Érase una vez en un pueblecito de la España profunda un muchacho tan inquieto como talentoso, tan visionario como impetuoso, tan decidido que muchos le llamaron utópico, quien admirando la majestuosa belleza de su entorno y no sabiendo aun cómo, terminaría consiguiendo uno de los hitos culturales más importantes y asombrosos de nuestra historia reciente. Esta persona, Daniel Broncano, todavía en la treintena, sigue dando muestra de su ingenio allá donde pase, y tras fundar un festival totalmente personal en 2014, Música en Segura, ha ido regalando su acierto programador por algunos de los festivales y ciclos que se han interesado en su buen hacer, como la Semana de Música Religiosa de Cuenca, la Semana de Música Antigua de Álava, o más recientemente, siendo nombrado el Gerente de la Orquesta de Córdoba.
Y es que, siendo exclusivamente racionales, mientras nos adentrábamos en las cada vez más angostas y calmas carreteras secundarias jienenses, asombrándonos por el esplendor de sus paisajes rurales y montañosos plagados de olivos, uno no puede imaginar siquiera la frenética actividad que nos esperaría en unas horas. Llegando a Segura de la Sierra, sede central del festival, descubrimos uno de los pueblos más bellos de España después de seis kilómetros de peligrosa y curvilínea senda en un paraje simpar, mágico y majestuoso.
RITMO pudo disfrutar de los tres últimos días del festival, aunque hemos escuchado versadas voces que nos aseguran que los eventos de los días 25 y 26 fueron únicos e inolvidables, comenzando por el concierto de uno de los contrabajistas más prestigiosos y polivalentes de nuestro país, Pablo Martín Caminero, quien fue estupendamente agasajado por su compañero pianista, Daniel García. Al día siguiente, la excursión musical comandada por Abraham Cupeiro, ese fascinante músico experto en innumerables e insólitos instrumentos de viento, hizo las delicias del público, mientras que los restantes conciertos fueron sencillamente embrujadores, destacando especialmente el ofrecido por el contratenor José Hernández Pastor, quien, con su voz desnuda en una imponente Iglesia de los Jesuitas, logró una conexión especial, mística y profunda entre él y los espectadores con algo intangible y espiritual.
Centrándonos en los sucesos a los que felizmente pude asistir, el primero de ellos fue el ofrecido por el Niño de Elche, bajo el sugerente título de Memorial de mis bodas de plata con el flamenco, el día 27 de mayo a las 20:00 h. en una sede tan peculiar como singular, la Cooperativa de aceite de Orcera, una fábrica donde se confecciona uno de los mejores aceites de oliva ibéricos, convertido en una original y fascinante sala de conciertos, que además es toda una declaración de intenciones, entre otras más que iríamos descubriendo. La apuesta por reivindicar lo propio, nuestras grandes joyas que se encuentran lejos de las masas y que no deben perderse ni olvidarse jamás, sirvió como perfecto escenario de múltiples conciertos.
En uno de los dos escenarios de la cooperativa, en esta ocasión en la planta baja, rodeados de aparejos y maquinaria olivareros, y con un telón de fondo inmejorable: la sierra de Segura con su pintoresca e inimitable población. Nada más llegar al lugar, el ambiente de efervescencia, entusiasmo y de hambre de cultura se hizo palpable en cada esquina. Los cientos de personas que fueron abarrotando la sala, como sucedería en el resto de acontecimientos, mostraban una alegría y vividez por lo que iba a acontecer que difícilmente encontramos hoy en día en nuestros festivales de música clásica, aunque, no obstante, éste va mucho más allá de un tradicional espectáculo clásico, como ya pueden ir dilucidando.
Apareció en escena el Niño de Elche acompañado tan solo de dos soberbios cómplices: los guitarristas Raúl Cantizano y Mariano Campallo. Tras una breve, locuaz y carismática introducción del espectáculo que ofrecerían, El Niño de Elche su colocaría un velo de novia a modo de chal que durante todo el espectáculo le confería un carácter simbólico y expresivo muy particular, mientras fue desgranando durante más de una hora sus queridos géneros flamencos, denominados por él como “posesiones”, puesto que, según explicó, nuestros recuerdos y memorias son parte innegables de lo que somos, poseyéndolas de un modo tan entrañable como cariñoso. Pudimos escuchar la única visión y reinterpretación que el artista de Elche confiere a sus queridos estilos y palos flamencos, desde malagueñas, pasando por campanilleras, guajiras, farruca, sibilina o alegrías.
