Arrancó el concierto de mañana de sábado en el ciclo de órgano Bach-vermut del CNDM, con el decidido ánimo de toda una giga y nada menos que en forma de fuga. Mar Vaqué frente al órgano de la sala sinfónica del Auditorio Nacional de Música afrontó con resolución una fuga y giga bachiana, donde el ánimo danzable que la inspira se mantuvo de principio a fin, en un exordio de programa, verdaderamente “en punta”.
De seguido, afrontó con solidez una desenvuelta y castiza Improvisación madrileña, “madrileñista” diría yo incluso, castiza de cabo a rabo, con motivos de todos conocidos, del chotis a la zarzuela, y consecuente marcha armónica y, sentido de la variación y el desarrollo.
De los Cuatro bocetos para piano con pedalier (Vier Skizzen für den Pedalflügel) de Robert Schumann: el Vivo (Lebhaft) con gestos melódicos un tanto pianísticos, y un Allegretto pizpireto y gustoso, con aquella misma impronta, eso sí.
De la Suite para órgano, op. 5, de Maurice Duruflé, la Siciliana mostró, con humildad aparente, abultada complicación técnica sin salirnos de aquel plan intimista. Muy interesante por tímbrica y estética, y de abierta dificultad, también, ofrecida con holgura.
El Preludio y danza fugada de Gaston Litaize, abundó en aquel tono de improvisación y cierto carácter entre satírico y onírico… Los gestos melódicos del fugado y sus adornos colaboran a ello. Notoria técnica en un clima de estética más libre, con un rotundo final para rematar el programa ofrecido por el primero de los/las organistas convocados hoy: Mar Vaqué.
Ya con Joan Seguí sobre los teclados, el concierto tomaba una dirección más “ricercata”, más… sofisticada e inquisitiva. De Musica ricercata de György Ligeti, en arreglo para órgano, el Sostenuto - Misurato - Prestissimo en su curiosa sucesión de ostinatos con un críptico (ligetiano) sentido del humor (si dicha obstinación la convertimos en anagrama, por ejemplo…).
En el Allegro con spirito se lucían tanto técnica como timbres. El Tempo di valse (poco vivace ‘a l’orgue de Barbarie’) mostró un ingenioso ejercicio de estilo.
El Allegro molto capriccioso jugó con este libre criterio titular y las posibilidades tímbricas de nuevo. Un Cantabile, molto legato, con interesante melodía, acompañada por un perpetuum mobile en la mano izquierda.
Y, Vivace. Energico, con espíritu de final de sección, eso sí, siempre en estas breves dosis ligetianas.
Tras esta selecta suite (suite sobre la suite…), de Cuatro danzas bíblicas de Petr Eben, Las bodas de Caná abordó una gran paleta de registros de este gran instrumento y escritura contrapuntística.
Y, así, para concluir, volvimos a casa, al Bach titular del ciclo. De la Segunda Partita para violín solo de Bach el brillante arreglo (A. Landmann) de su eterna Chacona que une a la genialidad de su autor en el desarrollo de la variación y gestión de sus tensiones, el savoir-faire del arreglo moderno que ha caracterizado esta segunda parte del concierto.
Propina a cuatro manos con motivos de música clásica y, ya explícito tono humorístico: Mozart y… su marcha turca… servida, eso sí, con ritmos más… cálidos.
Luis Mazorra Incera
Mar Vaqué y Joan Seguí, órgano.
Obras de Bach, Duruflé, Eben, Ligeti, Litaize, Mozart y Schumann.
CNDM-BACH-VERMUT. Auditorio Nacional de Música. Madrid.
Foto © Elvira Megías