Parece que por fortuna hemos recuperado a Nuria Rial, tras algunos años de ausencia de nuestros escenarios, mientras la Orquesta Barroca de Sevilla concurría en su segunda cita en el Maestranza esta temporada con la mayor plantilla de base sevillana que le hayamos visto nunca. Esto quiere decir que el sustrato “antiguo” -es decir, joven-, que ha ido atesorando la ciudad desde hace tiempo está alcanzando su mayoría de edad musical.
Por último, creemos que estrenaba también -no recordamos que lo hayan hecho antes- la habitual disposición del proscenio adelantado que usa normalmente la ROSS, lo que para una orquesta barroca resultó providencial, proyectando el conjunto hacia el nutrido aforo. Consignemos en este apartado acústico que la disposición de la orquesta con las violas en el lado derecho se resintió por la desproporción que supuso contar con sólo dos, frente a nueve violines (entre primeros y segundos) y dos chelos. Y salvando esto, el resultado fue magnífico en todos los ámbitos.
Como concertino y director ofició Stefano Barneschi, quien sobresale no sólo por ser un excelente violinista, sino por imprimir un sonido muy equilibrado a su instrumento, además de a la orquesta entera, algo especialmente notable cuando ésta seguía el canto de Rial o Domènech, con lo que, unido a los mencionados cambios acústicos, contribuyeron a magnificar el resultado. Precisamente el oboe d´amore de Domènech, que abría el programa con el famoso concierto de Bach BWV 1055r, luego escoltaría con delicadeza a Rial en la cantata final, haciendo lo propio también Barneschi como violín obligado o Mercedes Ruiz en pasajes de enorme virtuosismo (Phoebus).
En cuanto a la soprano, no podemos más que ponderar una vez más el canto más natural, más elegante, más expresivo que pueda imaginarse el oído humano. Desde que la “descubrimos” en el 98 durante el Festival de Granada, en el café del imponente Alhambra Palace cantando Músicas de García Lorca, su voz no ha hecho más que crecer. Tras más de 20 años (“Café con la niña Nuria” titulábamos la crónica), su registro sigue incólume, haciendo de la elegancia su signo de identidad, junto a un registro que es difícil de encontrar tan bien trabajado, por muy natural que parezca, ni más igualado en toda su extensión, habiéndose ensanchado por el centro y sobre todo habiendo conseguido unos graves plenos, carnosos, a la vez que delicados, a los que desciende con distinción.
Paralelamente, conserva sus agudos redondeados -evita siempre los más acerados, tensos e incisivos de buena parte de sus colegas de cuerda-, alcanzando en ocasiones notas altas no como filados, sino como burbujeantes cimas sonoras. Otras veces asciende mediante exquisitos floreos, como en la conocida aria de Emma de Telemann, a veces subraya el intenso lirismo (Lass, Fürstin) o bien puede preferir un carácter más festivo, como en la cantata nupcial Weichet nur de Bach. No debemos olvidar que el concierto fue posible por el patronazgo de ELI, conocida academia de inglés de Sevilla.
Carlos Tarín
Nuria Rial, Josep Domènech.
Orquesta Barroca de Sevilla / Stefano Barneschi.
Obras de J. S. Bach, G. Ph. Telemann y J. B. Bach.
Teatro de la Maestranza, Sevilla.