Occurrens Sonus, sonidos que ocurren, concurren y nos reúnen en esta cita ineludible de “Música por la Paz” que homenajea, como cada año, al profesor Francisco Tomás y Valiente. Esta vez de la mano de Gustavo Sánchez y su Camerata Antonio Soler, e inserto en el 50º Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música que organiza el CSIPM de la Universidad Autónoma de Madrid, el concierto del pasado 25 de febrero traía al Auditorio Nacional un repertorio de lo más interesante y arriesgado. Dos instrumentos de viento antiguos de hace más de mil años, el cornu romano y el cárnix celta, y la música de siete compositores contemporáneos, de los cuales, tres, asistieron personalmente al concierto. Además, se incluyeron algunas obras capitales de la historia musical europea adaptadas para orquesta de cuerda: tres de los seis Épigraphes antiques (1915) de Debussy, y la Gymnopedie nº1 de Satie, que retrotraen un sonido también pretérito.
Gracias a los procesos de reconstrucción arqueológica, hoy se puede escuchar lo que pudieron emitir estos instrumentos utilizados con cierto tono bélico, ahora en composiciones muy jóvenes. Ambos se tocan “al aire”, es decir, sin pistones, y tienen un timbre parecido al de la familia de los viento metal.
En la primera parte del programa, encontramos las piezas de Claude Debussy (1862-1918), con el arreglo de Mateo Soto, que sirvieron como calentamiento para la Camerata. La intensidad queda algo plana, aunque no sorprende por el carácter atmosférico de este impresionismo musical, que nos mece entre tonalidades etéreas inspiradas en la antigüedad griega. Después, la orquesta de cuerda pasa a acompañar al cornu con la Serenata compuesta por Enrique Rueda (1963-). Visualmente, este instrumento es bellísimo: un largo tubo dorado que se retuerce en espiral enmarcando la cabeza y el torso de su intérprete, Letty Stott. La pieza es efectista y sienta las bases de lo que será el resto del concierto. Seguidamente, y sin previo aviso, John Kenny aparece con su cárnix en el patio de butacas haciendo sonar el instrumento en una especie de llamada animal. Animal como la campana esculpida del instrumento. No se desquita de teatralidad al subir al escenario e interpretar el Cryptic Concerto de Bernd Redmann (1965-), con armonías disonantes y una Camerata que sirve como apoyo fundamental, a pesar de no estar acostumbrada a este tipo de repertorio contemporáneo. La primera parte termina con el Ritual para cornu de Mark Pogolski (1977-), caracterizado por unos interludios orquestales muy narrativos y un cornu ahora más dialogante.
En la segunda parte, se pudo escuchar la Barcarole para cárnix y orquesta de Atso Almila (1953-) con melodías algo menos abstractas que en el resto de las piezas. Llega entonces la Gymnopédie nº1 (1888) de Erik Satie (1866-1925), predecesor del minimalismo. Es la primera de una serie cuyo título hace referencia a una danza practicada por jóvenes bailarines en la antigua Esparta. La Camerata brilla con esta versión de Ginés M. Vera, en la que cabe destacar la maestría de la arpista y la corrección de Sánchez. Finalmente tiene lugar el estreno absoluto de Echoes of the Ancients de Lior Rosner (1969-), compositor de alguno de los temas de Juego de Tronos. Este es un Concertino para cárnix, cornu y orquesta dedicado a la memoria de Tomás y Valiente en el que un poema de James Lorick, en este caso recitado por Kenny, delimita las tres partes de la obra. El texto habla de la llegada de un Mensajero Divino que trae “luz, esperanza y paz” a la Tierra. La interpretación de los solistas es potente, con sonidos de alta reverberación que pudieran imitar fuertes vientos u otros fenómenos naturales. El resultado es una música poco familiar para el oído común.
Como tradición en este tipo de actos universitarios, la Camerata interpreta el Gaudeamus Igitur, en esta ocasión con la original y desestructurada orquestación de Bernd Redmann. Acaban con el segundo movimiento de Rosner a modo de bis.
Sin duda, este concierto fue una oportunidad para experimentar reminiscencias antiguas en composiciones que suenan modernas, que alegan a un “atrás en el tiempo” y a la vez permiten divisar un novedoso horizonte. Todo pudo suponer una metáfora de la naturaleza en diálogo con los procesos de lucha y paz humanas, en forma de sonoridades que chocan y se reconcilian a través de estos dos instrumentos tan especiales.
Estrella García López
Camerata Antonio Soler. Solistas: Letty Stott (cornu) y John Kenny (cárnix)
Director: Gustavo Sánchez
Occurrens Sonus. Música por la Paz, Homenaje a F. Tomás y Valiente
Obras de Enrique Rueda, Bernd Redmann, Mark Pogolski, Atso Almila, Lion Rosner, Claude Debussy y Erik Satie.
Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música (25/02/2023)
Foto © Carlos Manterola