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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Precioso y retador programa - por José Antonio Cantón

Alicante - 29/09/2022

La inauguración de la temporada sinfónica del Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) ha contado con la participación de su orquesta, ADDA-Simfònica, con su fundador y titular al frente, el maestro Josep Vicent, y la actuación de uno de los más prestigiosos violistas patrios como es Joaquín Riquelme, destacado miembro de la sección de cuerda de la admirada Orquesta Filarmónica de Berlín, una de las grandes formaciones de Alemania que es como decir del mundo. Ello posibilitaba programar una de las obras  más relevantes del repertorio concertante para tal instrumento de cuerda como es el Concierto para viola de William Walton, de escasa presencia en las salas de conciertos. Tal hecho suponía una un aliciente añadido a un programa ya de por sí musicalmente muy atractivo que se completaba con el poema sinfónico El cazador maldito de César Franck, intrincada composición orquestal donde las haya, y las siempre espectaculares por su instrumentación Danzas Sinfónicas, Op. 45 de Sergei Rachmaninov, que se sumaban al reto que significó esta velada por la complejidad técnica de las obras.

La orquesta, en verdadero estado de gracia, desplegó todas sus potencialidades con la composición del músico belga, manteniéndose en el continuo detalle que exige Franck para que no hubiera la menor pérdida de interés estético en su ejecución. Para lograr tal pretensión el director convirtió sus indicaciones en auténticos detalles de gesto en métrica y dinámica, dejando la sensación en el espectador de que proyectaba a sus músicos unos estimulantes resortes que eran correspondidos con la mayor eficacia como resultó ser el espectacular inicio de la sección de trompas que dejaban claro la homogeneidad de su sonido de forma impactante para el oyente, sirviendo a la exposición del inconfundible motivo cinegético que tiene esta hermosa creación sinfónica. El desarrollo de sus cuatro partes fue acrecentando la atención del espectador que pudo experimentar el grado de virtuosismo alcanzado por esta orquesta en cada actuación, que da la sensación de una perfecta sistematización de construcción sonora manifestada en la exigencia del contrapunto que requiere este poema sinfónico.

Si esta primera interpretación de la velada fue estimulante para el auditorio, la de la obra concertante significó todo un ejemplo de esta forma musical por el coincidente criterio que sobre su interpretación mantuvieron en todo momento el solista y director, convirtiendo su versión en uno de los conciertos más relevantes de la historia de la orquesta alicantina.

El Andante fue desarrollado con un sereno diálogo desde el principio, en un irreprochable tratamiento de la viola que emitía estimulantes sonidos en sus registros agudos con consiguientes ecos orquestales muy cuidados por la dirección de Josep Vicent, atento siempre a su contrastante discurso, como se manifestaba en la sección de madera que servía de soporte para que el solista manifestara lo mejor de su arte. La energía que contiene el movimiento central fue desarrollada con gran capacidad rítmica por ambas partes, destacando en las alternancias temáticas que se sucedían lo que enriquecía su discurso, de manera especial cuando intervenía la percusión con contundente determinación.

El contrapunto entre el fagot y el solista que abre el Allegro final anticipaba la bondad de una ejecución que terminó siendo un ejemplo de virtuosa concertación. Como en el segundo movimiento, Joaquín Riquelme llegó a los mejores armónicos de su instrumento en la parte lírica central de este tiempo. El resto de esta parte de la obra fue afrontada con un conclusivo carácter dramático que manifestaba su riqueza de inspiración y equilibrio expresivo que se confirmaba con los empastados acordes finales de la orquesta antes de que el solista emitiera, con un gran sentimiento, el emocionante y declinante epílogo de esta obra.

Como regalo a un público fundido en un gran aplauso, este gran violista nacido en Murcia ofreció una colorista interpretación de la Allemande que ocupa el segundo movimiento de la Primera Suite para violonchelo, BWV 1007 de Juan Sebastián Bach volviendo a demostrar su capacidad para que los armónicos de su instrumento lucieran con máximo esplendor, haciendo, por un momento, que la hermosa sonoridad del violonchelo quedara aparcada en la memoria del oyente.

Como intérprete privilegiado para la música rusa, Josep Vicent afrontó la interpretación de una de las obras más ilustrativas de la capacidad de instrumentación de Rachmaninov. Haciendo que la orquesta exhibiera toda su potencialidad artística y su capacidad técnica, abordó el deslumbrante inicio del primer movimiento con esa contundencia que él sabe imprimir a los integrantes de la sección de percusión que tanto  distingue a esta formación.

La parte central estuvo protagonizada por la sección de viento-madera, de modo especial por el saxofonista Antonio Pérez que supo llegar a ese especial lirismo que requiere la nostálgica melodía que tan buen gusto romántico supo inventar el autor. En el segundo movimiento el director quiso realzar su cadencioso  vals haciendo que su ejecución estuviera sustentada en una respuesta camerística de los músicos que imprimía homogeneidad a su pulso interno, generándose una plácida atmósfera sonora de subyugante efecto. Sus tensiones finales vinieron a esclarecer aún más la calidad de la sección de cuerda, espléndida en empaste y expresividad.

El tercer tiempo, el más variado por sus ornamentaciones de alusiva religiosidad, discurrió con tal agitación y densidad dinámicas que llevaban al espectador a una continua sorpresa dado el énfasis que el maestro daba a sus contrastantes pentagramas desde ese absoluto control que hace, paradójicamente, parezca que la orquesta toca sola, efecto resultante un perfecto entendimiento entre el maestro y el instrumento que demuestra el imparable crecimiento artístico de esta entusiasta y comprometida formación.

 Como detalle de reconocimiento a uno de los aficionados más destacados presente en la sala y que cumplía noventa años, Don Rafael Beltrán Dupuy, durante décadas alma mater de la prestigiosa Sociedad de Conciertos de Alicante así como gran impulsor de la orquesta, el maestro Josep Vicent le dedicó el Largo de la Sinfonía “Del nuevo mundo” de Antonin  Dvořák, un pequeño anticipo de la próxima actuación anunciada de ADDA-Simfònica en la presente temporada, lo que significó un sentido y merecido reconocimiento a su entusiasta labor como gran difusor de la cultura musical en su ciudad natal.

José Antonio Cantón

 

ADDA-Simfònica

Solista: Joaquín Riquelme (viola)

Director: Josep Vicent

Obras de César Franck, Sergei Rachmaninov y William Walton

Sala sinfónica de Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) / 23-IX-2022

 

Foto © Christian Warren Ganser

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