Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Musica Boscareccia reivindica el siglo XVIII madrileño - por Simón Andueza

Madrid - 10/04/2022

Como bien narró el violinista y director de Musica Boscareccia al finalizar el concierto, Andoni Mercero, pudimos disfrutar en la sala de cámara del Auditorio Nacional de una velada marcada por la excelente música compuesta en el siglo XVIII por los músicos de la Real Capilla madrileña, quienes tomaron influencias, en gran parte, de la música napolitana del momento, como Francisco Corselli, con la inclusión añadida en el programa del Salve Regina de Pergolesi, uno de los más influyentes autores de este estilo, músicos que inspiraron a los otros autores del concierto: Sebastián de Albero, José de Nebra y Antonio Soler. Se da la circunstancia que dos de las obras de Corselli, la Lamentación segunda de Viernes Santo en do menor y el Regina coeli en sol menor, fueron interpretados por primera vez en tiempos modernos gracias a la transcripción y recuperación del propio Mercero.

Con unos excelentes músicos de sobra conocidos por los aficionados a la interpretación histórica española, y con la ya acostumbrada costumbre de un músico por parte por motivos económicos, Musica Boscareccia interpretó la primera de las piezas recuperadas, la Lamentación de Corselli, compuesta de tres movimientos, en donde ya desde el principio, en el Allegro, brilló especialmente Andoni Mercero en su papel de primer violín y líder en los momentos melódicos en donde su instrumento es el protagonista, con un bellísimo y pulcro sonido. En el tercer movimiento, Adagio, Alicia Amo se lució en las caprichosas melodías, trinos y triquiñuelas varias que el autor idea para el lucimiento de la solista, especialmente en la última sección, Jerusalem convertere, de especial virtuosismo.

Uno de los autores reivindicados en el presente programa fue Sebastián de Albero, músico navarro que llegó a convertirse en organista de la Real Capilla y del que solamente se conservan piezas para teclado. Andoni Mercero ha realizado un excelente ejercicio de adaptación de dos movimientos de sus sonatas para clave para dos violines viola y bajo continuo que realzan la belleza y grandiosidad de esta música, algo que ya realizó con gran éxito en varias Trio Sonatas de Domenico Scarlatti en su CD Sognando son felice.

Así, la Fuga en re menor nos reveló la enorme calidad de esta composición, con preciosas melodías, obteniendo una formidable textura de cuerdas a 4 voces que nada tiene que envidiar a cualquier otro músico europeo. Fue especialmente reseñable la vitalidad con la que todos los intérpretes encararon la fuga, así como la exacta repetición de la forma y articulación en los temas, mostrando un gran trabajo en los ensayos. La otra obra de Albero, Sonata en re mayor, evidenció asimismo la belleza de esta composición, recordándonos a cualquier trio sonata de Haendel con marcado carácter hispánico.

Finalizó la primera parte con la pieza de Pergolesi incluida, su Salve Regina en do menor, compuesto en el mismo año, 1736, que su afamado Stabat Mater, con el que comparte la misma introducción instrumental en el primer número, así como la melodía principal solista, entre otras innegables similitudes. Aunque pudimos discernir algún desajuste en los tempi cuando el violín primero no es líder de la composición, disfrutamos de la belleza de este genio italiano que tanto influyó a toda Europa, no solo a España, en la música dieciochesca. Alicia Amo brilló en el primer movimiento, sobremanera en los delicados pasajes agudos con un cristalino y puro timbre. Fueron notable asimismo los diversos cambios de afecto que Pergolesi escribe en la obra, a través de un sutil y contrastado carácter impuesto por la soprano, como en el pasaje Gementes et flentes, marcando deliberadamente la segunda menor que se repite ascendente y descendentemente a modo obsesivo, indicando los gemidos, o a través del preciosista sonido buscado deliberadamente en la última sección, O Clemens, o pia, o dulcis, con un especial recreo meloso en las disonancias y retardos en el conjunto instrumental.

La segunda parte arrancó con otro ejercicio fabuloso de Andoni Mercero en el arreglo de un movimiento de una sonata para clave de Antonio Soler, transformándola en una verdadera trio sonata para dos violines y bajo continuo, de carácter mucho más ibérico que las de Corselli, aunque se dejan entrever sus influencias italianas. La sonata sirvió de perfecta introducción, en el mismo tono, sol menor, al Salve Regina de José de Nebra, que contiene asimismo música de altísima calidad. Podemos destacar en esta pieza la pulcritud y dominio de las coloraturas de Ad te clamamus por parte de la soprano burgalesa, así como los contrastantes movimientos con continuos cambios de afecto, inteligentemente interpretados tanto por los instrumentos como por la solista vocal, que nos recuerdan que el Barroco sigue tremendamente presente. Así, en Ad te suspiramus, de bella melodía italianizante, el efecto cuasimadrigalístico en la palabra suspiramus con las constantes inflexiones, o suspiratio, alla Monteverdi, fueron puestas de relieve vehementemente por Amo, a la vez que fue especialmente deliciosa la sección In hac lacrimarum valle, en donde la tesitura vocal sube deliberadamente, permitiendo el lucimiento de la solista al interpretar de un modo etéreo este bello pasaje.

El Concertino a cuatro de Francisco Corselli significó la vuelta al escenario tras la pausa del violista Kepa Artetxe, algo que a priori puede pasar desapercibido, pero que fue fundamental y muy revelador en esta pieza, puesto que el compositor escribe una parte muy inspirada para la viola y que dota de una exuberante textura a la misma. Ya desde el primer movimiento, Allegretto, Artetxe demostró su virtuosismo en el instrumento en los pasajes más ágiles, aunque quizás fue en el Andantino en donde la viola fue más decisiva para enriquecer el conjunto, con unos fabulosos fragmentos en terceras entre violonchelo y viola y entre violín primero y segundo. Aquí el contrabajista Xisco Aguiló dotó de especial rotundidad y redondez con su instrumento a este momento. Terminó este Concertino con una muestra de la sabiduría compositiva de Nebra, con una breve pero compleja fuga. Esta música, desde luego, siguió demostrando una formidable calidad que debe ser reivindicada e interpretada cada vez más, con una bella mezcla de lo italiano y lo español.

El concierto concluyó con la otra recuperación den tiempos modernos, Regina coeli de Corselli, de marcado estilo napolitano y con virtuosas y enrevesadas líneas melódicas que Alicia Amo dominó sin problema alguno. La obra concluyó con un Alleluia al más puro estilo de las piezas italianas, como en los motetes solistas vivaldianos, que sirve como júbilo expresivo del texto, pero que a la vez dota de un espectacular final a la obra, con constantes coloraturas y giros armónicos sobre la única palabra del movimiento. Esto consiguió el caluroso aplauso del público, que arrancó la interpretación de la propina, un movimiento del Stabat Mater de Alessandro Scarlatti, Eia mater fon amoris, preciosa música napolitana para concluir la velada.

Simón Andueza

 

Alicia Amo, soprano.

Musica Boscareccia, Andoni Mercero, violín y dirección.

Salve, Regina. Música de Francisco Corselli, Sebastián de Albero, Giovanni Battista Pergolesi, Antonio Soler y José de Nebra.

Universo Barroco, CNDM.

Sala de Cámara del Auditorio Nacional, Madrid. 7 de abril de 2022, 19:30 h.

Foto © Rafa Martín

505
Anterior Crítica / Von Otter, Brooklyn Rider y la belleza de Schubert - por Simón Andueza
Siguiente Crítica / Paule Maurice y Jacques Ibert - por Ramón García Balado