Como cada año el Festival de la Valle d’Itria no se limitó a exhumar títulos poco o nada conocidos sino que realizó un sinfín de actividades, entre ellas estos conciertos en las’masserie’ (pequeñas haciendas).
De los varios que hubo (Meade, Pizzolato, etc.) pude ver el de Veronica Simeoni acompañada por Vincenzo Rana, padre de la célebre Beatrice y evidentemente de un gran nivel como demostró en solitario en el ‘Andante’ de las Cinco piezas para piano de Richard Strauss. Pero también un acompañante de calibre de la sobresaliente mezzo italiana, que no es sólo una reconocida cantante operística sino también una cumplida recitalista.
Con la invalorable colaboración de una presentadora que presentaba brevemente autores y obra oímos del repertorio lírico francés los momentos salientes de Alceste de Gluck, de la Dido de Les troyens de Berlioz, y el suicidio de la protagonista de Sapho de Gounod, donde el dominio del estilo, la palabra y su acento, la dicción y, no último, el canto hicieron de nuevo lamentar que no se le confíen, dentro y fuera de Italia, más óperas francesas que Carmen.
En la segunda parte (sin pausas) ofreció los conocidos ‘Morgen’ y ‘Zueignung’ del citado Strauss con buena dicción alemana y apropiado sentimiento, y tres lieder de Mahler ‘Das irdische Leben’ ‘Urlicht’ e ‘Ich bin der Welt abhanden gekommen’ de elevadísimo voltaje emocional, para concluir un programa dedicado a la soledad y la muerte.
El público siguió con inusual interés y aplaudió con calor tras un silencio largo al final de la última canción de Mahler y más aún cuando la artista pidió disculpas por no agregar ningún bis porque, dijo textualmente, era imposible agregar nada después de ese título estremecedor. Bravo.
Jorge Binaghi
Veronica Simeoni, mezzosoprano, y Vincenzo Rana, piano.
Concierto de lieder y arias de ópera
Masseria Palesi, Martina Franca
Foto © Paolo Conserva