Fue patente en todo el concierto la fantástica pasión y visión que Francisco Contreras Molina posee sobre esta música, debiendo advertir además su formidable afinación y manejo de las melodías y ritmos, que en multitud de ocasiones deformaba y jugaba con ellas, regalando al respetable momentos únicos de una gran altura artística. EL público, entregado desde el primer minuto, supo apreciar y disfrutar sobremanera de esta capacidad tan especial, que en muchas ocasiones dejaba sonar populares melodías inmediatamente reconocibles. Los dos guitarristas fueron de una gran altura técnica, complicidad y expresividad en absoluta conjunción con el cantaor, destacando las virtuosas intervenciones solistas de Mariano Campallo. Tras una cálida ovación, los tres músicos ofrecieron una original y poderosa última posesión, que puso de pie, enfervorizada, a toda la cooperativa.
Tras este evento, en la misma localización pero en un segundo escenario, en la planta superior de la nave industrial, se celebraría a las 23:00 h. el siguiente espectáculo, no sin antes poder degustar de una cena informal en la misma sala, puesto que la organización instaló unas barras enormes, en donde se podían degustar variadas viandas, haciendo hincapié en el producto local, desde chuletas de cordero segureño, pasando por el jamón ibérico y múltiples embutidos, o degustando unas sabrosas morcillas o tortillas de patata caseras.
Este buen detalle apagó las ansias gastronómicas del respetable, que se encontraba en óptima disposición para disfrutar de una de las grandes apuestas de la edición de Mayo de Música en Segura, la zarzuela contemporánea Héroes o bestias, un encargo exclusivo que supuso su estreno absoluto. Coescrita por los artistas residentes del festival, Belenish Moreno-Gil y Óscar Escudero, la trama se centra en cómo puede entenderse desde una perspectiva actual las aventuras, y sobre todo desventuras, de las mujeres que sufrieron los acontecimientos de la Guerra Civil Española.
La original y desenfadada puesta en escena comenzó con una aparente situación superficial, en la que se mostraba a una influencer ofreciendo una de sus historias absurdas en cualquier red social. Esta joven poco a poco va perdiendo su insustancialidad al ir descubriendo que uno de los trending topics de la semana fue nada más y nada menos que la Guerra Civil Española, una auténtica desconocida para nuestra juventud actual. Así, poco a poco, y mediante sugerentes e impactantes cuadros a modo de escenas de una zarzuela que entremezcla teatro y música, nuestra protagonista irá conociendo, desde el terrible y cercano punto de vista de las mujeres de su propia familia, los trágicos hechos acontecidos, entre los que se incluían el secuestro y desaparición de su propia abuela. Las tres actrices-cantantes, Irene Martín, Anasun Carmona y la propia Belenish Moreno-Gil, estuvieron a una gran altura interpretativa, tanto en la dicción y expresión de los textos hablados, pero con una admirable labor musical, tanto en lo meramente cantado a capella, como en las complejas intervenciones que mezclaban el riguroso directo con la música electrónica. Asimismo, la flautista Claudia Fernández dotó de gran virtuosismo y conjunción en sus intervenciones con los múltiples instrumentos, la flauta travesera, el piccolo, e incluso la melódica.
Debemos destacar la escena de la cena, al final de la zarzuela, en donde las tres actrices realizaron un fabuloso y desgarrador ejercicio actoral y musical, realmente complejo. EL diseño de vestuario, a cargo de Carmen17, fue muy original y supo combinar fantásticamente el mundo de lo actual con las remembranzas y guiños de las melodías y danzas tradicionales. No debemos pasar por alto el excesivo volumen conferido al conjunto en la sonorización, puesto que no era necesario ni por las dimensiones de la sala ni por el volumen ya generoso de las intérpretes.
