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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Originalidad, cirugía y cosmética (ORCAM) - por Luis Mazorra

Madrid - 25/02/2021

Con el cálido lirismo mantenido de la cuerda y dos flautas hacia la puntuación de un característico trinar final, arrancó el programa de concierto de la Orquesta de la Comunidad de Madrid dirigida por Víctor Pablo Pérez. Era Piano espressivo de Fernando Velázquez, partitura que inauguró un programa pleno de amables y reconocibles sonoridades, más recientes, como ésta, o de repertorio.

Tras ella, "piano" también... pero el instrumento. El gran piano romántico, con la obra más emblemática de su virtual supremacía decimonónica sobre cualesquiera otra condición instrumental o vocal: Primer concierto en mi menor de Fryderyk Chopin. Un piano brillante y protagonista, aquí diáfano, directo y de fácil comprensión en las manos de su compatriota Rafał Blechacz, que destacó sobremanera la alternancia de exquisitez y bravura en la partitura de Chopin, a la que la orquesta trató de dar contrapartida en sus incisos puntuales y suaves atmósferas armónicas. Una contrapartida orquestal que se completó con la extensa introducción, interludio y coda del Allegro maestoso inicial, a las que pareció querer atraer la atención, con relevantes cambios de tempi.

La bellísima Romanza que le sigue, es un Larghetto donde ya el protagonismo del piano, su expresividad, rubatos y adornos varios, es absoluto, y donde las delicadas pinceladas de la orquesta, en especial ataques de trompa sobre aquel colchón armónico, fueron especialmente comprometidas.

El Rondó-Vivace respondió, en principio, a coordenadas similares al primer movimiento, eso sí, con cambio de modo y lógico mayor dinamismo, asertividad... y nuevas fluctuaciones en el tempo, esta vez por bloques técnicos y formales del propio Rondó, aquí comandadas por el solista que daba así su versión más personal.

Fuera de programa, una propina por aclamación del público, a ritmo de vals... y de elegante vals... chopiniano ¡por supuesto!: el op. 64 núm. 2 escrito en do sostenido menor, precisamente el relativo menor, no ya del Concierto, sino de sus dos últimos movimientos en modo mayor.

La Segunda sinfonía de Brahms era la última cita y transcurrió por los parámetros interpretativos citados, con disposición tradicional, conforme y resuelta.

La sorpresa aquí vino porque, aprovechando el cambio de escenario para la ocultación del piano, desparecieron también -quedaron allí vacíos sus atriles y sillas delatores- los “segundos” del viento madera, así como el correspondiente viento metal, para dejar un panorama similar al de otras sinfonías de Mahler y Bruckner, arregladas en este mismo ciclo.

Esto es, un profesor por instrumento de viento madera, dos trompas, una trompeta, un trombón y timbal. La cuerda, por su parte, dimensionada con sus límites, igual que en el resto de obras en programa (8/6/5/5/3).

En resumen, que, el bastante más modesto, sinfónicamente hablando, Concierto de Chopin empleó aquí un elenco más poderoso -el doble de viento-, que el de la Sinfonía de Brahms.

Sinceramente, hay mucho, muchísimo repertorio para elegir mejor obras originales, adecuadas a esta situación que sobrellevamos, como para hacer sistemáticamente estas operaciones quirúrgicas y cosméticas. Componendas, además, al margen de la conocida densa estética orquestal de Brahms, sin grandes cambios tampoco. Al trabajo del arreglista, de nuevo, un diez, que no se me olvide.

Por cierto, ya que estamos, y perdonen mi torpeza, pero llevamos con éste, tres conciertos de este ciclo bajo el rótulo: “Música y religiones”, y he de confesar que me cuesta encontrar un nexo consistente con su contenido... Valga este programa como ejemplo. Quizás se trate de los demás...

Para terminar, la Segunda sinfonía de Brahms, presentada con una versión ajustada y cabal por sus protagonistas como dije, aún sin los grandes contrastes dinámicos que la caracterizan en sus movimientos extremos -especialmente en el Allegro con spirito final-, lo premió todo y levantó la ovación correspondiente.

Luis Mazorra Incera

Rafał Blechacz, piano. Orquesta de la Comunidad de Madrid / Víctor Pablo Pérez.

Obras de Brahms, Chopin y Velázquez.

ORCAM. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

Foto: Rafał Blechacz.

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