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Crítica / Perianes: pianismo sin mácula - por Ramón García Balado

Santiago de Compostela - 10/03/2021

Recuperamos al pianista Javier Perianes en el Ciclo Ángel Brage por el que pasó ofreciendo obras de Chopin, Debussy y M. de Falla, para reservarnos en esta ocasión un repertorio repartido entre Beethoven, Granados, F. Liszt y Chopin, un pianista que mantuvo igualmente una relación provechosa con nuestra RFG, con la que interpretó la integral beethoveniana el curso pasado en el III Festival Internacional de Piano de Jaén. Artista prolífico en especial en esa apreciación concedida al pianismo español, desde Blasco de Nebra a A.Soler, Granados, Albéniz, Falla y Castillo, además de compositores actuales como Sánchez- Verdú.

Perianes, pianista de transiciones y matices, más que de contrastes, tuvo de   Beethoven la Sonata en la b M. Op. 26, un enfrentamiento del autor con respecto a la forma tradicional por la dislocación de los  tres tiempos y la ausencia del primero en forma-sonata. Una ansiedad por traspasar los obligados límites. También la dimensión tímbrica con  su importancia, sin pretender rebasar los recursos del instrumento. Partimos de un Andante con variazioni, como distanciamiento de las típicas variaciones dieciochescas, en previsión de las que vendrán en los grandes ciclos. Un scherzo que ocupa el espacio del Adagio tradicional, en forma de fragmento incisivo cara hacia el tiempo que da razón de su nombre, Maestoso andante (Marcia funebre sulla morte d´un Eroe), sin destinatario reconocible y con un profundo sentido simbólico: Un héroe que no ha existido ni existirá jamás. Para la conclusión, un Allegro. Dirá el pianista que si tienes un desgarro a nivel personal y tocas esa  Marcia fúnebre, lo que ahí pones adquiere un nivel de intensidad mucho mayor.

Chopin y la Sonata nº 2, en Si b m. Op. 35, que destacando la expresividad de sus tiempos, a excepción de la Marche fúnebre. Lento-attaca, seña de identidad por su divulgación y que dignificará al conjunto de la misma. Los lúgubres acordes iniciales, ayudaban a  crean un estado de ánimo estremecedor, a la que ponía  contrapunto el siguiente movimiento en su modulación al modo mayor. Quedan opiniones con respecto a esa marcha luctuosa y que ayudan a sospechar que fue inspirada con motivo de conmemoración del aniversario de la insurrección de Varsovia, aunque a la postre, no resulte más que una pura divagación. La celebridad de la sonata, ayudará en gran manera a la serie de incontables arreglos, muchos de ellos ciertamente desafortunados. Volvemos al pianista que se justifica admitiendo  ser el fiel traductor de la voluntad del autor, vertiendo algo propio.

Granados tan cercano a Perianes, en concreto por Goyescas, en dos de sus tiempos, y tan dentro de su sensibilidad recóndita. Son sus evidentes raíces y es tan personal su criterio de todo fluye con naturalidad. Los requiebros,  que nos lleva al quinto capricho de Goya, utilizando  una estimulante mutación de la canción Tirana del Trípili, una tonadilla de Blas de Laserna de gran arraigo en el XVIII y que se incorporaría a la ópera I due Figaro de Mercadante, en 1835. La tirana, esa canción en compás ternario y aire moderado.  El amor y la muerte, que recurre al Goya del mismo título y que en el grabado representa a una maja sosteniendo en brazos al amante agonizante. Intensamente emocional, con un punto misterioso y salvaje Tres grandes sentimientos: el dolor  intenso, el amor añorado y la tragedia final. Quizás una hipersensibilidad menos dependiente del imaginario goyesco, pero en concordancia con la óptica del compositor.

Liszt en la conclusión, partiendo de las Armonías poéticas y religiosas de las que eligió  Funerales, la séptima en tiempo de Adagio a la que dio forma en 1849, junto en el mes y año de la muerte de Chopin, al que se añade el obituario de las tres víctimas de la revolución que destrozó Hungría: el príncipe Felix Lichnowky, el conde Seleky y el conde Balthyanyi. Valga la introducción que se anunciaba con un forte y pesante que nos invitaba  a pensar en una campana disonante a través de la llamada de trompetas y redobles de tambores, hasta un apabullante crescendo. La idea de marcha será un argumento redundante, para acercarnos a una especie de poema sinfónico.

Ramón García Balado        

Ciclo Ángel Brage

Javier Perianes

Obras de Beethoven, Chopin, Granados y F. Liszt

Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela

Foto © Daniel García Bruno

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