En una semana de Residencia en nuestra ciudad, Javier Perianes hará 4 conciertos, 2 sinfónicos, recital y cámara, bajo el recuerdo a los 100 años de la desaparición de Alicia Larrocha, específico el Recital y músicas de su entorno en los otros 3. Por eso este 16º del Abono de OSCyL en su sede del CCMD, abrió con Rondeña y Jerez de la Iberia de Albéniz, en la versión orquestada por el barcelonés Carles Suriñach (1915-1997), siguiendo los pasos que inició Arbós y dejó inconclusos y abordando toda la integral con un criterio completamente distinto ya en 1954, pues su visión, residiendo en USA, es menos folk y más siglo XX avanzado, por lo que los timbres son contundentes y secos.
Para este programa, completado con el Concierto para piano y orquesta en La m., op. 54 (1841-45) de Schumann y las Danzas sinfónicas, op. 45 (1940) de Rajmáninov, se contó por 2ª vez con Antony Hermus (Países Bajos, 1973), Titular de la Nacional de Bélgica y Principal invitado de la del Norte de los Países Bajos (donde es también asesor artístico de la Nacional Juvenil) y de la Ópera del Norte en U. K., como Director invitado. No acabó de convencernos; su extroversión excesiva hace su gesto, correcto en lo técnico, cansado a la vista y útil más para los fortes que para lo expresivo, lo que en las dos primeras obras fue perjudicial, pues los efectismos gratuítos tenían poca cabida.
La selección de Iberia era además primicia para la OSCyL y no fue dominada por Hermus, muy pendiente de la partitura, ni entendida en su carácter. La Rondeña, alternando ritmos de petenera y copla, es brillante, y Jerez, con complicados pasajes rítmicos, es más refinada y de pasión más contenida. La versión fue un punto lenta, poco contrastada y falta de equilibrio, a pesar del buen hacer individual de los instrumentistas.
Para el Concierto, la presencia de Perianes fue fundamental y redentora. Tras el nítido Mi orquestal que lo inicia, su entrada impetuosa dejó clara su idea de servir a la imaginación de Schumann, sin efectismos, todo sensibilidad y estilo fiel a la Fantasía cuya ampliación dio origen a este único piano-orquesta en su catálogo; la oboísta contribuyó introduciendo con gusto el tema principal que el pianista recogió igual. Los violines I plantearon el "tema de Clara", esas notas descendentes tomadas de uno de sus "Nocturnos", que recorren todo este affettuoso, en que los diálogos clarinete- piano y flauta-piano fueron hermosos, dentro de una orquesta a la que Hermus parecía querer dar protagonismo buscando fortes excesivos, hasta que la cadenza "modo perianes" puso orden plena de lírica y belleza; fue, aquí sí, bien recogido por el conjunto, que escuchó atento al solista para abrir el apasionado final como al principio y entrar en el Intermezzo. Andantino grazioso en Fa M. Su carácter onírico sirvió para que Perianes luciese sus mejores armas musicales, el toque sutil y cristalino sonido en los pianísimos, que parecen imposibles en un piano si no se estuvieran viendo y oyendo, contagiando a colegas, Director y público de esa musicalidad a la que fagotes y cellos no fueron ajenos, lográndose los más preciosos momentos de la sesión y atacar súbito el vivace final en La M, genial transformación del primer tema del Concierto al que el solista siguió sumando lirismo y, con los oboes, temas para despedirse todos con la trepidante y extensa coda final. El éxito abrazó a todos los intérpretes, ovacionados repetidamente con Javier Perianes como repetido centro, obligado a regalar otra muestra más de su sensibilidad exquisita, que terminó de derretir a un Auditorio lleno que se le entregó por completo.
Rajmáninov y su suite de Danzas tuvieron mejor interpretación conjunta porque Hermus las conoce bien y estuvo mucho más cómodo, pero siempre dentro de esa rigidez y gran volumen con déficit de expresividad, en una última obra de autor tan fértil y hábil en la orquestación, que planteó como anticipo de su propia muerte, acaecida sólo 26 meses después. Cambió el inicial nombre de "Fantásticas: Mañana, Mediodía y Noche", como las 3 etapas de su vida, calificándolas como ""su último chispazo"". Ya Sinfónicas, la 1ª es una danza macabra Non allegro, donde se lucieron oboe y flautas con cita de su desafortunada 1ª Sinfonía. La 2ª es un vals con citas de un canto ruso y del "Dies irae" presagio de la Muerte. Y la 3ª suena a gran ballet, con cita de su "Misa de Vísperas" como elemento de Resurrección en lucha con la Muerte, a la que acaba venciendo; de ahí ese "Aleluya" al fin de la partitura. La versión fue vibrante y contrastada, por lo que todas las cabeceras y el conjunto con Hermus, fuesen pluriovacionados.
José M. Morate Moyano
Javier Perianes, piano
Orquesta Sinfónica de Castilla y León (OSCyL) / Antony Hermus
Obras: C. Suriñach, R. Schumann y S. Rajmáninov
Sala sinfónica "Jesús López Cobos" en el CCMD de Valladolid