Tras esta nocturna experiencia, y pensando que nada podría sorprendernos más, la siguiente actividad fue una de las más singulares del festival, el desayuno musical que se desarrollaría al día siguiente, 28 de mayo ¡a las 7:30 h. de la mañana! El enclave elegido fue, una vez más, absolutamente asombroso. Tras unos veinticinco minutos en automóvil por las carreteras aún más profundas y desconocidas de la Sierra de Segura llegamos a La Hueta, una bucólica aldea que actualmente solo posee un habitante, por lo que no puede decirse técnicamente que nos encontráramos en un despoblado.
En un prado verde y florido de idílicos sonidos, olores y sensaciones, nos recibió un café de bienvenida en donde los asistentes pudieron charlar y aclimatarse con el entorno. Los gallos hacían sonar su despertador cántico, los pajarillos comenzaban a piar y las ovejas hacían sonar sus ancestrales cencerros mientras otra mágica sensación nos invadía a la vez que tomábamos asiento. El concierto ideado para la ocasión fue el del arpista José Antonio Domené, viejo conocido en Segura de la Sierra, puesto que ya participó en su primera edición. Con unas cercanas y doctas palabras, el arpista fue explicando cada pieza, e incluso dio toda una lección de la historia del arpa y su evolución. El repertorio escogido fue de una deliciosa armonía, que junto a los sonidos de la naturaleza ofreció innumerables momentos de deleite y sugestión al público que, una vez más abarrotó el lugar con una especial y única emoción. Domené interpretó algunos de las más representativas piezas escritas para arpa, como el Concierto HWV 294 de Georg Friedrich Haendel o el Impromptu op. 86 de Gabriel Fauré, demostrando un gran dominio de los complejos y rápidos arpegios, y sin ningún problema técnico en las complejas partes más cromáticas.
Pudimos degustar, tras el concierto, de unos formidables productos de la tierra, como embutido, migas, aceite de oliva virgen extra o dulces caseros, punto y final a otra vivencia realmente delicatessen, uno de los emblemas de esta edición 2022.
Pero tras esta madrugadora experiencia, la frenética actividad cultural no nos permitiría un gran descanso, puesto que otro de los platos fuertes, esta vez estrictamente musical, estaba por llegar en seguida. Me refiero al concierto ofrecido a las 12:00 h. en la Iglesia de los Jesuitas en Segura de la Sierra, otra de sus sedes ya emblemáticas. En esta ocasión, otra experiencia vital y única sucedió, patrocinada por una famosa marca de aceite local. Uno de los grandes intérpretes del clarinete, Pablo Barragán, se asoció con Camerata Penedès, agrupación residente del festival, para ofrecernos un concierto no realizado anteriormente, pensado de un modo completamente acertado para la idiosincrasia de lo que significa Música en Segura y de su única y abierta vivencia.
En una iglesia hermosa, desacralizada, iluminada con gusto y con unas mullidas butacas de cine en lugar de recios y severos bancos de madera, el concierto estuvo protagonizado por dos partes de muy distinto cariz. En la primera se interpretó el fabuloso Quinteto para Clarinete y cuarteto de cuerda op. 34 de Carl Maria von Weber, arreglado para clarinete y orquesta de cuerda. El resultado fue todo un logro del arreglista, puesto que la versión pareciera un precioso concierto para clarinete y orquesta, sin hacernos desear su concepto original. La orquesta, exhibió una vitalidad y pasión por la música fuera de lo habitual, funcionando de un modo camerístico sin apenas dirección artística personal.
Pablo Barragán fue uno de esos virtuosos que poseen un dominio absoluto de su instrumento, llegando a parecer éste una extensión más de sus brazos, a través de un sonido natural y preciosista en cualquier registro o pasaje endiablado. Sus rapidísimos dedos se deslizaban por las llaves del clarinete con una precisión tan milimétrica que no parecieran ser reales. Pero no fue su virtuosismo lo más sobresaliente de la velada, sino su musicalidad y capacidad de diálogo constante con Camerata Penedès.
