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Crítica / Miriam Hontana y OBNI brillan en el FIAS 2023 - por Simón Andueza

Madrid - 28/02/2023

Pepe Mompeán lo ha vuelto a hacer. Con una ecléctica pero asombrosa programación que abarca desde el siglo XIII hasta nuestros días, y con un total de 39 conciertos que incluyen 26 estrenos y 10 encargos del festival, este FIAS 2023 durante seis semanas, del 21 de febrero hasta el 30 de marzo, pasará por estilos tan dispares como la música antigua, el jazz, el folk, el flamenco, el pop o la electrónica, con un denominador común: la espiritualidad, entendida como una experiencia tan diversa que puede contemplarse, admirarse y ser acercada por todos esos diversos puntos de vista creando un todo indivisible y multidisciplinar que ayude a los miles de espectadores que pasarán por sus espectáculos a reflexionar y a acercarse a esta latente espiritualidad, más necesaria que nunca.

La primera semana del FIAS ha discurrido por cinco conciertos tan diversos como su impronta. Desde cantatas de Johann Sebastian Bach con algunos de los mejores solistas internacionales, pasando por la versión de cámara reducida del Deutches Requiem de Johannes Brahms, para desembocar en el evento que aquí nos ocupa: la visión instrumental de dos personas, de dos genios únicos que llevaron la espiritualidad y a Dios como centro de sus vidas: Antonio Vivaldi (1678 – 1741) y Johann Sebastian Bach (1685 -1750). Además, el espacio en donde se desarrolló no puede ser más perfecto: la capilla del Palacio Real de Madrid, edificada según el proyecto de Juan Bautista Sachetti en 1748.

OBNI (Objeto Barroco No Identificado), de peculiar, jovial y entrañable nombre, fue creado por Miriam Hontana, inquieta virtuosa del violín, con tan solo 23 años, para poder interpretar el repertorio violinístico de los siglos XVII y XVIII con total libertad y disfrute. El presente concierto sirvió como una bocanada de aire fresco a esa inquietud interpretativa, para dar lugar a unas versiones personalísimas, hondas y vitales de dos de los compositores fetiche de la interpretación historicista.

En una capilla real abarrotada, superando el aparente hándicap de que este año la entrada no sea libre, algo que también evita las interminables colas y los decepcionantes numerus clausus, hizo su aparición OBNI interpretando inmediatamente una obra fuera de programa que sirvió de perfecta introducción a la velada, el Concierto para cuerdas en sol menor RV 157 de Antonio Vivaldi con una fantástica y breve introducción primero desde un contrabajo cuasi jazzístico acompañado de una preciosista guitarra barroca, a los que en seguida se agregó el arrebatador bajo continuo, acentuando un ostinato descendente bellísimo sobre el que Vivaldi construye unas fantasiosas melodías. En el segundo movimiento la articulación totalmente igual de todos sus miembros en los pasajes imitativos dio la primera lección del arduo trabajo de ensayos que hay detrás de este concierto, para terminar con el desparpajo juvenil de su último movimiento en un tempo velocísimo.

Esta embriagadora introducción precedió a las breves y sencillas palabras de Miriam Hontana, agradeciendo al festival y a su director su segundo año consecutivo de presencia en éste, para después comentar someramente las obras tan magníficas que escucharíamos a continuación.

El primer concierto para violín de Vivaldi, de juventud, fue su Concierto para violín en mi menor RV 279 de ‘La Stravaganza’. Como sucedió en el resto del concierto, Ignacio Ramal asumió las labores de dirección del tutti, mientras Hontana intervenía en su papel de solista. Y fue una labor encomiable, ya que el respeto sonoro entre solista y tutti fue absoluto en todo el concierto, a la vez que los diálogos y articulaciones entre  solista y orquesta fueron encajados magistralmente.

La primera intervención de Miriam Hontana evidenció su formidable técnica, fantástica afinación y una expresión de esas que ponen la piel de gallina. Hontana posee esa luz especial que solamente unos pocos poseen, y que, superando la enorme dificultad técnica de su instrumento, lo hacen suyo como si fuera una prolongación más de su cuerpo capaz de expresar algo tan especial como indescriptible para quien no haya presenciado uno de sus conciertos. El segundo movimiento, Largo, permitió una libertad total en el tempo para el lucimiento de esa expresividad, mediante un constante diálogo respetuosísimo entre orquesta y solista. El Allegro final sirvió como broche de oro para los espectaculares pasajes virtuosísticos de la solista, tanto en el arco como en una precisa mano izquierda.

