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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Oro, incienso y mirra - por Gonzalo Pérez Chamorro

Madrid - 13/01/2025

Como una retrasada celebración de Reyes Magos, el trío formado por el violinista Renaud Capuçon, el violonchelista Kian Soltani y el pianista Mao Fujita se presentaron en Madrid, simbolizando a unos reyes que trajeron para el ciclo Liceo de Cámara del CNDM su oro, incienso y mirra en forma de dos colosales y bellísimas interpretaciones del Trío n. 1 en si bemol mayor D 898 de Schubert y el Trío para piano n. 1 en si mayor Op. 8 de Brahms.

De hecho, no recuerdo en este ciclo un trío con piano como este, liderado sin duda por el superclase que es Capuçon, violinista de talla incomparable, naturalidad y belleza de sonido exquisita; y acompañado por el joven Soltani (el mejor de la reciente actuación en trío de cuerda con un arreglo de unas Variaciones Goldberg de Bach), un chelista llamado a dejar un legado como un grande; y un pianista que debutaba en Madrid (creo) y que, salvo al comienzo del Trío de Brahms, donde mantuvo un poco de distancia, fue un pianista soberbio en Schubert (abrazado por Capuçon tras concluir este Trío), redondeando un Brahms con enorme personalidad.

Es difícil interpretar el Trío D 898 de Schubert si no se capta la movilidad, fluidez y luminosidad de esta música, repleta además de campos de minas que pueden ser pisadas en cualquier instante (escuchar grabaciones de clásicos del siglo XX, especialmente las más antiguas, confirman que muchos confunden dulzura con pedantería). Los tres músicos parecían llevar años tocando esta música, y cuesta creer que el mayor de los tres, Capuçon, no llegue a los cincuenta años; tal fue la hondura desplegada, que instantes mágicos, inolvidables como el Andante o el vasto desarrollo del Allegro, se convirtieron en lecciones interpretativas antológicas.

Si el comienzo de la primera obra de cámara compuesta por Brahms nos deja quizá uno de los arranques más emotivos de la historia de la música de cámara (su carta de presentación ante el mundo), este Trío n. 1 mantiene constante su altísima calidad hasta la última nota, especialmente en la revisión que le dio Brahms en el postrero año 1891 (se mantiene el da capo de toda la maravillosa introducción, por si alguien no había captado esta hermosura de música del entonces joven compositor hamburgués). De las muchas cosas que se escucharon y emocionaron, el Scherzo y su sección central, o el Adagio (Brahms tiene muy pocos adagios como tales, este es uno de ellos), que plenamente evoca en la escritura del piano al último Beethoven de su Sonata Op. 111, y que Fujita mantuvo en elevada liturgia con sus acordes y la progresión emocional.

Con una ovación sincera y prolongada, este trío de genios nos regaló lo que mejor se adaptaba a estas obras, la ligereza de una Marcha en forma de vals, de Fritz Kreisler, que desprendía tanta Viena como sus antecesores. No fue un regalo, fue un bonus. El regalo ya nos lo dieron con este primer concierto de cámara del año del CNDM.

Gonzalo Pérez Chamorro

 

Renaud Capuçon, violín / Kian Soltani, violonchelo / Mao Fujita, piano

Centro Nacional de Difusión Musical, Auditorio Nacional (sala de cámara)

Obras de Schubert y Brahms

 

Foto © Elvira Megías

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