Antonio Pappano deja en esta temporada la titularidad de la orquesta de Santa Cecilia, sin duda la mejor para el repertorio sinfónico en Italia, aunque continuará desde 2023 como director honorario. Es evidente la empatía con los profesores, su buen hacer, su gesto preciso y su convicción al dirigir piezas que él elige.
En el que creo que ha sido su último concierto como titular en veinte años tuvo un detalle magnífico: sólo obras de autores italianos, a los que todos solemos mirar un poco por encima del hombre en cuanto autores de música instrumental. Parece que el público no lo comprendió. Es verdad que tres conciertos seguidos son mucho y más en un fin de semana largo, pero sólo en el último hubo una cantidad razonable de personas para el inmenso Auditorio en el Parco della Musica (ciertamente no muy bien ubicado en la Ciudad Eterna).
En el segundo, el menos frecuentado, al final de la primera parte el maestro pidió hablar e hizo un apasionado (y casi desesperado) llamado a lograr mayor presencia y visibilidad para la actividad en música clásica. Se llevó aplausos, pero agregó: ‘no, aplausos a vosotros que venís’.
Estuve en los tres porque a mí sí me interesaban especialmente las dos piezas puramente sinfónicas que desconocía, la ‘Elegía para gran orquesta’ de Ponchielli y el poema sinfónico ‘Juventus’ del gran De Sabata, al que se le reconoce maestría como director, pero poco menos que se lo ignora como compositor. La primera, algo wagneriana, me resultó bella e interesante, además de interpretada de modo genial.
El segundo me maravilló, no sólo por la modernidad para la época (principios del siglo pasado), ni por la interpretación arrebatada desde su fascinante y vitalísimo comienzo(ciertamente estaba Strauss, pero creo que no es difícil advertir también la influencia de la música francesa de esos años).
Que Pappano cree en estas obras se observa en el hecho de que las propondrá también en Londres y Salzburgo. La primera parte fue dedicada a la más conocida (y algo menos interesante) ‘Misa de Gloria’, de un joven Puccini, donde se lució el magnífico coro de la entidad, preparado por Piero Monti. La obra demuestra aún la influencia de Verdi y la buena preparación en fuga y contrapunto de Puccini, su facilidad melódica, y su capacidad para escribir para las voces. Como siembre la de tenor es la preferida y Luciano Ganci, llamado a último minuto, lo hizo muy bien, pero fue lástima que sólo un número solista (‘Benedictus’) y el dúo final en el ‘Agnus Dei’ permitieran apreciar las dotes infrecuentes del barítono Mattia Olivieri.
Pappano por supuesto concertó y dirigió a su acostumbrado relevante nivel. Y el público presente agradeció con mucho aplauso.
Jorge Binaghi
Luciano Ganci, Mattia Olivieri
Orquesta y coro de la Academia de Santa Cecilia de Roma / Antonio Pappano.
Obras de Puccini, Ponchielli y De Sabata
Auditorium Parco della Musica, Roma