Rarezas mozartianas por la Real Filharmonía de Galicia dirigida por Jan Willem de Vriend, por un decir, junto a la Sinfonía en Sol m. Nº 40 K. 550. Entrada con la obertura de la ópera Lucio Silla K. 135, ópera que tuvo un libreto de Giovanni Gamerra, que entonces comenzaba tener cierta celebridad. Fue la tercera y última de encargo con destino a Milán, y a pesar del éxito, finalizará con ello su carrera italiana en el ámbito operístico. Se mantiene en el espacio de la llamada ópera seria y para los roles principales, contaría con el castrato Venanzio Rauzzini, para quien escribiría el motete Exultate Jubilate K. 165, interpretando el papel de Giunia Anna de Amicis, a la que consideraba gran amiga.
El papel del protagonista había sido confiado a tenor Bassano Morgoni, de Turín, incorporado a última hora tras el abandono de Cordoni, por una indisposición. Luccio Silla presenta en su configuración externa ciertos rasgos sorprendentes, sin que fuera posible reconocer una orientación inequívocamente nueva de la ópera seria. La contracción del proceso de algunas escenas o serie de ellas importantes, determinó la ruptura del claro equilibrio existe en la disposición dramática de las arias y de los recitativos. Quedarse con la obertura, nos priva de esos aspectos que habremos de imaginar, pero cumplía las condescendencia monográficas de la sesión.
Una selección de pasajes instrumentales del singspiel Thamos. König in Aegypten K.345, en esencia tres coros y cinco intermedios, en los que los cantantes están asistidos por cuerdas, maderas y metales. Diez personajes sobre un texto de T.P. von Gebler. El autor tuvo la oportunidad de acercarse al teatro alemán de menor calado, a través de una extraña mezcla de singspiel, tragedia y ballets, para una compañía del empresario Böhm y de su sucesor, el incuestionable E.Schikaneder, que había llegado a Salzburgo y que cultivaba desde el Hamlet shakespereano a las operetas de F.A.Philidor. El músico aprovechó para recuperar dos coros destinados al drama heroico Thamos. König in Aegypten.
La relación entre ambos pasó por importantes altibajos y el hecho de pertenecer a la masonería, abrió un mundo de posibilidades. Algunos de los personajes de la obra, observaban profundas afinidades con los de La flauta mágica o Idomeneo. Los intermedios orquestales, fueron escritos para la representación en Salzburgo, en enero de 1776. Eterno Mozart en estas confirmaciones, a través de las cuatro páginas en perfecto equilibrio.
La Sinfonía en Sol m. nº 40 K. 550, corresponde a un período boyante, entre divertimentos y otros trabajos camerísticos y la serie de las tres últimas sinfonías. Mozart no podía entregarse a la angustia del momento, pretendiendo enlazarse con el drama de su existencia, como hombre y como creador. Las bocanadas de esperanza que atravesaban las obras su juventud son ahora escasas, pero el pensamiento se ha hecho más denso. Ya no es la furia del adolescente que se alza contra el Destino, es el coraje de un hombre de 32 años, que reconoce las amarguras y los fracasos.
La Sinfonía en Sol m., en el fondo puede parecer clásica y de inalterada belleza, por no decir infantil y de jocunda serenidad, pero sobre ella se asientan esos detalles elegíacos, esas nubes de divina tristeza, esas vetas de melancolía inexplicable, que corren el riesgo de pasar inadvertidos a quien espera del dolor la exhibición de grandes gestos teatrales y románticos. Ya el primer tiempo, en forma sonata, está caracterizado por una melodía amplia y cantable desde el primer tema Presto, elaborado merced a un juego de contrates dramáticos plenos de inquietud y fantasía. Con motivo de una previsión para una academia, el músico añadirá, en su reelaboración de 1771, un par de clarinetes. El grupo de estas sinfonías finales, no encuentran una idea inmediata, sino que más bien claman a la eternidad, sin llegar a formar un ciclo en sí mismas. Quizás resulte la de mayor calado, pero la historia tendría la respuesta y es para la orquesta un apacible reconocimiento, por lo que la interpretación resultó una lectura ajustada a los cánones del entendimiento entre director y orquesta.
Ramón García Balado
Real Filharmonía de Galicia / Jan Willem de Vriend
Obras de Mozart
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela
Círculo Das Artes, Lugo
Foto © Xaime Cortizo