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Crítica / Metzmacher en Madrid - por Justino Losada

Madrid - 08/12/2024

Resulta siempre de agradecer escuchar por estos pagos al director de orquesta alemán Ingo Metzmacher, excelente traductor del repertorio de los siglos XX y XXI que cuenta con un legado discográfico en el que expone sus principales virtudes: extraordinarias dotes comunicativas a la hora de acompañar al oyente por repertorios poco expuestos y un criterio de transparencia sinfónica despojado de todo manierismo interpretativo que encaja con precisión en la música de creación reciente. Aspectos estos que, proyectados al repertorio canónico, aportan dinamismo y detallismo, tal y como se pudo escuchar durante su última visita en 2012 cuando, al frente de la Orquesta Sinfónica de Madrid, inauguraba el ciclo Las Noches del Real con una fantástica interpretación de la Sinfonía Turangalîla de Messiaen junto al pianista Ananda Sukarlan, y la ondista Valérie Hartmann-Claverie. Ya que desde entonces Metzmacher no ha regresado por Madrid, su debut al frente de la Orquesta Sinfónica RTVE generaba cierta expectación al realizarse con un programa en el que se aunaba una obra de estreno en España como Towards Paradise (Labyrinth VI) para trompeta y orquesta del también alemán Jörg Widmann, con Håkan Hardenberger como solista, y la Primera Sinfonía de Johannes Brahms.

Interesado de forma deliberada en la reinvención de músicas, el clarinetista, director y compositor alemán Jörg Widmann, gusta de emplear todos los recursos sonoros a su alcance para mostrar una música que, de espíritu actual, es rica en extremos y se desliga de toda corriente estilística. Ello le ha llevado a emplear un amplio tesauro estético en el que múltiples elementos impregnan su música como, por ejemplo, una gran orquestación, patente en su atmosférica y lograda Armonica de 2007, o el diálogo con el pasado como en la mordaz Con Brio de 2008, siendo esta obras paradigma de lo mejor de su creación. Widmann se preocupa, además, por la proyección espacial del sonido que engarza también en su escritura mediante un sentido performativo de la interpretación que cobra especial relevancia sobre el escenario. Así, desde la inicial Antiphon de 2008 estos aspectos se han desarrollado hasta llegar el cimero Concierto para viola del año 2015 que sintetiza su destreza compositiva en la que es una de las mejores creaciones de su catálogo.  

Inmerso en un Ciclo de Laberintos, fundamentado en la infinidad de ideas y posibilidades que se le presentan al compositor, Towards Paradise, obra fechada en 2021, es un contrapunto frente a su frenético ad absurdum, pequeño concierto para trompeta casi 20 años anterior. Towards Paradise juega con el oyente desde la oscuridad escénica literal para, desde diferentes lugares por los que el solista se mueve, proyectar un discurso en el que la gestualidad inicial, reminiscente del lirismo de Miles Davis, dialoga, se impone o discute con una muy nutrida orquesta –que cuenta con celesta, acordeón y una plantilla ampliada de cinco percusionistas que tocan, entre otros instrumentos, el wassergong, waterphone, dos flexatones o dos juegos de gongs tailandeses- en diferentes episodios, más bien laberintos, por los que la música transita, quizás con más intención que dirección, hasta un final simétrico con el inicio: una llegada al paraíso a modo de oscura conclusión -sin luz escénica- no tan urdida ni lógica como en las obras mencionadas anteriormente. No se pueden poner peros a la interpretación de Håkan Hardenberger, excelente trompetista, dedicatario y primer intérprete de la obra desde su estreno en Leipzig con Nelsons, que tuvo a bien desplegar su inmenso talento en su compleja parte. Por otro lado, Metzmacher dirigió con atención y acierto, acompañando a Hardenberger con un control absoluto de la Orquesta Sinfónica RTVE que respondió con la prestancia necesaria para resolver una interpretación sobresaliente de una obra, quizás no tan redonda.

Como contrapunto a la música de Widmann, la segunda parte del concierto se llevó a cabo con una conocida obra de larga gestación que recoge el legado romántico de Schumann con sentido y pulsación beethovenianos: la Sinfonía No.1 de Johannes Brahms. Con una interpretación meticulosa que realzó la polifonía de la obra, sobre todo gracias a una muy compacta cuerda y un excelente equilibrio con el resto de familias orquestales de la Orquesta Sinfónica RTVE, especialmente las maderas, Metzmacher, bajo un estilo objetivo, apuntaló una versión en la que la premura derivada de la ligereza de los tempi empleados, no adoleció de un buen manejo de la fluidez y la tensión dramática, apostando más por una perspectiva arquitectónica clara frente a una mayor monumentalidad expresiva de una aproximación más reposada.  En cualquier caso, el Brahms anguloso y futurista de Metzmacher ayudó a proyectar una renovada imagen, más refrescante y agradecida, que posiciona al compositor más como eslabón entre estéticas que bajo la anticuada mirada que  lo cataloga como conservador.

En resumidas cuentas, un concierto notable con, quizás, un programa que no permitía admirar todo el potencial que Metzmacher podía aportar desde el podio. Y por esto, además de por sus excelentes dotes como director a tenor del buen rendimiento conseguido con la Orquesta Sinfónica RTVE, debería regresar con más frecuencia. 

Justino Losada

 

Håkan Hardenberger, trompeta

Orquesta Sinfónica RTVE / Ingo Metzmacher

Obras de Widmann y Brahms

Temporada de la Orquesta Sinfónica y Coro RTVE  2024/2025

Teatro Monumental, Madrid.

 

Foto © Felix Broede

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