Es inevitable que la edad haga mella en los resultados de un artista. En todas las artes. Y en la interpretación musical en mayor medida, por el elevado componente físico que supone. Pero no todos los intérpretes asumen el envejecimiento de igual manera. Quizás sea en los cantantes donde la casuística es más variopinta y, casi siempre, deviene en opiniones contrarias o incluso en polémicas (el final de la carrera de Domingo frente al de Kraus…).
Creo que Joaquín Achúcarro puede considerarse un modelo entre los pianistas. Con 88 años es capaz de emocionar al oyente, sustituyendo las limitaciones técnicas (aunque conocemos a intérpretes, 30 o 40 años más jóvenes, con problemas no menores) con un entendimiento profundo de las obras que interpreta, que solo la madurez y la experiencia es capaz de aportar. Lo que nos gustaría ver en el actual Pollini (10 años más joven, por cierto, Y que disfrutaremos este año nuevamente en Grandes Intérpretes) y que si veíamos en los últimos conciertos (en Youtube, para la mayoría) de Artur Rubinstein.
Grandes Intérpretes no le invitaba al Auditorio Nacional (con la parquedad de público que nos sigue imponiendo la pandemia) desde 2008. Buena decisión encomendarle la inauguración del ciclo 2021.
Achúcarro optó por introducir las dos partes esenciales del concierto, diferenciando al Brahms nostálgico de juventud de la Sonata num. 3 opus 5, del Brahms nostálgico de madurez de la selección de cinco piezas de los opus 117, 118 y 119. Lo que nos permitió comprobar como la tristeza es distinta según el momento vital del compositor. Y permitió, también, comprobar como Achúcarro se encuentra hoy mucho más cerca del Brahms maduro. De ese autor pleno, que nada tiene que demostrar, pero que entiende que la vida es para disfrutarla, aunque, como casi todo, acabe tarde o temprano.
Nuestro pianista no da puntadas sin hilo, lo que condujo a la máxima nostalgia entre la selección de este catálogo incomparable de Brahms. Por supuesto que hubo propinas y agradecimiento de un público que solo desea la normalidad. Pero la tristeza que imprimió Achúcarro en su interpretación nos la llevamos a casa… sin duda.
Próxima parada, Grigory Sokolov. Gracias a Joaquín Achúcarro y gracias a todos los intérpretes que nos visitan, recordándonos que ya queda menos para la normalidad musical.
Juan Berberana
Ciclo Grandes Intérpretes (Fundación Scherzo)
Joaquín Achúcarro, piano.
Obras de Brahms.
Auditorio Nacional, Madrid.