Música clásica desde 1929

 

Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Multiculturalidad americana (Alqhai, Nuria Rial, Rocío Márquez) - por Carlos Tarín

Sevilla - 28/01/2021

Desde hace unos años Fahmi Alqhai ha encontrado su camino musical en la unión de la música barroca -fundamentalmente española-, el flamenco, los ritmos africanos de los esclavos e indios y el baile. La parte barroca estuvo representada por su grupo, la Accademia del Piacere y la soprano Nuria Rial, mientras que el flamenco lo estuvo en la voz de Rocío Márquez, la guitarra de Dani de Motón y las percusiones de Agustín Diassera. El baile fue de Mónica Iglesias y Ellavled Alcano, a las órdenes de Antonio Ruz. Estas últimas abrían el espectáculo, la primera como dama europea, española, y la segunda como la esclava negra, cada una con baile propio, y donde Alcano exhibía un ritmo arrasador y efervescente.

La idea de este mestizaje se encuentra en las ensaladas de Mateo Flecha “el viejo”, especialmente la llamada La negrina, que compendiaría esta mixtura de elementos, en unas formas vinculadas directamente con la Navidad. La voz bellamente timbrada, de fraseo sereno y emocionado de Nuria Rial nos introducía en esta que sería la primera pieza de un subgénero, el de las ensaladas, a la que fueron uniéndose los músicos de la Accademia y los flamencos, donde ya empezó a destacar la percusión de Diassera con el gatham (ya Paco de Lucía le había expresado a Ravi Shankar su admiración por la música y los instrumentos indúes), y precisamente Diassera ha estudiado tabla india -y suponemos que gatham- en Londres con Shiv Shankar.

Continuaría la melodía de La Negrina Rocío Márquez en clave flamenca, donde sobresalió desde el principio un vibrato casi tembloroso, de emisión abierta, que no está entre lo mejor de su registro, que más bien destaca por su frescura, señorío y limpieza. Con frecuencia cantaron las dos, adecuándose cada pieza más al estilo de una u otra. Por ejemplo, en “La negra Atilia” de Pablo Camacaro, parecía más cercana la voz de Márquez para un guineo “de raza” que la más académica de Rial.

También oímos mestizaje en una jácara y una bulería que protagonizaron, sin solución de continuidad, Fahmi Alqhai y Dani de Morón, respectivamente. No conocíamos al joven guitarrista, que no se limita a seguir los pasos del maestro de Algeciras, sino que parece dispuesto a abrir nuevos caminos. Sus falsetas tienen entidad propia, y sobre todo sentido, direccionalidad, no son puro fuego de artificio, y sus acordes buscan nuevos colores.

En Fandangos no sólo demostró también su valía acompañando a Rocío Márquez, sino que, tras suceder a esta en un primer Fandango, la Accademia lo enlazó con el de Santiago de Murcia y finalmente ambos grupos confluyeron en un fandango de Huelva, esta vez liderado por el guitarrista que asumía la dirección del acompañamiento. No sólo con la canción de Camacaro se metieron en el siglo XX, sino con la muy famosa Canción de cuna para dormir a un negrito de Montsavatge, que introdujo intensamente con la viola Alqhai, que a su vez optó por unos maneras y armonías más ásperas y extendidas en las violas que las disonancias originales.

Finalmente, la Cachua serranita y Tonada El congo pusieron un brillantísimo final al espectáculo, tanto por la participación de todos, como por el ambiente festivo que llenó el escenario. No diremos que todo esto es completamente original, pero la aportación distinta es el flamenco, muy vinculado con América a través de los cantes de ida y vuelta. Hubiera venido bien una presentación de cada pieza o al menos la proyección del nombre -si se quería primar la continuidad de la escena-, así como contar con los textos originales y sus transcripciones. También la colocación al fondo de la Accademia, por mucha amplificación que se tenga, distanció mucho su presencia. Con todo ello, el esfuerzo de todos fue impresionante.

Carlos Tarín

Nuria Rial, Rocío Márquez, Dani de Morón, Agustín Diassera, Mónica Iglesias y Ellavied Alcano. Accademia del Piacere / Fahmi Alqhai. Dirección de escena y coreografía: Antonio Ruz.

Gugurumbé. Las raíces negras. Obras de Flecha “el viejo”, Fernandes, Camacaro, De Murcia y Monsalvatge.

Teatro de la Maestranza, Sevilla.

Fotos © Guillermo Mendo

457
Anterior Crítica / Lieder de exigencia suma (Sinfónica de Galicia - Chen Reiss) - por Ramón García Balado
Siguiente Crítica / Delicatessen británicas (Orquesta Barroca de Sevilla) - por Carlos Tarín