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Crítica / Nerón cumple cien años - por Jorge Binaghi

Cagliari - 04/03/2024

Aclaremos. Hablo del que Boito dejó sin terminar tras años de atormentada creación, ya con un quinto acto descartado (pro figura en el poema dramático que el propio compositor escribió) y un cuarto que, cuándo no, Toscanini ‘ordenó’ completar a dos desdichados, Smareglia y el menos conocido Tommasini.

Su reposición es hoy una rareza que, como tantas otras, hay que agradecer al Teatro Lirico de Cagliari que, al menos para su inauguración, se sale siempre de senderos trillados.

En este caso, además, la tarea vale doblemente la pena porque, aunque el libreto adolece del hipercultismo del compositor (que cuando no tenía detrás a Shakespeare y/o Verdi se dejaba ir) y de ‘exigencias’ de la época hoy superadas que inciden en la teatralidad de la trama la música es realmente interesante y de alto nivel, y es difícil explicarse el porqué de tanto bodrio nuevo o viejo cuando hay una perla como ésta. Que por suerte además fue bien servida sin esas grandes figuras del tipo de las que la estrenaron y que tenían mejor voluntad que las no muy numerosas (y menos verdaderas) actuales que en cambio harían muy bien en evitar papeles conocidos en los que realmente no pueden competir ni brillar mucho.

En primer lugar, excelente concertación del maestro Cilluffo, que tiene una mano especial para este tipo de repertorio, y lo demostró con una concertación inteligente y satisfactoria, que consiguió además un excelente rendimiento de la orquesta del Teatro, a veces sometida a vejaciones políticas. El coro de la casa, preparado por Giovanni Andreoli, aprovechó bien las oportunidades que le ofrecía la partitura y fue otro punto positivo de la exhumación.

La puesta en escena de Ceresa usó el argumento para evocar al mismo tiempo pretendidamente imperiales de época fascista y la aproximación no molestó en ningún aspecto, ni siquiera en el de los trajes que podría haber resultado más chocante. Estoy seguro de que no costó una barbaridad y si alguien –lo dudo- se toma el trabajo de retomar el título no tendría por qué encargar un nuevo trabajo. También se notó el trabajo con los intérpretes.

Hubo un doble reparto, y en conjunto ambos fueron muy equilibrados para las dificultades de los papeles. Como protagonista (formal) hace falta un tenor spinto que no tema a los difíciles ataques en agudo, y los tuvo en los georgianos Shesaberidze y Kipiani.

Simón el Mago fue en su origen pensado para un bajobarítono llamado nada menos que Marcel Journet y esta vez tuvimos un barítono (Vassallo, en la mejor actuación que le recuerdo) y un bajo (el excelente Rosalen). El más agradecido rol de Fanuel (barítono) fue a parar al experimentado y elocuente Frontali y al más joven y más ‘tímido’ Kim, así como el de Rubria permitió destacar a dos jóvenes mezzos: la más experimentada (y de mayor volumen) Uzun y la prometedora Marini.

 En el imposible papel de Asteria (ese que Rosa Raisa estudió en un viaje en barco con la ayuda de Héctor Panizza) lograron lucirse Boi y la más veterana Stanisci, ambas impertérritas en los terroríficos agudos y en una actuación tan desbordada como la tesitura y el personaje requieren.

Si hasta el comprimario más importante, Tigelino, fue en su momento confiado a todo un Ezio Pinza habrá que decir que Abis destacó mucho más en todos los aspectos que el correcto pero opaco Dongho Kim. Pero también tuvieron ocasión de lucirse Antonino Giacobbe (Oráculo y Dositeo), Vassily Solodkyy (Gabrias)y Natalia Gavrilan (Cerinto/Perside/primera voz femenina).

Hubo más público en la función vespertina del sábado que la del domingo, y es lástima que semejante esfuerzo no se haya visto compensado por una gran asistencia como hubiera sido deseable. Los que estuvieron aplaudieron con calor. Y bravo por el Teatro.

Jorge Binaghi

 

Mikheil Sheshaberidze/Konstantin Kipiani, Franco Vassallo/Abroamo Rosalen, Roberto Frontal/Leon Kim, Valentina Boi/Rachele Stanisci, Deniz Uzun/Mariangela Marini, Dongho Kim/Alessandro Abis, y otros.

Escena: Fabio Ceresa.

Dirección de orquesta: Francesco Cilluffo.

Nerone, de Boito.

Teatro Lirico, Cagliari

 

Foto © Priamo Tolu

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