Pero no solo de conciertos de violín vive OBNI. Hontana se retiró al tutti y permitió el deleite de otro instrumento solista bien tratado por Antonio Vivaldi, el violonchelo. Alejandro Saúl Martínez fue el encargado de acercarnos la parte solista del Concierto para violonchelo en mi bemol mayor RV 408. El bajo continuo permitió el lucimiento de Ismael Campanero al faltar el violonchelo, sin que esto fuera obstáculo alguno, ya que su precisión, agilidad y sonoridad fueron impecables. El segundo movimiento fue seguramente el más acertado, con una bella sonoridad entre el solista y bajo continuo, ya que este movimiento prescinde de violines y violas. Martínez exhibió un bello sonido para las melodías vivaldianas tan ensoñadoras, en constante diálogo con sus preciosistas colegas de la clave de fa. El Allegro final sirvió para volvernos a recordar la belleza sonora que Hontana y sus músicos alcanzan, sin desdeñar sonoridades de conjuntos punteros afamados de otras tierras.

El Concierto para violín en la menor BWV 1041 de Johann Sebastian Bach fue quizás el momento más formidable de la velada. El primer movimiento nos volvió a mostrar la completa sintonía entre el tutti y la solista, pero en  su segundo movimiento, Andante,  la solista pareció surgir como una luz exquisita de un unísono impecable del tutti, en donde el pianissimo fue buscado desde una constante aproximación al tasto que dejó al público embelesado ante tan íntima belleza sonora de tan honda profundidad. Fueron especialmente preciosistas las escalas descendentes del violista Íñigo Aranzasti, que sirvieron de nexo de unión con el motivo del comienzo del tema. El Allegro assai evidenció de nuevo el total dominio técnico de Hontana, derrochando madurez en la compresión de la obra bachiana, que culminó en un fantástico crescendo interno orgánico entre solista y orquesta.

El último de los conciertos del Il prete rosso fue el Concierto para violín en si menor RV 389. Esta partitura, ya de madurez, comenzó por una sabia elección del tempo del primer movimiento, Allegro poco, que permitió a la solista abordar cómodamente las complejas y enrevesadas melodías, apoyadas siempre en una sólida base de articulación idéntica en el conjunto de cuerdas. El Largo, que prescinde del bajo continuo, permitió el lucimiento de las cuerdas altas en un unisono ejemplar, permitiendo que Hontana volara delicadamente sobre ellas. La pequeña pero hipnótica cadencia final dio paso al Allegro final que, además de volver dejar brillar al formidable tutti al completo, mostró unas plenas y convincentes melodías que en la primera cuerda del violín nunca sonaron estridentes, sino rebosantes de buen gusto, belleza y luminosidad. Además, los arpegios rapidísimos de este final sirvieron de perfecta guinda de un pastel que, lamentablemente, pronto iba a terminarse.

La obra elegida para culminar este concierto fue la Sinfonia spirituosa en re mayor TWV 441 de Georg Philipp Telemann, quizás por este carácter espiritual de su título y por su indicación de su único y breve movimiento, Spirituoso. Se trata de una introducción de puro deleite para cualquier melómano, una especie de minuet galante ternario que invita tanto a bailar como a deleitarse con la belleza de sus acordes y de sus melodías.

Tras los insistentes aplausos y vítores del público, OBNI ofreció un arreglo propio de uno de los fragmentos más maravillosos de la Misa en si menor BWV 232 de Johhan Sebastian Bach, el del movimiento Et incarnatus est, que permitió el lucimiento de todos y cada uno de los instrumentistas, al recabar en cada uno de ellos el motivo del tema tan inolvidable de esta fantástica música.

El FIAS continúa, por supuesto. Esta semana, seis fantásticos, variados y únicos eventos continuarán deleitando y elevando la espiritualidad de quienes se acerquen a ellos. Yo no lo dudaría y asistiría…

Simón Andueza

 

OBNI. Miriam Hontana, violín y dirección. Ignacio Ramal, Andrés Murillo, Sònia Benavent, violines. Íñigo Aranzasti, viola. Alejandro Saúl Martínez, violonchelo. Ismael Campanero, contrabajo.  Ramiro Morales, archilaúd y guitarra barroca. Daniel Oyarzábal, clave. 

Obras de Antonio Vivaldi, Johann Sebastian Bach y Georg Philipp Telemann.

Festival Internacional de Arte Sacro de la Comunidad de Madrid.

Capilla del Palacio Real, Madrid. 26 de febrero de 2023, 19:00 h.

 

Foto © Patrimonio Nacional

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