Dos tonos "relativos" son aquéllos que, con una distancia de tercera menor descendente entre sus tónicas mayor y menor, comparten la misma "armadura". Las mismas alteraciones en la clave. Por poner un ejemplo, los tonos relativos con tres bemoles de mi bemol mayor y do menor. Una definición, improvisada para esta crítica, que a más de uno habrá desconcertado, planteada en tesitura... crítica. Espero que no haya dejado ya de leer contrariado.
Pero es que ésta era la relación entre las tonalidades principales de las dos obras que ofreció el conjunto de cuerda, nutrido por profesores de la Orquesta Nacional de España, que dieron forma a un programa que se coronaba con el arrebatador Octeto en mi bemol mayor de Mendelssohn en su ciclo Satélites.
Una obra estimulante, este juvenil Octeto, de amplias ambiciones, tanto sinfónicas como de cámara, e, incluso, como pudimos degustar, virtuosas a solo, que colmó de largo las expectativas puestas en esta velada.
Todo un regalo que demostró la cualificación, no sólo del elenco como conjunto concertado, sino de cada uno de sus atriles. Pasajes de abierta dificultad a la velocidad que están planteados, más aún cuanto más grave es el instrumento que así dialoga, y que rematan con un centelleante Presto, su ya trascendente factura.
Un primer movimiento casi, y sin casi, sinfónico, pletórico hoy, fue su carta de presentación, y, tras dos movimientos en línea con la agilidad de escritura de Mendelssohn, especialmente un ingenioso Scherzo, la guinda de aquel Presto sobrecogedor.
Antes, el Primer cuarteto en do menor de Brahms se había planteado en un clima más controvertido, el que corresponde a este modo y borrascosa tonalidad romántica, con el mismo plantel de bemoles en sus armaduras principales. Sus dos primeros movimientos, especialmente el Allegro inicial, fueron una selecta y bien plantada piedra de toque, para todo el programa.
Un díptico construido sobre aquel eje de "relativos" con el que he tratado de inquietar a algún que otro lector, para sacar a la luz la eficacia musical, antes que la crítica o didáctica, como una prueba más de funcionalidad tonal en programa, que vale más que mil palabras.
Un corsé que dio sus mejores frutos en aquel Octeto fulgurante del que, ya puestos, me hubiera gustado -cosas mías, no hagan mucho caso- que otro público, menos disciplinado quizás que éste, hubiera sacado algún bis de este excelente conjunto de músicos... Un bis, sí, del propio Octeto, a la antigua usanza, sin necesidad de acudir a nuevas obras de propina... Otra vez será.
Luis Mazorra Incera
Mario Pérez, Ane Matxain, Elsa Sánchez y Jone De La Fuente, violines; Alicia Salas y Martí Varela, violas; y, Josep Trescolí y Joaquín Fernández, violonchelos.
Obras de Brahms y Mendelssohn.
OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.