Reunión de virtuoso pianista ruso, Volodin, junto con las anécdotas bélicas que se están dando sobre el pueblo ucraniano. Tanto él como Grau dedican este concierto, formado por dos monumentales obras maestras de romanticismo, a la paz; un “no a la guerra”.
Comienza con el “Concierto nº2 en si bemol mayor, Op. 83” de Johannes Brahms, donde la técnica interpretativa de Volodin se muestra entregada, brillante y profunda, la pura exuberancia de su virtuosismo siempre parecía más convincente y, en última instancia, más emocionante. La dirección es asimismo apasionada y reflexiva, lo que aporta al enfoque una voz brillante y clara como el cristal, y una total falta de exceso de romanticismo.
El Segundo Concierto, en particular, es poderoso sin ser duro, sensible sin ser cursi y enérgico sin ser apresurado; concebido como una sinfonía con solista, ofrece una columna vertebral orquestal poderosa, donde las entradas siempre están juntas y los finales de las frases son cuidados en equilibrio con el solista. Todas estas cosas dejan sus huellas en la interpretación, y enfatiza las dimensiones íntimas que pueden emocionar empatizando con la situación actual y el lenguaje brahmsiano.
La “Sinfonía nº 5 en mi menor, Op. 64” fue compuesta entre mayo y agosto de 1888 y fue estrenada en San Petersburgo el 6 de noviembre de ese año bajo la batuta del propio autor. Fue concebida tras otro viaje, en este caso de exitosas giras por ciudades alemanas, inglesas y checas.
Si bien fuera tomada por el mismo como un tanto inferior a la “Cuarta”, escrita 11 años antes, Tomás Grau, que se revela como profundo conocedor del alma interior de Tchaikovsky, nos demuestra de cuan equivocado estaba. Dirige a buen puerto todo un dinamismo de escritura orquestal, con manipulación perfecta de los colores oscuros de atmósfera “tchaikovskiana”.
Conocedor a fondo de la compleja partitura, comienza con una perfecta lectura del triste y misterioso tema del principio mostrando los ineluctables designios del destino, que es repetido a través de toda la obra hasta el punto de hacerse obsesivo. Una orquesta en perfecta forma permite sacar todo el brillo a las diferentes partes introvertidas, melancólicas y autocompasivas de la neurastenia crónica del compositor.
La lucha del primer movimiento entre dudas y murmullos de reproche, con unas partes contrastantes resueltas de manera brillante por la orquesta, dan paso a una de las más bellas melodías de ruso; un lied ternario interrumpido en varias ocasiones por el tema cíclico de los metales. Un inspirado vals elegante sirve de perfecto intermezzo a la lucha final del último movimiento. Vuelve el tema cíclico que cierra a la perfección el círculo, en tonalidad mayor, haciendo vencer con fuerza la esperanza que ya no se volvería a ver en su última sinfonía.
Una vez más el sentimiento se revaloriza frente a la razón.
Luis Suárez
Alexei Volodin, piano
Franz Schubert Filharmonìa; Tomàs Grau, dirección
11, 12, 13 de marzo de 2022
Teatre de Tarragona, Auditori Granados de Lleida, Palau dela Música de Barcelona
Foto © Martí E. Berenguer