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Crítica / Ravel a golpe de castañuelas - por Juan Carlos Moreno

Barcelona - 05/02/2024

A Ludovic Morlot le gustan los programas largos. Nada en contra, siempre que las obras escogidas estén ahí por su calidad o en razón a un hilo conductor que las unifique.

El concierto que dirigió el pasado 2 de febrero ante la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC) no pareció cumplir ninguna de esas condiciones, sino que más bien se movió en una extraña ambigüedad. Si lo que se quería era hacer un programa de música francesa o afrancesada, Prokofiev y Knussen pintaban poco ahí. Otra posibilidad, más anodina, pero seguramente real, es que el hilo conductor fuera el uso de castañuelas en todas las obras, excepto en el Preludio a la siesta de un fauno de Debussy, en la que lo que aparecen son unos crótalos…

El concierto se abrió con Suburbis, una suite de aires costumbristas de Frederic Mompou, a la que la elegante y cuidada instrumentación de Manuel Rosenthal le da un convincente color francés y de la que Morlot ofreció una interpretación aseada.

Lo fue también la del Concierto para violín n. 2 de Prokofiev, cuya parte solista abordó el concertino de la OBC, Vlad Stanculeasa. Batuta y violinista primaron destacar el componente melódico y lírico de la partitura, lo que, sobre todo en el Allegro moderato inicial, hizo que la música fluyera con una morosidad que le restaba brillo y ese mordiente tan habitual del compositor, mientras que en el Allegro, ben marcato final se echó de menos un mayor énfasis en la pulsación motórica o a ese guiño “español” que supone la inclusión de las ruidosas protagonistas del programa, las castañuelas. Lo mejor fue el Andante assai, cuya sonoridad neoclasicista fue convincentemente destacada.

La segunda parte se abrió con la partitura de Debussy. En estos pentagramas Morlot se desenvuelve como pez en el agua, por lo que su interpretación, pausada, atmosférica y pulcra, sedujo plenamente. Si a continuación el director hubiera abordado el Bolero de Ravel, el concierto habría sido en líneas generales satisfactorio. Pero no, de ahí se pasó a Cleveland Pictures, partitura póstuma de Oliver Knussen que evoca una heterogénea serie de obras conservadas en el Museo de Arte de Cleveland, entre ellas una de Velázquez y otra de Goya, pero que, quizá por su carácter inacabado, suena liviana, más un catálogo de sonoridades orquestales que otra cosa. Colocarla entre dos obras maestras como las de Debussy y Ravel era también hacerle flaco favor.

Uno de los proyectos de Morlot es el de grabar la integral de la música sinfónica de Ravel con la OBC para el nuevo sello de L’Auditori y, vista la familiaridad y el entusiasmo que mostró ante el Bolero, la cosa promete. A pesar de algún desliz puntual (¡el fagot!), la versión que dio fue modélica en la construcción, la planificación y la intensidad. Como detalle curioso, la sorprendente inclusión de las ya inevitables castañuelas en la parte final. ¿Un guiño al estreno de la obra como ballet?

Juan Carlos Moreno

 

Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya / Ludovic Morlot.

Vlad Stanculeasa, violín.

Obras de Mompou, Prokofiev, Debussy, Knussen y Ravel.

L’Auditori, Barcelona.

 

Foto: Vlad Stanculeasa / © Ettore Causa

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