La coreana Soyung Yoon fue solista del Concierto para violín y orquesta en Mi m. Op. 64, de F. Mendelssohn, con la Orquesta Sinfónica de Galicia, dirigida por el polaco Michal Nesterowicz, programa en el que también tuvimos Orawa del polaco Wojciech Kilar y dos de las suites de G. Bizet: Carmen y L´Arlesianne, una violinista que se maneja con dos instrumentos históricos, un King George Stradivarius 1710 y un J.B. Guadagnini ex-Bückenburg, intérprete que tras formarse en su país, amplió conocimientos en le Köln Universität y en Zurich con Zakhar Bron, con una trayectoria consolidada que se reafirmaría tras conseguir premios prestigiados como el Henryk Wieniaski, el Yehudi Menuhim, el Tibor Varga o el Queen Elisabeth. Michal Nesterowicz, que algo tendrá que ver en la elección de la pieza de W. Kilar , nació en Wroclaw (Polonia) y tuvo como maestro importante a Marek Pijarowski, prestigiándose como director a raíz de conseguir el Premio del Concurso Internacional Grzegoriz Fetelgerg de Krakovia. Importante consideración de confirmación la recibirá en nuestro país, tras lograr el Primer Premio de Dirección de Cadaqués, lo que le garantizará la posibilidad de dirigir a nuestras principales orquestas.
Wojciecj Kilar- 1932/2013,Lwów, Ucrania-,pasará a la historia por trabajos para el cine como Drácula, de Francis Ford Coppola o el angustioso El Pianista, de Román Polanski, que le confirmará como el compositor que puso música al miedo, quizás compatible en su posicionamiento con otras obras de tintes sacros o sinfónicos, labores perfectamente compatibles por su credo estético. Se admite una posible afinidad con sus contemporáneos Kryzstof Penderecki y Henryk Górecki, con los convenientes distanciamientos, una generación que convulsionará la realidad musical de su país a partir de los sesenta y con la pretensión de marcar distancias con los postulados vigentes del llamado realismo socialista, de obligado cumplido. Un momento que además, las formas del sonorismo, definían estilos enfrentados a las maneras oficialistas. El neoclasicismo tratado en obras como la Pequeña obertura, serán un punto de ruptura, compaginable con las asistencias a las docencias de la Escuela de Darmtadt o las del entorno de las Boulanger.
Riff 62- obra clave del sonorismo-, Générique o Upsatairs-Downstair, expresarán violentos estilos sonoros, entre choques de estructuras verticales y horizontales, a las que se añaden el colorido instrumental y un más allá en los límites del ruido. Vendrán Nikt nie wola, una banda sonora, que le conviertan en músico de referencia o el poema sinfónico Krezsany, de ritmos meteóricos con cuerdas al unísono y préstamos del folklore local, en claro eclecticismo, modelo de un creador libre. Bogurodzica, para coro y orquesta, tendrá una gran aceptación y en concreto esta Orawa (1986)-pieza de corte minimalista-, efectivamente una obra con la que Nesterowicz, quiso ubicarnos en el espacio artístico que tan avezado compositor, era un reconocimiento a esa región que compartían Polonia y Eslovaquia. Ese mundo del cine que centró su atención por temporadas, le llevó a relacionarse con Kazmierz Kutz, Kryzstof Zanussi, Andrzej Wajda o Krzystof Kieslowski. Su trabajo para Drácula de Coppola, proyección por excelencia, le había supuesto no pocos conflictos con los productores.
Dos son los conciertos para violín de Felix Mendelssohn, este Segundo en Mi m. Op. 64, obra por excelencia y capricho particular del compositor, magnífico virtuoso y recuperador de la casi postergada herencia barroca, mostrando en este caso una envidiable inspiración por su efusividad y un como legado para la posteridad, de la que dan cuenta solistas como Soyung Yoon, un puro tanteo de ostensibles refinamientos técnicos y expresivos, para este fruto de un período de un retiro de reposo en Frankfurt, preparando el estreno en la mítica Gewandhaus de Leipzig, en la primavera de 1845, con el sublime Ferninand David, dirigido por Niels Gade. No tardará Josep Joachim en velar la obra para una posterior interpretación.
El Allegro molto apassionato, fue para la solista con su tema de entrada desde una observación de detalles en pianísimo, exigidos por su ductilidad para dejando a la orquesta un protagonismo de gran presencia, en preparación del segundo tema en el que las maderas tuvieron una importancia en cuanto a lo que fue la brillante cadenza de la solista, con libertad de movimientos que presumen una marcada reexposición, en acentuados enfrentamientos de atractiva resolución por el conseguido equilibrio formal, aspecto que el compositor había pretendido realzar en el encumbramiento de las predisposiciones del brillante virtuosismo, resuelto merced a un poderoso tutti, de sorprendente elegancia, preparando el paso al Andante, nuevo alarde de inspiración de vena melódica, detalle del que Mendelssohn era consumado maestro y que viene a ser un lied trasladado al instrumento solista, expresado con gracia a través de largas ondulaciones preciosistas, como no podía ser menos. Así, llegamos al Allegretto non troppo-Allegro molto vivace, un clasicismo que rompe amarras hacia un romanticismo temperamental y que algo guarda de una especie de rondó canónico en el que el violín a medias con la orquesta, consiguió alcanzar ese grado subyugante gracias a un final de pura fantasía de apariencia natural, vía directa hacia ese virtuosismo concertístico que universalizará este concierto.
Bizet en esas dos suites para tentar al común de los aficionados, y así fue recibido por el fogoso tratamiento de la orquesta. esa Carmen, de la que nos resultan accesibles un par de ellas, ambas tomando en préstamo pasajes sobradamente conocidos de ambas suites, poniendo a nuestro servicio tiempos como Les toréadors, el Prélude et Aragonaise, Les Dragons d´Alcala, la Marche des Contrabandistes, la Habanera y la Danse Bohème, un gancho para invitar al entusiasmo ante páginas tan vistosas. Con la guardia entrante; Habanera; la Danza Bohemia y la Marcha de los contrabandistas. Caso similar a las Suites de L´Arlesianne, para culminar la velada, en cuatro de sus tiempos procedentes del conocido melodrama de Alphonse Daudet y que se había estrenado en el Théâtre du Vaudeville parisino en el otoño de 1872, aparentemente con éxito escaso pero que no impidió suscitar el interés del compositor que acabaría abordando un total de veintisiete números musicales. Cuatro detalles musicales procedentes de las dos suites: La Primera suite, que se dio a conocer el 10 de noviembre de 1872, en los Conciertos Populares del Circo de Invierno, dirigida por Jules Pasdeloup, y la Segunda, siete años después, confiada a su colega y amigo Ernest Giraud, eligiendo a la postre páginas distintas.
Ramón García Balado
Soyung Yoon
Orquesta Sinfónica de Galicia / Michal Nesterowicz
Obras de Wojciech Kilar, F. Mendelssohn y G. Bizet
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela