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Crítica / Romanticismo irredento - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 18/10/2021

La versión de Tres pinturas velazqueñas de Jesús Torres se decantó por destacar las sinergias orquestales que atesora esta partitura. Sinergias emparentadas de lleno con el sinfonismo postromántico. Una amplia paleta de texturas perfiladas con atención desde el podio de la Orquesta Sinfónica de Madrid, ocupado hoy por Ramón Tebar en el Auditorio Nacional de Música.

Un podio flexible, de gesto claro y tendente a la flexibilidad dinámica, especialmente articulada, remarcada, hasta el punto de arrancar espontáneos aplausos de parte del público, al fin de la primera de ellas... y... en cada una de estas tres piezas con final en punta tras un tenaz ostinato... (Y, bueno, ya puestos, después, al menos tras el primero de los movimientos de la partitura de Saint-Saëns que se siguió...)

Un arranque, pues, enérgico y dinámico que presentaba en programa otras dos grandes obras, de concierto y sinfónica respectivamente, de Camille Saint-Saëns. Obras ya sí, de romanticismo hecho y derecho, y... francés, personal en cierto modo. Páginas de repertorio de las grandes orquestas sinfónicas: su Quinto concierto para piano y orquesta, "Egipcio", con Daumant Liepins como solista, y su emblemática Tercera sinfonía.

Piano articulado y perlado el de Liepins, con amplia paleta dinámica que va desde el piano concertante al solista lisztiano, que se adaptó a este repertorio galo, como un guante. Y, de alguna manera, contagió, en este sentido, toda la estimulante interpretación. Exultante romanticismo en su salsa, con remate espectacular, en línea con la aspiración lisztiana antes mencionada, de un Saint-Saëns, compositor y pianista.

De vuelta a aquel clima de abultada extroversión dinámica, se abordó el primer movimiento de la Tercera sinfonía “con órgano” del francés, unido al lenitivo segundo. El Tercero volvió por aquellos bríos con su ágil concertación y temible exigencia. Un movimiento scherzante de lucimiento de orquesta y podio, al que no siempre pueden responder con precisión todos y cada uno de los atriles exigidos, y en todo momento, al tempo impuesto. Un clima que ya no nos abandonó hasta su brillante final, con viento metal especialmente prominente.

Luis Mazorra Incera

 

Daumant Liepins, piano.

Orquesta Sinfónica de Madrid / Ramón Tebar.

Obras de Saint-Saëns y Torres.

OSM. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

Foto: El director Ramón Tebar dirigió a la Orquesta Sinfónica de Madrid.

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