Una consideración In memoriam para quien había sido trombonista bajo de la OSG, Petur Eiriksson, al que se recordó con la Fanfare to a common man, de A. Copland. Simon Trpceski venía a dejar alto el pabellón del a veces sobrado Rachmaninov, pero para ello, encontró a una orquesta centrada en ese sinfonismo de un post-romanticismo grandilocuente. Enérgico Allegro ma non tanto, con las partes obligadas que demandan su primacía bien asentada y que se reafirmaba en el Intermezzo de gestualidad contenida. Es verdad que la pauta la marcaba el solista pero la orquesta la seguía a la par en prontitud de exigencias.
Un Rachmaninov a la medida que cubría con creces en el Finale, porque es difícil entender la idea de partida, si no se dispone de la osadía sin remilgos ni autolimitaciones. Rachmaninov divide opiniones, pero el público afecto a las posibles desmesuras, se reconoce en tardes como esta. Solista y director, saludaron con un gesto de mutuo reconocimiento por la faena realizada y no faltó el detalle final del ramo de flores, arrojado al público en gesto de gratitud.
La isla de los muertos es apreciada como obra de inspiración simbolista- Arnold Böcklin, para más detalle-, y que cubría el obsesivo imaginario del autor, para convertirse en una de sus obras de relumbrón. Juego da de sí, por la abundancia de desmedido melodismo para abismarse entre brumas el canon de esta obra que ansía ser menos formal de otras pensadas para diferentes contextos. El Dies Irae ajustado por estudiada necesidad, da las claves de la importancia de Caronte como fiel de la balanza. Excelente contrapeso con respecto a la obra concertante.
Richard Strauss y las Alegres travesuras de Till Eulenspiegel, Op. 28, guiño de grotescas divagaciones sobre un peculiar personaje, en uno de los poemas sinfónicos más atractivos, que redunda en beneficio del género en el que fue maestro incuestionable, y diversión sonora a raudales desde el aviso en las cuerdas, antes del trombón balanceándose en la cuerda floja que nos dan licencia para que, cada instrumento, no disimule un ápice en la descripción del pícaro e insolente. La orquesta y el director, ávidos de rendir al respetable, estuvieron al quite de las pinceladas del cuento- fantástico-picaresco, del que cada instrumentista añadía su detalle y que se traducía en la búsqueda del talante ligeramente pasado de rosca.
Ramón García Balado
Simon Trpceski. Orquesta Sinfónica de Galicia / José Trigueros.
Obras de S. Rachmaninov y Richard Strauss.
Palacio de la Ópera, A Coruña.
Foto: Simon Trpceski (foto de B. Ealovega).