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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Nelson Goerner, músico y pianista integral - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 20/05/2024

Ya en Enero de 2022, cuando hizo su presentación en la Sala sinfónica del CCMD vallisoletano con el Concierto nº 2 de Chopin y la OSCyL, acreditó unas excelentes condiciones y una gran acogida por el público asistente, que le hicieron acreedor a repetir presencia como concertista a solo, cuando su agenda se lo permitiese. Las fechas  cuadraron este 18 de Mayo de 2024 y así se le programó en el 9º Concierto del Ciclo de Recitales y Música de cámara, que la OSCyL celebra en su correspondiente Sala de su sede. Los resultados satisficieron plenamente las expectativas despertadas.

Con un Programa aparentemente extraño, cuyo desarrollo justificó su por qué, Nelson Goerner (San Pedro, Argentina, 1969 y residente en Ginebra, Suiza), Premio "franz Liszt" de Buenos Aires,  I Premio Internacional en Ginebra, Premio "Konex" Platino en 2009 y 2019 y dos "Diapason d'Or" por sus dos grabaciones sobre Chopin, se mostró como pianista de aspecto hierático, mecanismo infalible exento de aspavientos y musicalidad exquisita, que dota a sus versiones de un interiorismo y expresión, que va captando y enamorando al oyente, con una gradación dinámica variada sin rebasar nunca el forte sin control y llegando a sutiles pianísimos de delicado y límpido sonido.

Comenzó con la Chacona en Sol M., HWV 435 de Händel, (1733), recogida en su "Suite de piezas", Volumen II/2, que integran 21 variaciones sobre este ritmo de origen español, escrita para clave. Su versión, lógicamente, utilizó muy poco el pedal del piano y planteó con nitidez el bajo ostinato sobre el que se asienta, con musical virtuosismo en la mano derecha y gran firmeza en la izquierda (cambiando esos papeles en la variación que lo plantea) y logrando claridad de concepto para distinguir unas de otras dentro de la obra completa. La variedad dinámica aludida jugó muy bien su papel en ello y su capacidad expresiva también en las de carácter lento. Muy aplaudido.

Despedió Parte con Davidsbündertänze (Danzas de la Cofradía de David), op. 6 (1837?) de Shcumann, conjunto de 18  piezas en en dos grupos, que dedicó al amigo compositor W.W. von Goethe, en un ambiente de la época que agrupaba a jóvenes  con nuevas inquietudes, para un tiempo que veía declinar las formas  anteriores. Desdobla su propia personalidad en dos jóvenes ficticios, Eusebio (humilde, amable y tímido) y Florestán (fogoso, ruidoso y jovial), que le permiten caracterizar cada número. Aunque 100 años después, esa diferenciación en música la emparenta con las variaciones händelianas, acentuada aquí por el Romanticismo, exigiendo del intérprete no tanto la técnica sino la sensibilidad y relación distintiva entre los tempi. Goerner fue fiel  a ello y ofreció una lectura coherente, comenzando con el Vivace, diálogo entre ambos  jóvenes, con cita de la Mazurca de sus "Soirées musicales", op. 6/5, que toma el tema de Clara con quien anhelaba boda, no aceptada hasta 3 años después. Mínima pausa  (no repetida hasta comenzar la parte II del Ciclo con la "a modo de viva Balada" de Florestán) y atacar el íntimo retrato de Eusebio con total sentimiento, retomado en el penúltimo número ya con sensación de lejanía y el dúo en acción, antes de que Eusebio cierre el Ciclo tranquilamente. Entre medias hubo momentos maravillosos para Florestán, 3º, 6º y 8º; para Eusebio, 5º de precioso sonido y casi salvaje y grácil el 13º para la pareja. Ovación cerrada.

En el mismo estilo de caracter pero ya en los albores del S. XX, 1901-03, los Diez Preludios, op. 23 de Rajmáninov; los 3 primeros, 1901, tras su ilusionante boda con Mdme. Satin, y los otros 7 tras 1903, abriendo la 2ª Parte. Hechos seguidos porque las tonalidades de los adyacentes son próximas y porque el inicial y el final, ambos Largo, están en tonos relativos. Los dedicó a su primo Siloti, fiel ayuda en sus malos momentos. Utiliza todas las posibilidades que el piano romántico permite, por lo que resultan más amplios que los de otros colegas, con brillante resultado que le animó a completarlos en todas las tonalidades en su op. 32. Goerner aunó todas sus virtudes  en una interpretación soberbia, con energía en el 2º, en el difícil 3º en tiempo de Minuetto sin llegar a serlo, romántico a tope el Adagio, el famoso "alla marcia" con excelente legato entrambas manos, equilibrio entre virtuosismo y musicalidad en el Presto y un exquisito toque en el final. Arrebatada acogida.

Y la explosión final con Islamey : fantasía oriental, op. 18 (1869) de Mili Balákirev, nacionalista ruso, inspirada en un viaje por el Cáucaso, de cuyas danzas tomó una lezginka de Kabardia-Balkania  y una canción de amor tártara, como temas para una forma tripartita, rematada con una coda como brioso trepak ruso. La pieza, piedra de toque pianístico por su dificultad hace ya años, fue vertida con todo virtuosismo y facilidad para el canto expresivo por Goerner, huyendo de la superficialidad y el exhibicionismo. Repetidas ovaciones, le "obligaron" a regalar una especialidad: el íntimo y refinado Chopin de su más famoso Nocturno, que fue una delicia tras tanto fulgor, remanso de calidad en el rubato y en el sonido. Triunfal despedida.

José Mª Morate Moyano

 

Nelson Goerner, piano

Obras: G. F. Händel, R. Schumann, S. Rajmáninov y M. Balákirev

Sala de cámara del CCMD de Valladoli

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