpa y el violín solo. Unos Funerales en los que el corno inglés, a medias con el clarinete, encauzan el final hacia la Caída de la noche, que nos traslada a la pastoral del Preludio, en un apacible claro de luna. Por lo que pudiera sospecharse, la obra no muestra debito alguno con las influencias impresionistas en boga y sí deja detalles de un puntillismo efectista. Miel sobre hojuelas para la familia orquestal, por el tratamiento beneficioso de las tímbricas,  en un convite a compartir el detallismo tramado por las disonancias. Un rebuscado refinamiento hasta el desvanecimiento final.     

Ramón García Balado

James Dalhgren / Laurent Blaiteau. Real Filharmonía de Galicia / Marcena Diakun.

Obras de S. Gubaidulina, C. Debussy y A. Roussel

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Auditorio de Ferrol

Foto © Xaime Cortizo

493
Anterior Crítica / Las afectuosas lágrimas de L’Apothéose
Siguiente Crítica / Garanca y Chichon celebran los 175 años de la Sociedad Filarmónica de Las Palmas