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Crítica / Música con mujeres y con humor - por Genma Sánchez Mugarra

Bilbao - 08/02/2022

Comenzó el concierto de la Orquesta Sinfónica de Bilbao con una pieza del compositor finlandés E. Rautavaara que nos dejó hace poco. Prolífico músico conocido, sobre todo,  por la obra que tuvimos el gusto de escuchar, Cantus Arcticus, que incluye cantos de pájaros grabados cerca del Círculo Polar Ártico y en el norte de Finlandia.

Todos los movimientos comienzan con los trinos previamente registrados a los que se unen, en algunos casos, las flautas, luego el viento-madera y, por último, toda la orquesta con una gran delicadez conducida con una gran maestría por la directora coreana Shiyeon Sung: sus manos, sin batuta sugerían aves que emprendían el vuelo. El crescendo final se va poco a poco desvaneciendo como si la bandada se alejara.

El compositor buscaba que los pájaros tuvieran la misma condición que el violín o el piano cuando funcionan como solistas en un concierto y dejando que la orquesta cree la atmósfera general. El viernes, la BOS en el Palacio Euskalduna, cumplió sus deseos.

La segunda composición correspondía a una obra juvenil de Clara Wieck-Schumann: concierto para piano y orquesta en la menor que compuso alrededor de los quince años. Compositora que, durante muchos años, ha permanecido a la sombra de su marido (Robert Schumann), no así en vida, ya que rivalizó en virtuosismo como pianista con el mismo Liszt. Siendo, además, una gran compositora y editora musical.

El primer movimiento se caracteriza por su gran virtuosismo y dramatismo y fluye, con suavidad y sin cortes, al segundo que se realiza sin orquesta y acompañado por el violonchelo y, de la misma manera, al tercero donde se incorpora, de nuevo, la orquesta, brillando, particularmente el viento-madera.

La interpretación estuvo en las expertas manos de la pianista venezolana Gabriela Montero. Comenzó su carrera muy joven con la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar y, a lo largo de toda su trayectoria, ha tenido la valentía de criticar la difícil situación que atraviesa su país. Compositora, destaca su Piano Concierto nº 1: “Latin” y como improvisadora: impresionante la que nos regaló sobre la canción Agate Deuna (Santa Ágeda), aunque podría haber sido sobre cualquier otra petición.

Terminó el concierto con la 6ª Sinfonía de A. Dvorak, compositor del siglo XIX nacido en Bohemia, que se caracterizó por utilizar las formas populares en sus sinfonías. Posee movimientos de gran fuerza (“furiant”) para lucimiento de la orquesta y otros para la exhibición de algunos solistas, como el clarinete.

La dirección de Shiyeon Sung fue espléndida, alternando la conducción con o sin batuta cuando la interpretación lo requería y  mostrando, cuando era necesario, sensibilidad o autoridad.

Un espléndido concierto plagado por intérpretes femeninas y sin que esto mermase su calidad. Hay todavía personas que piensan que ya se ha roto el techo de cristal en el mundo de la música, pero aún estamos muy lejos de ello. Los conservatorios están llenos de mujeres y en los auditorios comienza a cambiar el panorama.

Pero todavía tiene razón la directora Marin Alsop: “Cuando comencé había comentarios puntuales bastante chocantes como que las chicas no pueden hacer eso. Un director (estable) me dijo: las mujeres pueden dirigir a Mozart, pero no a Mahler. Sólo me reía (el humor fue mi mejor defensa)”.

Genma Sánchez Mugarra

 

Orquesta Sinfónica de Bilbao

Shiyeon Sung, dirección

Gabriela Montero, piano

Música de E. Rautavaara, Clara Wieck-Schumann y A. Dvorak

Palacio Euskalduna de Bilbao

Foto: La directora coreana Shiyeon Sung.

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