Con frescos sinfónico-corales de porte y condición como broche final, dos programas sucesivos y parejos en la temporada de los Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE), ofrecieron, respectivamente, una notable antología del Peer Gynt de Edvard Grieg capitaneada por Miguel Harth-Bedoya y, esta sí, condensada y recompuesta de su original fílmico por el propio autor Serguei Prokofiev, su cantata Alexander Nevsky, bajo la dirección de Antonio Méndez.
Un Peer Gynt que satisfizo a los más escépticos, entre los que me incluía, de que una suite de estas características, relativamente amplia y lujosa, pudiera funcionar al margen de trama e interludios escénicos correspondientes. Y lo hizo. A ello lógicamente, hay que unir la singular soltura y plasticidad que transmitió el podio de Harth-Bedoya en todo momento, pese a los abultados ingredientes en liza, incluidos el Coro titular citado (CNE) y la soprano Aurora Marthens.
Por su parte la cantata Alexander Nevsky gozaba a priori, de mayores monumentalidad y emoción patria, sin hablar ya del aumento sobre el CNE titular, con el Coro de la Comunidad de Madrid. Una emoción que se sirvió musicalmente de aquella disposición augusta y encomiástica con prodigalidad, hasta la entrada de una presurosa Batalla sobre el hielo. Una batalla que contrastara y, de esta forma también, diera pie, a El campo de la muerte donde, una vez más, se conjuraron aquellas ínfulas bélicas, por el canto, la emotiva elegía, profunda voz y compostura de María José Montiel. Remate sublime ya desde su concepción por Prokofiev, que se siguiera de la más circunstancial Entrada de Alexander en Pskov.
Remate éste también, no sólo a un monumento musical, por otro lado ya asiduo sobre estas tablas, sino a un programa tripartito que había tenido, antes del descanso, dos estimulantes etapas desde otros puntos de vista. Como fuera la inicial Suite aparejada con maestría y savoir-faire, cariño también, por Manuel Ponce del Merlín de Isaac Albéniz. Una Suite de la que el programa, creo que con cierto sonrojo, presumía de ser, y no sé si esto nos deja en muy buen lugar a estas alturas de la película (!), nada menos que… estreno (!!), eso sí… en el continente europeo (!!!). De seguido, tras este privativo “estreno en Europa…”, el tradicional Concierto con solista. Joshua Bell hizo gala de competencia y compromiso en el interesante y bien pertrechado Tercer concierto para violín de Camille Saint-Saëns.
Destacados y no demasiado recurrentes Conciertos para violín, pues, seguidos, descanso de por medio, de significativos frescos sinfónico-corales, en dos programas consecutivos de la temporada de la OCNE con muchos puntos en común.
Luis Mazorra Incera
Orquesta y Coro Nacionales de España y Coro de la Comunidad de Madrid. Joshua Bell, violín. María José Montiel, mezzosoprano. Miguel Harth-Bedoya y Antonio Méndez, directores.
Obras de Albéniz/Ponce, Grieg, Prokofiev y Saint-Saëns.
OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto: Antonio Méndez dirigiendo a la Orquesta Nacional de España, con la mezzo María José Montiel / © Rafa Martín