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Crítica / No es oro todo lo que reluce - por Francisco Villalba

Madrid - 10/01/2024

De nuevo nos visita Sondra Radvanovsky al Teatro Real; con anterioridad ya lo había hecho como Tosca, en el segundo reparto, tras Violeta Urmana en 2011; posteriormente como Amelia, en un Ballo in Maschera en 2020 y finalmente en 2021, de nuevo como Tosca.

Hoy se la considera por algunos una de las sopranos señeras en el repertorio italiano desde Donizetti a Puccini, pasando por Bellini y Verdi. Posee una voz espectacular, grande, rica en armónicos, virtudes que se ven oscurecidas por un constante trémolo; se trata de una maestra en apianar la voz hasta reducirla a un hilo sonoro exquisito pero cuando suelta el chorro de voz en la zona aguda indefectiblemente le suena estridente. Todas estas luces y sombras pueden no solo ser tolerables sino en ocasiones atractivas en cierto repertorio, pero cuando se afronta el “bel canto”, mucho menos.

En esta ocasión la soprano, acompañada por orquesta y coros, nos ofreció un concierto semi-escenificado dirigido en lo musical por Riccardo Frizza, y en lo teatral por Rafael R. Villalobos.

 Se trataba de sugerir escénicamente el ambiente de escenas de las tres óperas de Donizetti inspiradas en esos tres personajes regios femeninos en la Inglaterra de la época Tudor, que son (utilizando la denominación italiana) Anna Bolena, Maria Stuarda y Elisabetta Tudor, protagonista esta última de la ópera Roberto Devereux.

Villalobos, a base de un coro vestido siempre de negro y una sugerente luminotecnia de toques oscurantistas, resuelve las tres escenas sin distorsionar los libretos y con un cierto buen gusto. El único toque decorativo lo proporcionan los tres diferentes atuendos que Rubin Singer ha diseñado para las tres reinas, por cierto, inspirados lejanamente en los que en su tiempo vistió Giuditta Pasta, por ejemplo para María Stuarda. Y el de Elisabetta en un traje de la misma reina pasado por una modernidad galáctica que le permite en vez de arrancarse la peluca, quitarse dos especies de manguitos un tanto ridículos.

Tras las oberturas de las tres óperas, tocadas de forma burda y sin la menor delicadeza por Riccardo Frizza, que parecía estar al frente de una banda de pueblo en vez de la excelente orquesta del Teatro Real, nivel que mantuvo durante toda la velada, entró la soprano que cantó de Anna Bolena las maravillosas “Chi puo vederla a ciglio asciutto” “Al doce guidami  castel natio” donde se empezaron mostrar sus luces, unos pianos perfectamente ejecutados, pero una voz que en cuanto salía de esa zona media de confort se descontrolaba y bordeaba el chillido. Lo malo fue cuando llegó esa cima del bel canto florido de fuerza que es el “Coppia iniqua” que fue penoso, variaciones sin sentido, escalas a trompicones, frases entrecortadas, una lástima.

Después escuchamos, de Maria Stuarda, “Vedeste? Vedemmo. Oh, truce apparato” y “Deh! Tu di un’umile preghiera” donde su interpretación vocalmente pareció más adecuada al personaje, pero sin esa lánguida delicadeza que requiere. La soprano lo resolvió todo por el lado exhibicionista sin profundizar en la enorme emotividad de su postrera oración antes de dirigirse al cadalso. Por cierto, el empujón al esbirro que le tendía la mano para conducirla a la ejecución no me pareció muy oportuno.

Finalmente Radvanovsky nos ofreció de Roberto Revereux “E Sara in questi orribili momenti” y “Vivi, ingrato, a lei d’accanto”, que interpretó a niveles teatrales a lo Bette Davies, pero un tanto exagerada, y a musicales bastante pedestres, aunque tuvo momentos bien resueltos, pero sin conseguir una interpretación que me pudiese parecer redonda. Hubo, una vez más, exhibición de medios más que de perfección canora.

Quede por decir que el triunfo fue absoluto para gran parte del público.

Francisco Villalba

 

Las tres reinas de Donizetti

Sondra Radvanovsky, Gemma Coma-Alabert, Fabián Lara, Carles Pachon

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real / Riccardo Frizza

Propuesta escénica de Rafael Villalobos

Teatro Real, Madrid

 

Foto ©  Javier del Real | Teatro Real

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