He de reconocer que el último programa de abono de esta temporada 23/24 de la Euskadiko Orkestra tenía el aliciente de poder escuchar y disfrutar una obra que a pesar de ser relativamente reciente –se estrenó en Berlín en 2003- ha tenido un recorrido relevante por los escenarios del mundo musical; además, al pertenecer Henri Dutilleux casi exclusivamente al siglo XX nos permite poder considerar a Correspondances como una obra casi testamentaria y por ello, puede ser entendida como un resumen de su evolución estética.
Los cinco poemas musicados por el compositor francés fueron excelentemente diseñados por la soprano guipuzcoana Elena Sancho Pereg, capaz de transmitirnos de forma más que adecuada las muchas dificultades de la partitura. Porque Dutilleux exige a la soprano tanto un agudo firme como caminar con solvencia por la franja más grave de la tesitura al tiempo que ha de hacer frente a un volumen orquestal considerable. En todas estas facetas Sancho Pereg estuvo a la altura de lo que ya está enseñando en su carrera profesional por distintos teatros del continente. Y no puedo sino felicitar a la dirección artística por permitirnos disfrutar de una obra que entremezcla lo metafísico con lo cotidiano en los textos de, entre otros, Rilke o van Gogh. Un acierto absoluto la programación de este obra.
Previamente a esta interpretación y sin que constara advertencia previa en el programa de mano una alumna del Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene, Sara Litón, dirigió con enjundia y ánimo la obertura de Fidelio, de Ludwig van Beethoven. Este ejercicio es parte del plan de formación que esta y otras estudiantes están llevando a cabo con el titular de la Euskadiko Orkestra y nos parece una decisión –no es la primera vez que la podemos disfrutar- digna de todo elogio.
Toda la segunda parte se dedicó al Richard Strauss sinfónico, siendo la elegida entre sus muchas obras de este tipo la Sinfonía doméstica, op. 53; es decir, aquella que narra, lejos de la opulencia programática de otras similares, la vida cotidiana del compositor, esa vida que transcurre entre pequeños problemas, discusiones, conflictos… y también amor, respeto y complicidad, amasada durante años de convivencia entre los miembro de la unidad familar. Tanto en esta obra como en la anterior de Dutilleux Robert Treviño fue capaz de deletrear la partitura y todos los temas presentados y desarrollados en la misma con suma eficacia. Es esta una batuta que parece sentirse cómoda en la complejidad de las grandes obras orquestales de la época. No es coincidencia que Treviño insista una y otra vez en trabajar con su orquesta el corpus sinfónico, por ejemplo, de Gustav Mahler, coetáneo de quien nos ocupa.
Un gran concierto, quizás no demasiado “popular” pero que ha reflejado a la perfección el nivel alcanzado por batuta y orquesta, un fiel reflejo de lo que llevamos años disfrutando. Así, despedimos esta temporada y al mismo teatro, que se embarca en unas reformas absolutamente necesarias y que nos obligarán a trasladarnos durante muchos meses al salón principal del Conservatorio Jesús Guridi, de la capital alavesa, lo que conlleva una reducción significativa del número de espectadores posibles y tener que alejarnos del centro neurálgico de la ciudad. Hasta pronto, teatro Principal y que esta transición sea para bien de todos.
Enrique Bert
Elena Sancho Pereg (soprano) y Euskadiko Orkestra.
Dirección musical: Robert Treviño y Sara Litón.
Obras de Ludwig van Beethoven, Henri Dutilleux y Richard Strauss.
Teatro Principal, de Vitoria-Gasteiz