La segunda parte, un lienzo en blanco en donde se les dio libertad absoluta, escogieron un repertorio tan espectacular como cercano al público, puesto que se trató en arreglos de famosas danzas que distintos autores, como Falla, Brahms, Frost o Bartok escribieron como danzas folclóricas. Los formidables arreglos, el virtuosismo de la música e intérpretes y la química a borbotones entre solista y orquesta, desataron unas de las mayores ovaciones entre el público de todo el festival, que obligaron a repetir la fastuosa Danza del Fuego de Manuel de Falla a los artistas.
El día concluyó con uno de los mayores reclamos para el público “clásico”, el concierto de la Orquesta Barroca de Sevilla (OBS) en la Cooperativa de Orcera. Con un bello programa, Viaje al Parnaso, dedicado en exclusiva a los bellos Concerti Grossi italianos del siglo XVIII, la OBS subió a escena liderada por Leo Rossi, quien haría las veces de concertino y solista de violín I. El solista de violín II fue Ignacio Ramal, mientras que la violonchelista solista fue Mercedes Ruiz.
El concierto fue una de esas historias de amor no correspondidas o truncadas por una falta de entendimiento. La orquesta salió a escena de un modo muy serio y distante, sin esa especial conexión que todos y cada uno de los artistas entendieron en cada uno de los conciertos con el público. Además, la falta de orden correcto en el programa de mano, sumada a la no aclaración por parte de la organización o de los propios músicos sembró de dudas a la audiencia, que no sabía en que pieza o movimiento se encontraba el recital. Debemos destacar la formidable toma de sonido realizada por los técnicos, que confirieron un sonido semejante a la mejor grabación en disco de estas piezas, pudiendo discernirse a la perfección las imaginativas realizaciones del bajo continuo del archilaudista Juan Carlos de Mulder, o el fresco y seguro colchón armónico de Alejandro Casal en el Clave.
La jornada de clausura, domingo 29 de mayo, estuvo protagonizada por el original rescate que Exmoayto, con su Cantar al mercado, ofreció de los pregones populares en Era de Moralejos a las 13:00 h. Esta singular actividad reclamaba la valentía, fortaleza y desempeño artístico de los centenares de mercaderes ambulantes que ofrecían sus productos en nuestras localidades haciendo uso de su poderoso canto. Versos musicados como “Al higo al higo, que la breva ya se ha ido”, o “Quién quiere morita mora, mora de zarzamora, mora de jardín, mora”, son divertidos y populares medios de atraer a la gente a los productos, siendo los antecesores directos de los actuales jingles o canciones publicitarias. Toda una interesantísima labor de paleontología musical que debemos agradecer a la compañía Exmoayto.
La presente edición primaveral de Música en Segura concluyó en la Iglesia de los Jesuitas de Segura de la Sierra con el segundo de los conciertos de Camerata Penedès, volviendo a conquistar a todo el público con un precioso programa dedicado a autores como Johann Sebastian Bach, Anton Webern y Piotr Illich Tchaikovsky. Con esa vitalidad y destreza musical seguro que volverán a Segura de la Sierra.
Por si todo esto fuera poco, la edición veraniega de Música en Segura se acerca cada vez más. Tendrá lugar del 29 al 31 de julio con otros cinco originales conciertos, además de otra divertida excursión campestre. ¿Que todo esto no calma sus ansias de arte, diversión y excelente música? No desesperen, habrá una tercera edición, del 11 al 13 de noviembre con apasionantes nuevas propuestas.
Sea como fuere, Música en Segura demuestra que, con imaginación, buen gusto, cooperación, excelencia musical y determinación, la denominada “España vaciada” tiene mucho más futuro que ser una pintoresca estampa repleta de casas rurales-dormitorio.
El Festival Soñado es una realidad.
Simón Andueza
Festival Música en Segura, del 25 al 29 de mayo de 2022.
Sedes en Segura de la Sierra, Orcera, La Hueta, Huelga Utrera-Cueva del Agua, Era de Moralejos.
Foto: Uno de los idílicos escenarios y paisajes donde se desarrolla el Festival Música en Segura.