La Obertura para un festival académico de Johannes Brahms fue, literalmente eso mismo, la obertura festiva para el concierto auspiciado por la Fundación Albéniz, inauguración del nuevo curso académico 23/24 de la Escuela Superior de Música Reina Sofía en el Auditorio Nacional de Música.
Un concierto protagonizado por la Orquesta Sinfónica Freixenet de dicha Escuela bajo la dirección de Péter Csaba, que, aparte de formar parte del programa cultural de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea según rezaba el amplio programa de mano, aprovechaba esta ocasión singular para servir de homenaje en su centenario, a toda una referencia de la música y del piano en particular, en España como el mundo entero: Alicia de Larrocha.
Para ello, junto con los estantes informativos en el hall de entrada del Auditorio tratando diferentes aspectos biográficos y artísticos de la pianista, estaba programado, tras el Brahms citado, el Vigesimotercer concierto para piano y orquesta de Mozart, con Marta Zabaleta en su rol solista.
Un concierto resuelto por pianista, podio y orquesta con sentido de la proporción, el equilibrio y la claridad técnica, sin eludir algunos aspectos dinámicos que aporta el piano moderno a estas obras.
Todo un contrapunto clásico, o clasicista si quieren, a la explosión romántica previa afrontada con aquel Brahms y su Obertura liderada con ánimo entusiasta por Csaba.
Pero, para ánimo y homenaje a Alicia de Larrocha, la propina ofrecida por Zabaleta: la (inextinguible) Danza del fuego de Falla en su, otrora habitual, versión pianística. Una versión que popularizaron el siglo pasado, no sólo Alicia, quizás su principal valedora a la postre, sino otros muchos enamorados de la música española, también tras nuestras fronteras, encabezados por Arthur Rubinstein.
Esplendida elección de propina, pues, que, con su notoria popularidad, fuerte carácter y destacados detalles técnicos entre los que destacan aquellos “pregnantes” trinos iniciales en ambas manos, ayudó definitivamente a encaminar este recuerdo del centenario de tan ilustre artista.
El programa se remataba en la segunda parte, con el Concierto para orquesta de Béla Bartók.
Una oportunidad de dar cancha a todos y cada uno de los atriles de esta Orquesta en una propuesta de estética algo más avanzada que unía, así, a la espectacularidad de esta brillante página sinfónica del repertorio, la justa y exigente aspiración académica del acto, en la privilegiada posición de plato principal y culminante del menú musical de hoy.
Luis Mazorra Incera
Marta Zabaleta, piano.
Orquesta Sinfónica Freixenet de la Escuela Superior de Música Reina Sofía / Péter Csaba.
Obras de Bartók, Brahms, Falla y Mozart.
ESMRS. Auditorio Nacional de Música. Madrid.