La Igrexa de Santiago de Foz fue lugar de encuentro del concierto del XI Festival Bal y Gay, para recibir la visita de Musica Ficta, una de las agrupaciones de mayor presencia en el ámbito nacional en lo relativo a estos repertorios de larga tradición hispana y Latinoamérica en especial en lo relativo a los siglo que van del XVI al XVIII. Formado en 1992 por Raúl Mallavibarrena y que dejaron constancia de su magisterio por los países más diversos en estos repertorios que se concentran en un amplísimo catálogo de registros en cd, Mención reseñable fue el trabajo dedicado al Officium Defunctorum, de Tomás Luis de Victoria y las grabaciones para el sello Enchiaridis, sobre el período histórico de El Quijote. También la atención al Cancionero de Turín; el Parnaso Español, de Pedro Ruimonte; los Musikalisches Exequien (Henrich Schutz); Dixit Dominus (Händel); La Senna Festegiante, ópera de Antonio Vivaldi; la Messe des Morts (M.A. Charpentier) o la colaboración con otras agrupaciones como Civita Harmonie, con la que llevaron a cabo la zarzuela barroca de Sebastián Durán, Salir del mundo, en el Teatro Arriaga. Fueron grupo en residencia del CNDM, tras llevar a cabo publicaciones como Músicas viajeras. Son fundadores de la Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua. El elenco para esta jornada, estaba integrado por las sopranos Lore Agustí y Manon Chauvín, Andrea Rey, en voz de contralto, los tenores Fran Braojos y Javier Carmena, y el bajo Fabio Barrutia con asistencia instrumental de guitarra, bajo la dirección de Raúl Mallavibarrena.
Un programa a mayor gloria del grupo por las piezas elegidas en este viaje COLUMBUS: La puerta del mundo-, con obras de Juan Gutiérrez de Padilla- A la Xácara xacarilla (Archivo de Puebla de los Ángeles)-; Juan de Araujo- Los conflades de la estleya (Villancicos negros) del Archivo de la Plata-; Gaspar Fernández- A Belén me llego tío (Villancico de Navidad) Archivo de la Puebla de Los Ángeles-; Juan Gutiérrez de Padilla- De carámbanos del día viste (un romance y Las estrellas se ríen (juego de cañas), además del motete Stabat Mater, del mismo archivo-; Gaspar Fernández- Sancta María (chanzoneta en Náhuatl); enochititlan, un anónimo mejicano del XVI- ; Juan Pérez Bocanegra- Hanaq pachap cuesicuynin (Himno procesional quechúa); Andahuaylillas (anónimo de 1631), un ritual formulario; Santiago de Murcia- Gaitas y folías Gallegas (Códice Saldívar)-, José de Cascante- No sé si topo (letra a Nª Señora del Topo-; Oiga niño mío (Villancico al nacimiento), del Archivo de Sta Fe-, Tomás Torrejón y Velasco-Desvelado dueño mío (Archivo de La Plata) y Juan García de Zéspedes- Convidando esta la noche- también en el bis-, juguete y guaracha, del Archivo de Puebla de Los Ángeles.
La música profana de la metrópoli, en ese siglo XVII, se dividió en partes con una primera con raíces en el siglo anterior y preferentemente a varias voces en un estilo homorrrítmico con frecuencia contrapuntístico para seguir después con el nacimiento del nuevo género de música profana para solo que se presentará en diversas formas pero de características muy similares. Coincidiendo con el nacimiento de la música escénica. Esa música profana que cobrará cuerpo y materia en los principales cancioneros que pueden interesarnos. Citaríamos los celebrados de Turín; el de la Biblioteca Casatense; el de Medinaceli, el de Olot, el de Munich. Los libros de Tonos Humanos; el de la Biblioteca Nacional, el Cancionero de Coimbra, el segundo de Tonos y Vllancicos, de Juan Arañés; la Biblioteca Nacional de Madrid o el de Ajuda. La forma musical es la del romance, el villancico y otras similares, generalmente con copla y estribillo, aunque hay casos de una sola estrofa, para que sirviese a todo tipo de composiciones. Las coplas, en su mayoría, eran para un mismo número de voces que el estribillo.
De la Metrópoli a las Colonias en un permanente cambio de influencias en beneficio de unas culturas emergentes, tanto en los géneros sacros como profanos en diálogo sin pausa. Literaturas musicales de las que investigaciones reciente, han dejado trabajos como el promovido por Alejandro Massó, recuperando un cantidad ingente de documentos a través de los archivos catedralicios. Un proyecto nacido gracias al apoyo del Programa Repsol YPF para la Música de Latinoamerica. De ello, la serie de registros El gran Barroco del Perú; El gran barroco de Bolivia o Selva y vergel de Músicas. La cordillera andina que reunirá más de once mil partituras, fechadas entre los siglos XVI y XIX, una absoluta cumbre de impagables recusos en manos de los investigadores que se precien. Halladas las partituras, el paso inmediato sería la restauración del descubrimiento. Lo relativo a los instrumentos musicales no dejará de ofrecer sorpresas por su idiosincrasia, aspectos como el detalle de los teclados, con cuarenta y dos notas, con la llamada octava cuarta; las arpas casi obligadas, de las que todavía se conservan cinco en todo el Continente y traídas a la Metrópoli, luego reproducidas y adaptadas por los nativos hasta llegar a dominarlas con la técnica actual de los artistas de Paraguay, Argentina, Ecuador o Ayacucho, en Perú. Los violines, que utilizaban estaban menos elaborados que sus homónimos italianos y tenían un sonido más fuerte.
Ramón García Balado
XI Festival Bal y Gay
Musica Ficta / Raúl Mallavibarrena.
Lore Agustí, Paloma Friedhoff, Íñigo Casali, Uxía Delgado, Andrea Rey, Javier Martínez Carmena y Fabio Barrutia.
Igrexa de Santiago, Foz
Foto © José Albornoz