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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Pletórico Dudamel - por Diego Peláez

Madrid - 29/01/2025

Concurrida estuvo la cita que el Auditorio Nacional tenía preparada el pasado sábado 25 de enero. Y no es para menos, pues el concierto del ciclo Orquestas y solistas del mundo de Ibermúsica despertaba expectación, lo que resultó notable en el público, que abarrotó la Sala Sinfónica. Ver a Gustavo Dudamel en escena no es una experiencia que se viva todos los días. No debe ser fácil para un director tener que estar al máximo nivel en cada concierto, como se espera de él, pero de nuevo supo anticiparse a la presión y estar a la altura, ofreciendo a los asistentes un concierto de una pulida calidad técnica con una obra de tan alta complejidad como puede ser la tercera sinfonía de Mahler.

El primer movimiento, que casi abarca la mitad de la pieza, ofreció una apertura explosiva, con un sonido limpio, empastado, y una orquesta pulcra, equilibrada y bien compenetrada. A destacar la presencia de los bajos y el papel de la percusión, que consiguieron hacer vibrar la sala, sobre todo en el trepidante final. Durante el segundo y tercer movimiento relucieron las cuerdas, en una exaltación casi en extremo en la que los pizzicatos, al unísono, sacaron a relucir su fracción más bella. Las líneas melódicas llevadas a cabo por las maderas estuvieron correctas con algún pequeño patinazo del flautista solista, así como las trompas, cuyas intervenciones fueron resolutivas en algunas ocasiones, y engorrosas en otras.

Pacho Flores, solista de corneta, realizó una magnífica actuación fuera de escena, cuyo sonido llevaba al oyente a las ensoñaciones explícitas que buscaba Mahler en esa primera visualización de los animales por parte del ser humano. Una interpretación de la que, probablemente, el mismo compositor habría estado satisfecho.

Durante el cuarto movimiento pudimos disfrutar del trabajo de la mezzo-soprano Marianne Crebassa, cuyo característico timbre y entonación de gran índole y destreza, transmitió al espectador el aspecto trágico de un acto trascendental. Crebassa nos dejó atónitos al profundizar en la temática mediante un canto imponente, basado en el goce y dolor del individuo. Todo ello sobre un texto extraído de Así habló Zaratustra de F. Nietzsche. La entrada del coro, que marca el comienzo del quinto movimiento, arrebató el corazón del público, con unas voces radiantes de los niños y niñas pertenecientes a los Pequeños cantores de la ORCAM, y al Coro Femenino de la Comunidad de Madrid. Su representación brilló de un modo celestial, simbolizando las alegres voces de los ángeles que dan respuesta al ser humano. Sin duda, de los mejores momentos de la velada.

La culminación de la obra en el sexto movimiento, se vio protagonizado por una melodía por parte de las cuerdas, cargada de melancolía y belleza, que la orquesta interpretó de forma expresiva y lúcida. Aquí pudimos disfrutar de un exuberante y enérgico Dudamel, sobre todo en la fuerza del finalle, con la orquesta en tutti a modo de catarsis. Con una dirección llena de sentimiento y buen hacer, dominó los momentos culmen y destacó las secciones más piano, sabiendo trasladar también las emociones a los músicos. Gestionó con maestría la diversidad de compases, los cambios de ritmo y las constantes y extremas variaciones de contraste.

Finalmente, y a modo de felicitación, la orquesta tocó un breve “Cumpleaños Feliz” (tras un estruendoso aplauso del auditorio, que duró más de 15 minutos) a su director titular. Ya que el concierto terminó pasadas las doce de la noche, nos encontrábamos a 26 de enero, 43 cumpleaños de un director excepcional con una larga carrea por delante.

Diego Peláez

 

Orquesta sinfónica Simón Bolívar. Director: Gustavo Dudamel

Marianne Crebassa, mezzo

Coro de la Comunidad de Madrid. Pequeños cantores de la ORCAM

Tercera Sinfonía, de Gustav Mahler

Ibermúsica. Auditorio Nacional, Madrid

 

Foto © Rafa Martín/Ibermúsica

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