La “vuelta al cole”, del ciclo de piano Grande Intérpretes, parecía envuelta en la mera novedad por conocer al joven y prometedor pianista sevillano Juan Pérez Floristán (1993) que, entre otros méritos, cuenta con el primer premio del Concurso para piano de Santander de 2015. Pero la sorpresa saltó, desde el primer minuto, cuando nuestro joven pianista anunció su intención de realizar una breve introducción de cada una de las obras del programa (en realidad, de cada una de las partes).
El resultado no es nuevo (desde Bernstein, hasta el propio Simon Rattle lo han hecho. Recordar la fantástica introducción que el inglés hizo en nuestro Auditorio Nacional de la epopeya musical Odyssey de Nicholas Maw, hace 25 años…), pero sí que abre la duda de saber hasta qué punto las nuevas generaciones de intérpretes son capaces de aportar a sus recitales elementos novedosos. Lo que los “modernos” denominan el elemento experiencial (y no me refiero al mero marketing musical). Y puede que el sevillano (estoy seguro que a sabiendas) entienda que la interpretación del piano no puede anclarse en los mismos postulados que hace 100 años cuando la sociedad, de la mano de una permanente revolución en los medios, transita día a día por rutas cada vez más singulares en la cultura y en el ocio. ¿O son los modernos museos, que abren o reabren sus puertas, iguales a los del romanticismo? Por ello, solo podemos dar la enhorabuena al sevillano, al margen de reconocer que sus comentarios fueron pertinentes, novedosos y, sin duda, sabrosos.
En la parte interpretativa igualmente fue capaz de asombrarnos. Qué belleza y qué ingenio unir sin interrupción, en la primera parte, la Musica Ricercata de Ligeti y la Appassionata de Beethoven. Una fusión que funcionó. Curioso también percibir como en la primera hubo hondura, pausa y reflexión, mientras que en Beethoven Pérez Floristán se mostró nervioso e intenso (ojo, para nada precipitado). Una Appassionata impecable en lo técnico pero, sobre todo, inconformista en su planteamiento (con un final revolucionado, que fue capaz de revolucionarnos también el ritmo cardíaco). Romántico en lo más esencial.
Arrojo y valentía también demostró al programar en la segunda parte Cuadros de una exposición de Mussorgsky. Aquí lo que demostró es una capacidad para adaptarse, de manera fantástica, a cada uno de los diferentes estados de ánimo, cuadro a cuadro. Enorme. El público (bastante variopinto y algo distinto al habitual. Signo de que hubo muchos que, más allá del ciclo, vinieron a escucharle a él) se mostró especialmente cariñoso. Y creo que fue con total justicia. Nos gusta Pérez Floristán como pianista y nos gusta como innovador, en el sentido más moderno de la expresión. No cabe duda que disfrutaremos de su talento en futuros ciclos.
Juan Berberana
Juan Pérez Floristán, piano.
Obras de Ligeti, Beethoven y Mussorgsky
Auditorio Nacional, Madrid.
Ciclo Grandes Intérpretes, Fundación Scherzo.