Muy interesante el segundo programa de abono de la Sinfónica de Euskadi por dos razones: por un lado, el estreno de Zuhaiz (Árbol), Concierto para percusión vasca y orquesta, de Gabriel Erkoreka; y por otro, la presencia con la batuta de Juanjo Mena, garantía de calidad, abordando la obra más significativa del británico Gustav Holst.
La primera obra, de escritura vanguardista, tiene como punto de interés el incardinamiento de instrumentos propios de la tradición popular vasca, caso de la txalaparta, con la orquesta sinfónica clásica. Y aunque el concierto sea titulado para percusión vasca es llamativa la presencia de instrumentos de viento como la alboka, el txistu o el cuerno además de exigir el compositor el canto no empastado a los miembros del trio Kalakan, que estuvieron pluriempleados. Una obra interesante aunque intuyo que de difícil compresión fuera del ámbito vasco.
Toda la segunda parte se ocupó con Los planetas, op. 32, de Gustav Holst, obra en la que Mena nos enseñó su maestría para guardar el justo equilibrio entre la marcialidad de Marte, la alegría de Júpiter o el misticismo de Neptuno, último movimiento en el que pudo escucharse al grupo Vocalia Taldea, situado en la misma platea del teatro. Subyugante la capacidad del maestro para la creación de contrastes, para lograr una sonoridad rica en matices en los movimientos más líricos y trabajo singular de los miembros de la sección de percusión, a alto nivel.
Un concierto de interés que coloca el listón de la temporada de la OSE muy arriba. El público vitoriano braveó a su conciudadano con fervor.
Enrique Bert
Trío Kalakan, Vocalia Taldea y Orquesta Sinfónica de Euskadi / Juanjo Mena.
Obras de Erkoreka y Holst.
Teatro Principal de Vitoria-Gasteiz